Capítulo 5

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CEPEDA

Estamos los 2 parados de pie, en medio de su salón, sus ojos me transmiten odio. No podía esperar otra cosa. Me había pasado, era totalmente consciente, sin conocernos de nada la había tratado fatal, pero ese era el gran problema que tenía desde hacía años. Trataba fatal a la gente, no me relacionaba con nadie y a la primera persona que intentaba ofrecerme ayuda o apoyo la echaba de mi vida como había echo con ella. No había cometido ningún delito, solamente había intentado apoyarme sin conocerme de nada, no había justificación posible para mi acto de crueldad.

-Pue...-trago saliva- ¿puedo hablar?

Ella no responde, vacila un poco sin quitar su mirada de mis ojos, finalmente después de unos segundos en silencio, simplemente asiente.

-No he venido para buscar tu perdón...se que lo que he dicho esta muy feo...estaba cabreado y lo pague contigo...no es excusa ni justificación...está mal, lo sé...pero que sepas que no pienso nada de lo que he dicho.

-Sí que lo piensas...lo piensas y por eso lo has dicho-su voz suena totalmente rota- se la edad que tengo pero no sabes nada de mi vida, no eres el único que tienes problemas en tu vida sabes, los problemas no son sinónimo de una edad, así que no te creas que por ser un poquito más grande que yo ya te da derecho a tratarme así.

-Lo sé...y de verdad estoy muy arrepentido...-agacho la cabeza...todo lo que me había dicho esa chica era verdad, la había juzgado por su edad, esto supongo venia como consecuencia de los chicos con los que me relacione en la academia.

Todos mis compañeros eran muy jóvenes y siempre estaban llenos de comentarios superficiales en cada una de sus conversaciones en esas paredes, todos niños de papa, la verdad me sentí tan desplazado en ese ambiente, que si ya de por si era una persona sin mucha capacidad para relacionarme con las personas o comportarme amablemente con ellas, ahora esa capacidad era absolutamente inexistente.

-Y que pretendes que ahora te diga que sí, que acepto tus disculpas...que no pasa nada...que olvidare lo que me has dicho...no es fácil sabes...me ha dolido cada una de las palabras que has mencionado.

-Mira-digo sin levantar la vista- he sido un completo idiota lo sé, y que sepas que si tú has estado mal yo he estado igual, al momento de entrar en casa me he arrepentido de lo que te había dicho...y como te he dicho antes no es una justificación, simplemente quiero decirte que para nada tengo razón en lo que he dicho y está claro que he hablado sin saber y no pienses que me creo más que nadie. Pero está claro que aquí el único niñato y el único cobarde soy yo...que paga sus frustraciones con la primera chica que le ofrece ayuda solo porque soy incapaz de decirme a mí mismo a la cara lo imbécil y estúpido que soy.

Todo permanece en silencio, no levanto mi mirada por vergüenza, me da vergüenza que esa chica vea que estoy al borde de soltar alguna lagrima, es la primera vez que delante de alguien suelto una reflexión tan personal y no entiendo porque...pero la situación y el ambiente me han llevado a hacerlo.

-Bueno simplemente quería decirte eso...que por favor si sueltas alguna lágrima mas que no sea por un imbécil como yo...-me giro dispuesto a irme, pero una mano aprisiona mi muñeca izquierda con fuerza, evitando mi marcha.

Al girarme mis ojos encuentran los suyos, los veo vidriosos y sin dejarme reaccionar deja caer su cabeza en mi pecho. Dejo mis manos quietas pegadas a mis muslos, solo ella abraza, solo ella deja reposar su cabeza en mi pecho. Siento una sensación que no había experimentado en mucho tiempo...siento paz...siento como si algunas de las barreras que había en mi cuerpo empezaran a removerse...empezaran a ceder.

Una lluvia en mi bolsilloWhere stories live. Discover now