Capítulo 40

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MARIO


Desde que había entrado por la puerta en sus ojos veía el odio, la ira, el deseo de venganza, al fin y al cabo, su padre estaba muerto, pero ese deseo vengativo y ese impulso de ira también intentaba esconder debilidad, si cae el jefe de una organización los primeros meses siempre son duros y no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de eliminar a la única competencia que me quedaba en Barcelona.

-Señor Chang comprendo su dolor y le acompaño profundamente en el sentimiento, como le he dicho vamos a hacer todo lo posible para ayudar-les a encontrar al responsable de la muerte de su padre.

-No quiero que la encuentren, quiero que la maten, era de su organización señor Rodríguez, dígame porque debería confiar en usted.

Sonrió mientras doy una calada a mi cigarro, la gesticulación corporal en los momentos de silencio marcaba quien tenia el poder de esa conversación y la desesperación del chino para que hablara me demostraba que tenía ventaja.

-Vera señor Chang, esa chica perdió a su hermana en ese desafortunado tiroteo tras sufrir la emboscada de los sudamericanos, supongo que ella creyó que su padre tuvo algo que ver y actuó de forma independiente. Yo no tenia motivos para matar a su padre, lo admiraba, al fin y al cabo, me ayudo a acabar con la competencia y hemos hecho varios negocios, así que por favor no dude de mí, tengo el mismo interés que usted en que esa asesina pague. Mis hombres se van a encargar personalmente de...

Antes de que termine veo que se levanta furioso colocando una pistola en mi frente, hago un gesto con total normalidad a mis hombres para que bajen las armas y sonrió.

-De que se ríe eh, como siga burlándose le vuelo la puta cabeza.

-Vera señor Chang, usted tiene 2 opciones - doy una calada  relajado pese a tener una arma en la frente- la primera opción es apretar ese gatillo, en cuanto lo haga tiene 3 de mis hombres detrás que van a dejar su cuerpo con múltiples agujeros, aparte cada uno de ellos tiene instrucciones de donde se encuentran todos sus familiares, sus casas, los sitios que frecuentan, evidentemente eso incluye a la pequeña Li que ahora mismo – miro el reloj- debe de estar disfrutando de su querida clase de danza...

La cara del señor Chang es de estupefacción total.

-En cambio, seguro que alguien de su inteligencia optara por la opción 2, bajar esa arma y unir su organización con la nuestra, evidentemente estaría dentro del negocio, pero todo el mando y todas las operaciones las llevaría yo. Con todo el respeto, lamento como le vuelvo a decir, lo que sucedió con su padre, pero usted sabe como yo que solo con una orden puedo hacer que toda su gente se hunda o pueden aceptar este trato justo.

El chino baja el arma y se me queda mirando con cara de odio extremo y casi temblando de la rabia que debe sentir en este momento.

-Algún día...señor Rodríguez...algún día...alguien le hará caer...y le aseguro que ese dia yo estaré allí para mearme en su tumba.

-Le deseo que llegue vivo a ese día Señor Chang, le transmitiré las noticias cuando nos ocupemos de la asesina de su padre. Un placer hacer negocios con usted. – sonrió, el chino me da la mano a regañadientes y se va.

-Bien hecho Mario, lo hemos conseguido.

Me pongo serio y cojo por el cuello a la persona que me estaba hablando.

- ¿Hemos? Miguel, solo tenias una puta orden, una putísima orden, tener vigilada a Ester, si no se te hubiera escapado hoy se la hubiera entregado, ese chino hubiese matado a esa zorra y no hubiese tenido ninguna necesidad de conseguir esto por las malas amenazándole, ¿comprendes?

Una lluvia en mi bolsilloWhere stories live. Discover now