Capítulo 38

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CEPEDA


No me sentía cómodo y tenia frio. Lo primero era culpa de Miriam, ella se había empeñado en que tenía que llevar traje y esa estúpida pajarita, si nos íbamos a quedar tranquilamente en casa toda la noche no entendía esa manía de vestir de gala una camiseta básica de las mías hubiese ido de lujo. Lo del frio admito que era para fumar, con Gala en casa siempre que tenia que consumir tabaco me autoimponía salir a la terraza, los nervios me estaban matando y lo necesitaba con urgencia, sino no estaría allí aguantando los -3 grados que había en Ourense.

-¡La virgen! Si te quedas aquí un ratito mas nos puedes servir de cubito para los cubatas.

Sonrió encendiéndome otro cigarro, cuando he salido a la terraza quedaban 5, ahora solo queda 1.

-¿Te acuerdas la ultima vez que celebramos juntos como ahora fin de año?

-Muchos años Roí, la verdad me alegro de cenar con todos vosotros y encima solo de ver lo feliz que es mi hija ya vale la pena.

-Sin embargo, pese a que todo es felicidad estas aquí fumando como un condenado, pasando un frio que es para morirse y con una cara de amargado que no puedes con ella.

-Que le costaba, un simple si o un no tío.

-A cada uno le cuesta de diferente forma las cosas, hay amigos que hasta que no les abre los ojos una desconocida con flequillo rompen amistades, o no te acuerdas...- Roi me guiña el ojo, la verdad es que eso es verdad, de no ser por Aitana esta escena y esta cena serian impensables.

-Debería entrar...

-Eh, venga o no venga, la noche esta para disfrutar.

Sonrió abrazándolo y tirando el cigarro por el balcón entro de nuevo en la casa. Ana estaba acabando de preparar la mesa con la ayuda de Gala, Miriam finalmente no había podido venir porque cenaban con la familia de su novio, la entendí y además esa compañía era toda...bueno...casi toda la que necesitaba. Gala estaba preciosa con un vestidito negro y una coleta, la verdad es que a su edad es una niña con mucho gusto por la moda.

Nos disponemos a sentarnos, hay un sitio libre en la mesa, que parece que finalmente no va a ser ocupado, para mi tristeza, pero entonces suena el timbre.


AITANA


Había dudado mucho si asistir y en el momento en el que el timbre sonó las piernas me flaqueaban un poco. Gracias a la ayuda de Marta, con la que había hecho las paces después de que se presentara en el hospital en la prueba definitiva de mi padre, había escogido un vestido negro ajustado con escote palabra de honor. Sobre todo esa decisión final había sido condicionada por la maravillosa noticia de que mi padre había superado el cáncer, eso me había ayudado a animarme para una fiesta y con la intención de dejar ese año de mierda atrás.

Cuando él abrió todos esos pensamientos en mi cabeza desaparecieron, iba también muy elegante y incluso con pajarita, me resultaba una imagen muy familiar. Yo esperando en la puerta de su portal, él abriendo y disimulando fatal que me estaba pegando un repaso de arriba abajo. Se sentía bien, volver a casa.

-Has venido. -lo veo sonreír casi emocionado.

-Tampoco tenia un plan mejor...-sonrió vacilándole.

Se hace a un lado en la puerta al entrar y los primeros en abrazarme son Roí y Ana, los echaba muchísimo de menos. Ana hace que el abrazo dure eternamente y incluso se le salen algunas lágrimas, 1 año sin ver a personas que en poco tiempo se convirtieron en casi vitales para mi provocaba esas emociones, de momento, yo estaba consiguiendo salvar del llanto a mis ojos.

Una lluvia en mi bolsilloKde žijí příběhy. Začni objevovat