𝙨𝙞𝙧𝙞𝙪𝙨 𝙗𝙡𝙖𝙘𝙠

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(editado)

Era tarde por la noche y Sirius aún no había ni siquiera llamado. Tenía miedo de que le sucediera algo. Voldemort estaba suelto por ahí y cualquier cosa podría ocurrir. Llamé a James preguntándole si sabía algo de mi comprometido, pero él negó. Después de un rato hablando con Lily del pequeño Harry, la pareja me tranquilizó diciendo que en cualquier momento llegaría. Al cortar la llamada, la puerta principal se abrió.

—Era hora de que llegaras —dije molesta mientras lo observaba desde las escaleras. 

Sirius bufó y se tiró al sillón.

—Ocurrió un problema con mi moto. 

Reí indignada.

—Primero que te encontraste con un amigo del colegio, luego que te llamaron de no sé dónde, ahora la moto. ¿Hay algo que quieras decirme? 

Sirius se levantó del sofá y se acercó a mí. Un aroma dulce desprendía de él. No era su perfume, ni era el mío. Paralizada, me rodeó con los brazos y me atrajo hacia él.

—Lo siento, en serio, Ange. 

Una marca de labios aparecía en el cuello de su camisa blanca que le había regalado para nuestro compromiso. La persona que lo hizo tenía muchas ganas de que me enterara que mi novio había estado con ella. Sirius me dejó un corto beso en los labios que no respondí, pero él no parecía haberlo notado.

—Iré a darme una ducha y luego me acostaré a dormir, estoy exhausto.

Exhausto de estar con otra, pensé. Mi corazón latía rápidamente y una ira desenfrenada crecía dentro de mí. Sirius se había quitado nuestro anillo de compromiso y no se acordó de colocárselo. Apreté mis manos en forma de puño y suspiré. Debía haber una explicación para todo esto.

—Te calentaré la cena —dije aparentando la mayor tranquilidad.

—Eso sería estupendo, gatita. 

Y por primera vez en la vida me dio asco aquel apodo.

Sirius subió las escaleras hasta nuestro dormitorio. Simulé colocar algo en el horno mientras escuchaba el ruido del agua al caer. Subí lentamente y observé la camisa con sus pantalones arriba de la cama. Su varita estaba en la mesa de luz. La agarré y quería romperla, quería hacerla pedacitos. La escondí bajo la cama y me detuve en su ropa nuevamente.

Empecé a oler con mayor detenimiento y observé la marca de pintalabios. Toqué los bolsillos de su pantalón y encontré el anillo y una pequeña nota.

"Siempre tuya, Lina." ¿Quién era Lina y por qué sería siempre de Sirius? 

Mis ojos comenzaban a aguarse.

—¿Qué haces? 

Había estado tan concentrada en lo que veía que no noté que Sirius había salido de la ducha.

—Qué haces tú es la pregunta —Le mostré la pequeña nota—. ¿Quién es Lina? 

La mirada de mi comprometido se puso seria y su pecho subía y bajaba rápidamente por el nerviosismo. El pelo mojado hacía ver lo que en verdad era, un perro pulgoso callejero.

—No es nadie.

Fue lo único que pudo decir. 

Arrugué la estúpida nota en mis manos y se la lancé a la cara. Él fue lo suficientemente rápido para agarrarla en el aire.

—¿No es nadie? —grité—. ¿No es nadie? Eres un ridículo, Black. 

Fui hasta su armario y comencé a tirarle toda la ropa.

—¡Para! Angelina, hablemos, déjame que te lo explique. 

Sirius se acercó a mí con la toalla en la cintura y su pecho mojado. Su rostro demostraba nervios.

—¡No te acerques! —Saqué mi varita de la cintura y lo apunté. Mi novio se echó para atrás alarmado—. Te acercas y quemaré toda tu ropa.

—Angelina... por favor. —Las lágrimas habían comenzado a caer por mis mejillas al ver rasguños y marcas en el cuerpo de él que yo no había provocado. Sirius notó que fijaba mí vista en algo y se miró—. No son lo que tú crees.

—No vas a engañarme, Sirius. Ya estoy harta de ti y de tus estúpidas mentiras. —Le tiré la sortija que rodó hasta sus pies—. ¿Qué vas a decirme de eso? —Intentó hablar, pero ninguna palabra salía de su boca—. Me das asco, eres la peor persona en la faz de la tierra. 

Saqué mi anillo y se lo tiré también. Eso pareció dolerle porque me miró aún sin decirme nada.

—Te juro que no pasó nada con Lina, sólo...

—Sólo se hacían compañía ¿verdad? Tenían sexo, pero nada más —dije con sarcasmo—. Te quiero fuera de esta casa en menos de veinte minutos. 

Me limpié las lágrimas y con la varita comencé a sacar toda la ropa de Sirius de los armarios.

—Amor...—intentó hablar, pero nuevamente se calló. 

¿Qué podía decirme?

—Vuelves a llamarme así y realmente prenderé fuego tu ropa. —Lo miré por última vez— Junta toda tu mierda y en menos de veinte minutos no quiero verte más. 

Salí de allí y media hora después, Sirius bajó con una maleta y su varita. Había tenido gran rato buscándola.

—Necesito hablarte antes de irme. —Lo observé esperando, en mi interior, que lo que dijera me hiciera cambiar de opinión—. No voy a negarte nada. Te he estado engañando. —Un crucio dolía menos. Asentí y bajé la mirada. No quería que me viera llorar—. Pero puedo asegurarte que es a ti a quien amo.

—No me digas.

—No me creas, tienes todos los motivos. Pero sólo quiero que lo tengas en cuenta. Soy la mierda, me he comportado como una rata y no supe valorar lo que tenía, pero te pido perdón. —Su voz comenzaba a quebrarse. Subí la vista. Algunas lágrimas se escapaban. Él dejó los anillos arriba de la mesa y me miró—. Has sido la única que me entendió todos estos años y estuvo para mí. Te amo, Angelina.

—Veo que no lo suficiente. —Y comencé a llorar. Sirius lloraba conmigo, pero no me importaba cómo se sentía él—. Estas libre para hacer lo que quieras, Sirius. No vuelvas a buscarme, te lo pido por favor. 

Mi ahora ex novio se tironeó sus cabellos con las manos dando una pelea consigo mismo. Buscó en el bolsillo de su chaqueta lo que menos me esperaba.

—Creo que no era el único que ocultaba cosas. —Dejó junto con los anillos un test de embarazo positivo—-. ¿Cuándo pensabas decirme?

—Hoy.

Comencé a llorar más fuerte y me tapé la cara con las manos.

—Estas esperando un hijo mío, claro que te buscaré y te acompañaré en lo que sea necesario. 

Y pude entender que lo que más le apenaba no era perderme a mí, era perder a su futuro hijo.

—No quiero. No quiero, Sirius. 

Limpió sus lágrimas con la manga de la chaqueta y asintió.

—Quieras o no, voy a cuidarte. Tal vez no estaremos juntos, pero sigo siendo el padre. 

Señaló mi vientre. Me miró por última vez y se fue de la casa sin decir nada más.

—Te odio, Sirius Black —susurré mientras seguía llorando sin parar    

harry potter || one shots y fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora