🦌Un casi castigo

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—Vengan conmigo, Potter —dijo Snape. 

Harry y Emily lo siguieron escaleras abajo. Harry limpiándose las manos en el interior de la túnica sin que Snape se diera cuenta. Bajaron hasta las mazmorras y entraron en el despacho de Snape. Harry sólo había entrado en aquel lugar en una ocasión y también entonces se había visto en un serio aprieto. Desde aquella vez, Snape había comprado más seres viscosos y repugnantes, y los había metido en tarros. Estaban todos en estanterías, detrás de la mesa, brillando ala luz del fuego de la chimenea y acentuando el aire amenazador de la situación.

Emily no parecía del todo nerviosa. Se había visto en situación aún más complicadas. 

—Siéntense —dijo Snape.

 Ambos se sentaron. Snape, sin embargo, permaneció de pie. 

—El señor Malfoy acaba de contarme algo muy extraño, Potter —dijo Snape.

 Harry no abrió la boca. 

—Me ha contado que se encontró con Weasley junto a la Casa de Los Gritos. Al parecer; Weasley estaba solo. 

Emily no decía nada. 

—El señor Malfoy asegura que estaba hablando con Weasley cuando una gran cantidad de barro le golpeó en la parte posterior de la cabeza. ¿Cómo crees que pudo ocurrir?

 Los mellizos trataron de no parecer sorprendidos: 

—No lo sé, profesor.

Snape taladraba a Harry con los ojos. Era igual que mirar a los ojos a un hipogrifo: Harry hizo un gran esfuerzo para no parpadear.  

—Entonces, el señor Malfoy presenció una extraordinaria aparición. ¿Se te ocurre qué pudo ser; Potter? 

—No —contestó Emily, intentando aparentar una curiosidad inocente. 

—Sus cabezas, Potter. Flotando en el aire. 

Hubo un silencio prolongado.

—Tal vez debería acudir a la señora Pomfrey. Si ve cosas como... 

—¿Qué estaría haciendo sus cabezas en Hogsmeade, Potter? —dijo Snape con voz suave—. Sus cabezas no tienen permiso para ir a Hogsmeade. Ninguna parte de sus cuerpos, en realidad. 

—Lo sé —dijo Harry, haciendo un esfuerzo para que ni la culpa ni el miedose reflejaran en su rostro. Emily seguía impasible—. Parece que Malfoy tiene alucina... 

—Malfoy no tiene alucinaciones —gruñó Snape, y se inclinó hacia delante, apoyando las manos en los brazos del asiento de Harry, para que sus caras quedasen a un palmo de distancia—. Si sus cabezas estaban en Hogsmeade, también estaba el resto. 

—Hemos estado arriba, en la torre de Gryffindor —dijo Emily—. Como usted mandó. 

—¿Hay alguien que pueda testificarlo? —preguntó Snape mirándola seriamente.

Ninguno de los hermanos dijeron nada. Los finos labios de Snape se torcieron en una horrible sonrisa. 

—Bien —dijo, incorporándose—. Todo el mundo, desde el ministro de Magia para abajo, trata de proteger de Sirius Black a los famosos Harry y Emily Potter. Pero los famosos Harry y Emily Potter hacen lo que le da la gana. ¡Que la gente vulgar se preocupe de su seguridad! Los famosos Harry y Emily Potter van donde les apetece sin pensar en las consecuencias. 

Guardaron silencio. Snape les provocaba para que revelaran la verdad. Pero no iban a hacerlo. Snape aún no tenía pruebas. 

—¡Cómo se parecen a su padre! —dijo de repente Snape, con los ojos relampagueantes—. También él era muy arrogante. No era malo jugando al quidditch y eso le hacía creerse superior a los demás. Se pavoneaba por todas partes con sus amigos y admiradores. El parecido es asombroso. 

harry potter || one shots y fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora