𝙨𝙞𝙧𝙞𝙪𝙨 𝙗𝙡𝙖𝙘𝙠·𝟯

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(editado)

—Ni se te ocurra escaparte para seguirlo mañana al Ministerio, Sirius —dijo Amy terminando de juntar los últimos platos.

Sirius se encontraba sentado aún con los brazos cruzados y murmurando insultos por lo bajo para Dumbledore y la señora Weasley.

—No quiero dejarlo solo, necesita compañía —gruñó—. Has visto su cara cuando Molly le dijo que Dumbledore prefería que fuera solo.

—¿Qué crees que pensarían si un perro pulgoso acompaña a Harry Potter a una audiencia que deliberará si sigue en Hogwarts o no? —preguntó poniéndose frente a su compañero—. Acata las órdenes de Dumbledore y deja de jugar.

Lupin levantó la vista para observar a la pareja que discutía como lo hacían comúnmente. Arthur terminó de juntar los utensilios y se sentó al lado del hombre lobo.

—¡No estoy jugando! Para ti es muy fácil caminar libremente allí fuera sin preocupaciones más que tu trabajo —espetó molesto levantándose de la silla.

—¿Crees que no tengo más preocupaciones? En este momento la orden es mi mayor problema y por si no te queda claro, todos aquí estamos haciendo lo posible para proteger a Harry.

Ambos se miraban como si fueran saltar sobre el otro en cualquier momento. Desde que Sirius había aparecido después de tantos años encerrado en Azkaban, para Amy no había sido muy fácil volver a confiar en él, a pesar de saber la verdad sobre su encarcelación.

Convivir juntos y estar en el mismo proyecto para proteger a Harry y derrocar a Voldemort después de tantos años no había sido de ayuda para su relación. Parecía que todo lo que habían vivido antes de ser novios en su adolescencia volvía a florecer.

—Sirius...—lo llamó Lupin.

—¡Ya sé que estás de acuerdo con todos ellos, Remus! —exclamó molesto y volvió a sentarse de brazos cruzados.

—Lo que iba a decirte es que Harry está completamente agradecido contigo y estoy seguro que él tampoco querrá que te la juegues de esa manera. 

—A ver si puedes con eso, Black. 

Amy le sonrió, provocando que Sirius apretara fuertemente sus manos formando puños.

—¿Y ustedes dos fueron novios? —preguntó Moody al aparecerse en la cocina. Todos se quedaron en silencio—. Harry ya se ha acostado a dormir, mañana será un día un poco largo para el muchacho así que les agradecería si bajan el tono de su voz.

Amy se quedó en silencio un poco incomoda por el comentario de Ojoloco. Cuando notó que se encontraba lo suficientemente cansada y que los planes que Moody les repetía ya se los sabía de memoria, se disculpó y subió las escaleras para dirigirse a su habitación.

—¿Todo bien? —preguntó Molly al encontrársela en el piso de arriba. Amy asintió rápidamente—. No se nota. ¿Quieres que charlemos?

La morocha sabía que no iba a poder librarse de Molly así que acepto su compañía. Entraron a la habitación de la muchacha y se sentaron ambas en la cama.

—Me recuerdas a mi madre —dijo Amy nostálgica—. Ella siempre pasaba por mi habitación todas las noches para que charláramos y pudiera desahogarme así dormía más tranquila.

—¿Y qué es lo que te tiene tan preocupada?—preguntó la señora Weasley mientras acariciaba la espalda de la muchacha para reconfortarla.

Amy tenía ganas de llorar.

—Todo. Siquiera pensar que Voldemort ha vuelto me revuelve las tripas. Dementores atacando a Harry. Lily y James...

—¿Sirius?—preguntó con una mueca Molly. 

Amy no pudo negarlo.

—También. Recuerdo mi adolescencia en Hogwarts y todo lo que viví allí que... me resulta completamente difícil no querer volver. 

—Te debes una charla con Sirius, lo tienes claro, ¿verdad? Desde que volvieron a rencontrarse no han hablado sobre nada de lo que sucedió.

Amy negó con la cabeza descartando esa descabellada idea. Había estado contándole a Molly cada uno de los encuentros con Sirius y ninguno había sido agradable.

—¿Qué debería decirle? ¿Qué todo este tiempo pensé que él había entregado a mis mejores amigos? Ni loca, jamás me lo perdonaré.

—Pero yo sí podría perdonarte.

Sirius se hallaba en el rellano escuchando la conversación. Molly sonrió con dulzura a Amy y se levantó de la cama.

—No peleen, ¿sí? Suerte —le susurró a Sirius y abandonó la habitación después de cerrar la puerta.

Amy se levantó de la cama mirando a sus pies. No podía mantener la mirada arriba, menos sabiendo que Sirius la observaba.

—Doce años esperé salir de Azkaban, doce años en los que pensaba solamente en volver a verte. Supe de inmediato, cuando no fuiste a verme ni una sola vez, que pensabas que yo había sido el culpable y no voy a negarte que sentí un odio hacia ti increíble.

La muchacha levantó la vista lentamente encontrando así los ojos grises que alguna vez la habían enamorado.

—Cuando volví a verte, Amy, todo ese odio se había evaporado y estaba feliz porque me hiciste sentir en casa. Sentí que todo lo que había vivido encerrado en aquel lugar habían valido la pena si el sentimiento que me producías era aquel. Pero debía aceptarlo, tú habías hecho tu vida sin mi, las cosas ya no eran las mismas.

—Sirius... ya no somos adolescentes —susurró Amy en  un hilo de voz.

—Lo sé y debemos aceptarlo. Ahora tenemos más responsabilidades de las que quisiéramos y debemos estar unidos. Por Lily y por James.

Amy se abalanzó a sus brazos sintiendo todo el calor que Sirius podía brindarle en aquel momento.

 ¿Qué importaba si alguna vez se habían amado? ¿Qué importaba ahora si los rencores eran más fuertes que los recuerdos felices? La vida había pasado y, aunque sus caminos se habían torcido, tenían una meta en común. Harry.

—Prometo protegerlo cuando tú no puedas. Lo hice durante catorce años, puedo hacerlo mucho más tiempo —susurró Amy en el pecho de su compañero.

—Pero yo estoy aquí ahora, yo debería poder ayudarlo.

—Lo harás si te quedas aquí. Si lo amas deberías comprender que sin ti Harry no podrá.

Aquella noche no fue ni por asomo parecida a las de su adolescencia.

Se acostaron en  la cama mirando el techo repleto de humedad de aquella habitación. Sus respiraciones estaban sincronizadas y el hermoso sonido de sus carcajadas inundaban el silencio del número 12 de Grimmauld Place al recordar travesuras que habían hecho en el colegio.

—La cantidad de zapatos que me rompiste y tuve que arreglar —dijo sonriendo Amy.

—Era divertido correr a un perro por los jardines.

—No si tú eras el perro.

harry potter || one shots y fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora