𝙙𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙢𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮·𝟮

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Zenda estaba completamente alarmada. Caminaba de un lado al otro por la habitación mientras Draco la miraba fijamente desde la esquina opuesta. Estaba aterrada y con razón. A su padre se le había escapado Harry Potter en el mismísimo Ministerio de la Magia y eso conllevaría a un castigo y esperaba que no fuera la muerte.

—Tienes que tranquilizarte —murmuró Draco—. Hasta que mi madre no regrese con información no sabemos qué pasará.

—Cierra la boca —le ordenó molesta la rubia.

—En todo caso no debería molestarte que Potter haya escapado con vida...

Zenda Yaxley miró molesta a su amigo, con las mejillas sonrojadas y sintiendo como recorría la ira por sus venas. Draco normalmente era un estúpido, pero a la muchacha le sorprendía a los altos niveles que podía llegar de vez en cuando. Se acercó a él con paso decidido, segura de que le lanzaría mil insultos, pero cuando lo tuvo enfrente su boca quedó muda.

—Tú... Tú te comportas como un imbécil —dijo Zenda.

—Te molesta que diga la verdad —respondió el muchacho que tenía unas marcadas ojeras—. Por dentro te mueres de felicidad por el escape de Potter.

—¡Muerta voy a terminar, sí, pero por el Señor Tenebroso! —exclamó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Draco se quedó en silencio, entendiendo lo mal que había estado por intentar hacerle una escena de celos a Zenda. No era el momento, pero no podía evitar sentirse molesto con la situación y ahora asustado, más aterrorizado de lo normal. El simple hecho de pensar en Zenda sin vida le habían provocado escalofríos.

La joven Yaxley se alejó de su compañero y se acercó al pequeño retrato que tenía sobre su escritorio. Ella junto a su padre sonreían a la cámara y su madre corría para reunirse con ellos. La extrañaba y por momentos no pensaba que la idea de morir fuera tan mala.

—No soporto todo esto —susurró Zenda al sentir como Draco la abrazaba por detrás, consolándola—. Quiero irme.

—Yo también —dijo Draco en voz baja, queriendo que esa conversación fuera solamente de ellos dos—. Te prometo que todo terminará pronto.

—Sabes que no —contestó la rubia dándose la vuelta para verlo de frente—. Hoy Harry ha tenido suerte, pero tal vez la próxima no pueda escaparse... ¿Lo entiendes? ¿Entiendes lo que significaría que Harry muera?

El silencio inundó la atmósfera. Draco sabía lo que significaría perder a Potter, pero no quería pensar en aquello, tenía miedo de sólo imaginarlo. Secó con sus dedos fríos las lágrimas de Zenda y se la quedó mirando unos largos segundos. Estaba enamorado, completamente enamorado de aquella chica que lo observaba con una mezcla de ternura y miedo.

Draco, como hipnotizado y con sus manos aún agarrando el rostro de Zenda, la besó con suavidad. Ella aceptó el beso unos segundos después, cuando la calma comenzaba a embriagarla.




—Zenda, necesito que nos saques de aquí —murmuró el trasformado Harry mientras ella los metía en la celda, bajo la mansión Malfoy.

—Cállate —respondió ella cortante mientras los lanzaba al frío cuarto y cerraba las rejas con un encantamiento.

—Zenda, por favor....

—¡Por tu culpa casi matan a mi padre y yo no paro de torturar gente obligada! Suficiente que ni Draco ni yo dijimos quienes eran verdaderamente —gritó entre dientes para que nadie los escuchara—. Ahora cierra la maldita boca.

La rubia volvió a subir las escaleras mientras sentía que sus piernas temblaban. Si ayudaba a Harry y a Ron a escapar... ¡Por Merlín! No quería ni siquiera pensarlo. Escuchó un grito agudo, lleno de dolor y cuando se adentró al salón se dio cuenta de lo que sucedía.

Hermione Granger estaba tirada en el suelo, con Bellatrix encima de ella torturándola.

—¡Te lo preguntaré una vez más! ¿De dónde sacaron esta espada? ¿De dónde?

—La encontramos... la encontramos... ¡¡Oh, por favor!! —lanzó otro alarido Hermione.

Zenda miró a Draco que miraba la escena espantado. Si bien Hermione nunca había sido de su agrado aquella no era la imagen más bonita para apreciar. La rubia se acercó lentamente a su amigo mientras escuchaba los gritos de Ron un piso más abajo y los gritos de Hermione allí mismo. Zenda le tomó la mano a Draco con fuerza, dándole ánimos, diciéndole que tenía permitido sentirse de la manera en la que se sentía.

—¡Zenda! —gritó Bellatrix—. ¡Ven aquí!

Yaxley se separó de mala gana de su amigo y se acercó a la bruja que apuntaba con la varita la garganta de Hermione.

—Tú conoces mejor a esta sangre sucia... ¡Mírala a los ojos y dile que me diga la verdad!

Zenda pensó que aquello era estúpido. Si Hermione no le había respondido a Bellatrix, una de las brujas más poderosas y temidas, no iba a responderle a ella.

—Zenda, por favor... —murmuró Hermione entre llantos.

—¡Cállate! Zenda, tortúrala —ordenó Bellatrix.

Yaxley se quedó de piedra. No, no podía hacer eso. Suficiente tenía con torturar a aquellos hijos de muggles que no conocía como para hacérselo a una compañera de colegio.

—¡Hazlo ahora! O llamaré al Señor Tenebroso... ¡No estás en posición de desobedecerlo!

Zenda respiró profundo y sacó su varita del bolsillo. Apuntó con su mano temblorosa a Hermione y dijo—: Hermione, dinos de dónde sacaste la espada...

—Zenda, no lo hagas, por favor...

—¡Hazlo ahora mismo!

—¡Crucio!

Hermione chilló, pero Zenda sintió que fue más por el miedo que por el dolor porque ella no quería lastimarla, por lo que el maleficio no podía haber funcionado correctamente y con la fuerza debida.

—¿De dónde sacaron la espada? —volvió a preguntar Bellatrix.

Zenda creía que se desmallaría en aquel lugar y Draco lo notó, porque rápidamente tomó la mano de la rubia y la sacó de allí, atrapándola en sus brazos. La llevó hasta el salón contiguo y con una gran fuerza logró acostarla en el sillón. Ambos estaban pálidos y asustados.

—Draco...

—Sh, no digas nada —le pidió él arrodillado a su lado.

—No puedo creer lo que acabo de hacer —dijo ella con una presión en el estómago—. No puedo creerlo.

—Tranquila, tú no has querido hacerlo.... Todo está bien.

—Por favor, tienes que ayudar a Harry a salir de aquí. Todos tienen que salir con vida.

—Zenda —murmuró Draco intentando descubrir el chiste en las palabras de la muchacha—. No me hagas esto.

—Draco... La primera vez Harry ha tenido suerte y esta vez... esta vez no quiero que no pueda escaparse... Lo necesitamos con vida y tú lo sabes mejor que nadie...

A Zenda le costaba respirar. Sentía que con aquel maleficio había perdido toda la fuerza y no entendía muy bien por qué y lo odiaba. 

—¡Draco! —lo llamó Lucius desde el otro lado—. ¡Ven aquí!

—Draco, te amo —le dijo Zenda antes de que él se levantara—. Te amo y quiero estar a tu lado siempre, pero en un mundo bonito y sé que quieres lo mismo... No dejes que mueran.


harry potter || one shots y fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora