𝙗𝙞𝙡𝙡 𝙬𝙚𝙖𝙨𝙡𝙚𝙮·𝟮

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Aquella semana me había cansado de ignorar y rechazar a Bill. Día tras día William lograba sacarme un poco más del molde. Fred y George no me ayudaban en nada, en cada oportunidad que tenían se aliaban con su hermano para lograr "enamorarme".

—A mi me gustaría que estuvieras con Bill —dijo Ginny mientras trenzaba mi cabello.

—No digas tonterías.

—¡Sí! Así formarías parte de la familia oficialmente, sería increíble.

Aquella noche fue la gota que colmó el vaso. 

Luego de charlar con Ginny sobre las posibilidades de Bill de enamorarme la dejé en la habitación para que descansara. Bajé lentamente las escaleras y Molly se encontraba terminando de lavar los últimos platos.

—Siento no haberte ayudado esta noche —me disculpé mientras me sentaba frente a ella.

—Tranquila, Blair. ¿Cómo te encuentras? —preguntó secándose las manos y sentándose en la mesa haciéndome compañía.

Miré mis manos y suspiré. Me encontraba muy cansada.

—Estoy agotada. Estoy muy asustada con lo de el Ministerio y... no quiero perder el empleo —dije sincera.

—¡Por Merlín! Claro que no perderás el empleo —dijo sorprendida por mis palabras—. Ya encontrarán a ese maldito...

Las últimas palabras fueron casi inaudibles. Conocía muy por encima la historia de Sirius Black y los Potter, pero para estar tan desvinculada con Harry sabía que no debía tocar el tema frente a él.

—Mañana debería ir al Ministerio. Tengo que hablar con Fudge y explicarles algunos asuntos de Azkaban. Seguro me necesitan.

Molly acarició mis manos y me sonrió dándome ánimos. No entendía cómo podía querer tanto a aquella mujer.

—No sólo el empleo te tiene así, ¿verdad?—preguntó casi riéndose por la cara que había puesto—. Cuéntame.

Le conté todo lo que había sucedido esa semana con su hijo Bill; la charla con él en la cocina la primera noche; los mil coqueteos cada vez que nos encontrábamos solos; las figuras parlantes que recitaban poemas en mi ventana cada noche, entre mil cosas más.

—Bueno, sabía que Bill estaba atrás tuyo, pero no me imaginé que tan así.

—Es que él tan sólo me ha tomado como un reto, Molly. Tal vez le parezco atractiva, pero no estaría con Bill ni en mil años.

Aquella madrugada un ruido extraño en el jardín me despertó. Estaba muy cansada y temprano por la mañana tenía que ir al Ministerio, pero un ruido en mi ventana hizo que me despertara. Casi a ciegas e intentando no despertar a Ginny me levanté de mi cama y miré por el cristal. Puse los ojos en blanco. Bill Weasley se encontraba en el jardín junto a dos escobas voladoras.

Me coloqué un pantalón y mis pantuflas y bajé rápidamente las escaleras intentando no hacer mucho ruido y salí al patio.

—Estás de broma —dije molesta acercándome a él.

Bill llevaba una sonrisa de oreja a oreja y me extendió una escoba.

—Tan sólo una vuelta. Vamos hasta el otro lado de la colina y volvemos.

—Que no. Necesito estar presentable mañana, mi empleo está en riesgo.

Me di media vuelta, pero Bill me detuvo agarrando mi brazo.

—Una vuelta, Blair. Por favor —me dijo mirándome fijamente a los ojos—. En dos días me vuelvo a Egipto y prometo que no volveré a molestarte hasta que te vuelva a ver.

Eso no eran condiciones muy tentadoras, pero mi niña interior aún enamorada de Bill chillaba para que aceptara. Era sólo una vuelta, ¿no? ¿Qué podía salir mal?

Miré de mala manera a William para seguir aparentando que aceptaba casi obligada y tomé una escoba. En segundos me encontraba dando vueltas en el aire.

—¿Hasta la colina y volvemos? —pregunté girando a su alrededor.

—Exacto. ¿Carrerita?

No le dije nada, pero rápidamente comencé a volar hacia la colina lo más veloz que mi escoba podía.

—¡Eh! Eso es trampa.

Sin embargo, al girarme, Bill ya me había alcanzado. Mi sonrisa se había borrado cuando encima de la colina había una cesta con dulces preparada. Bajé lentamente hasta la colina y Bill me siguió detrás.

—¿Te gusta?—preguntó emocionado.

—¿Qué es esto? —dije mirándolo con el ceño fruncido

—Lo he preparado para ti.

Bufé y me subí nuevamente a mi escoba, pero Bill fue más rápido que yo y me la sacó de mis manos.

—¡Espera! ¿No te ha gustado? —dijo desilusionado mirando su cesta.

 La noche estaba iluminada con las estrellas y, aunque no podía negar que aquello era bellísimo, quería irme de ahí.

—¿Por qué me haces esto?—le pregunté agotada por sus mil intentos de conquistarme—. Creo que he sido muy clara contigo.

—¡Vamos, Blair! Esto es tan sólo una escapada de amigos.

—Tú y yo no somos amigos —dije seria. Todo aquello me parecía ridículo—. No sé en qué idioma hablo, pero creo que te dejé bien en claro que...

—... no quieres nada conmigo. Sí, lo sé. No te cansas de repetirlo.

—Y pareciera que tú no te cansas de escucharlo.

Bill bufó y se sentó junto a la cesta. Su cabeza estaba mirando al suelo y dejó las escobas esparcidas por aquel montículo de tierra.

—Puedes irte —dijo desanimado.

Mi corazón latía con fuerza y me sentía la persona más malvada en el mundo. Me insulté en el interior y maldije a Bill con todas mis fuerzas, pero me senté a su lado mirando las estrellas.

—Lo siento —susurré sin mirarlo.

—Yo lo siento. Creo que me he pasado.

—¡No! —negué rápidamente—. Todo esto es muy hermoso. Lo que pasa es que... no puedo, Bill —dije soltando un suspiro—. No puedo creer que hagas todo esto porque te gusto. He esperado toda mi adolescencia para que tú sólo me miraras y ahora... no es creíble.

—Pero es la verdad —dijo desesperado mirándome atentamente—. Me gustas mucho. Me encantaría conocerte y sé que es un poco raro porque eres la amiga de Charlie y mis hermanos te tienen como una más de la familia y para mis padres eres como una hija, pero no he podido evitarlo.

Nuestros brazos rozaban y nuestras miradas estaban en una conexión difícil de romper.

—Déjame demostrártelo, Blair.

Después de tantos intentos, aquella noche, él lo había conseguido. Con su mano derecha tomó mi cara y acercó su rostro al mío. Sus labios rozaron mis labios. Fe un beso corto, pero lleno de sentimiento. Yo le había correspondido, pero no podía moverme de mi lugar. Estaba tan asombrada que me había quedado de piedra. Todo lo que había deseado hacía muchos años atrás se había cumplido.

Bill lanzó una risa nerviosa y volvió a mirar hacia enfrente. Sabía que su corazón latía a mil por hora porque yo estaba igual.

—Lo sien...

No lo dejé terminar. Me lancé sobre él y lo besé intensamente. Bill me correspondió al instante mientras se acostaba sobre el césped y sus manos acariciaban mi espalda.

Tal vez en dos días se iba a Egipto y no lo volvería a ver en mucho tiempo.

harry potter || one shots y fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora