🦌Enamoramiento de Neville

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Era como si hubieran ganado ya la copa de quidditch; la fiesta se prolongó todo el día y hasta bien entrada la noche. Emily, Fred y George Weasley desaparecieron un par de horas y volvieron con los brazos cargados con botellas de cerveza demantequilla, refresco de calabaza y bolsas de dulces de Honeydukes. 

—¿Cómo lo han hecho? —preguntó Angelina Johnson, mientras George arrojaba sapos de menta a todos. 

—Con la ayuda de Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta —susurró Fred al oído de Harry. 

Sólo había una persona que no participaba en la fiesta. Hermione, inverosímilmente sentada en un rincón, se esforzaba por leer un libro enorme que se titulaba Vida doméstica y costumbres sociales de los muggles británicos. Harry y Emily dejaron la mesa en que Fred y George habían empezado a hacer juegos malabares con botellas de cerveza de mantequilla, y se acercaron a ella. 

—¿No has venido al partido? —le preguntó Harry.

—Claro que sí —respondió Hermione, con voz curiosamente aguda, sin levantar la vista—. Y me alegro mucho de que ganáramos, y creo que tú lo hiciste muy bien, pero tengo que terminar esto para el lunes. 

—Vamos, Hermione, ven a tomar algo —dijo Harry, mirando hacia Ron y preguntándose si estaría de un humor lo bastante bueno para enterrar el hacha de guerra. 

—No puedo, Harry, aún tengo que leer cuatrocientas veintidós páginas —contestó Hermione, que parecía un poco histérica—. Además... —también miró a Ron—, él no quiere que vaya.  

Harry suspiró rendido y se alejó.

—Hermione, los chicos están realmente comprendiendo que algo pasa, ¿No es mejor contárselo? —preguntó Emily.





 Tuvo un sueño muy raro. Caminaba por un bosque, con la Saeta de Fuego al hombro, persiguiendo algo de color blanco plateado. El ser serpenteaba por entre los árboles y Harry apenas podía vislumbrarlo entre las hojas. Con ganas de alcanzarlo, apretó el paso, pero al ir más aprisa, su presa lo imitó. Harry echó a correr y oyó un ruido de cascos que adquirían velocidad. Harry corría con desesperación y oía un galope delante de él. Entró en un claro del bosque y... 

—¡AAAAAAAAAAAAAAGH! ¡NOOOOOOOOOOOO! 

Harry despertó tan de repente como si le hubieran golpeado en la cara. Desorientado en medio de la total oscuridad, buscó a tientas las cortinas de la cama. Oía ruidos a su alrededor; y la voz de Seamus Finnigan desde el otro extremo del dormitorio:—¿Qué ocurre?

A Harry le pareció que se cerraba la puerta del dormitorio. 

Tras encontrar la separación de las cortinas, las abrió al mismo tiempo que Dean Thomas encendía su lámpara. Ron estaba incorporado en la cama, con las cortinas echadas a un lado y una expresión de pánico en el rostro. 

—¡Black! ¡Sirius Black! ¡Con un cuchillo! 

—¿Qué? 

—¡Aquí! ¡Ahora mismo! ¡Rasgó las cortinas! ¡Me despertó! 

—¿No estarías soñando, Ron? —preguntó Dean. 

—¡Miren las cortinas! ¡Les digo que estaba aquí! 

Todos se levantaron de la cama; Harry fue el primero en llegar a la puerta del dormitorio. Se lanzaron por la escalera. Las puertas se abrían tras ellos y los interpelaban voces soñolientas: 

—¿Quién ha gritado?

—¿Qué hacen? 

La sala común estaba iluminada por los últimos rescoldos del fuego y llena de restos de la fiesta. No había nadie allí. 

harry potter || one shots y fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora