Dos personas.
Dos mundos opuestos.
Una relación falsa.
Una noche de fiesta ha bastado para dar un giro impredecible en la vida de Nicole Carson y Maximiliano Dimitriou, una estudiante universitaria y un magnate hotelero.
Uno nunca se ha enamorado y...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
No siempre iba a poder estar encerrada en mi departamente, mucho menos cuando tengo un examen importante que presentar. Así que, aquí estoy, en la universidad recibiendo miradas de muchos.
¿Ahora resulta que todos están interesados en mí cuando los pasados años de mi vida huían como si fuera un virus mortal?
Puedo oler la falsedad de la mayoría que me dan sonrisas bonitas o me saludan como si me conocieran desde que estoy en maternal. Y no, no estoy siendo enfadosa ni malagradecida, porque solo yo sé que se siente que te excluyan de todo las demás personas.
Si no fuera porque tengo a Dominic y Rebecca, mis años de estudiante hubieran sido tristes y solitarios. Con ellos no necesito a nadie más, porque son suficientes para mí. Si no soy invitada a una fiesta, ellos me llevan aún así, y si no quiero ir, entonces nosotros organizamos un plan cómo ir comer a restaurantes, ir al lago, quedarnos en casa y armar nuestro propio cine o también visitar a la empresa de Dominic para probarnos las prendas que le han mandado marcas reconocidas, pues la familia Luther es conocida por vender las mejores telas para la alta costura.
Mientras que Rebecca y yo estamos próximas a ser abogadas, Dominic es un destacado individuo en el mundo de la moda.
Lo que alguna vez soñamos con ser de grandes.
—La gente me irrita —se queja Becca.
Dejo de revisar si tengo algún mensaje de Maximiliano para prestar atención a lo que sucede a nuestro alrededor.
—No les prestes atención.
—Eso quiero pero no puedo. —Le para el dedo a un tipo justo cuando captura una foto de las dos—. Oye, imbécil, eso es invasión de privacidad.
El hombre rápidamente oculta su celular, avergonzado.
—Perdón.
—Si tanto lo sientes, borra esa fotografía, imbécil —Becca está por volver a pararle el dedo, pero la detengo, agarrando sus muñecas y jalándola a los baños de las mujeres que no están muy lejos del pasillo principal en el que nos encontrábamos.
Cuando la suelto, reviso por debajo de cada puerta que no haya nadie. Solo hay un par de pies que se asoman. En definitiva es mejor que el resto de la gente que está fuera de aquí.
—Parece que he salido con un príncipe —bufo—. Todo esto es un desastre.
—Bueno, si te pones a pensar, podríamos considerar más al señor Dimitriou como un rey o un Dios. ¿Acaso no has visto su cara? Parece que fue esculpida. Aunque, con todo el dinero que tiene, a lo mejor se realizó una cirugía. Si ese es el caso, necesito el contacto de esa persona para arreglarme esta nariz —se pasa el dedo índice por la nariz.
—Rebecca tu nariz es bonita.
—La quiero más respingada —presiona su dedo en la punta de su nariz para mostrar cómo la quiere tener—. En fin, estamos hablando sobre tu posible sugar daddy.
