Capítulo 31

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Those eyes - New West.

Narrando Maximiliano Dimitriou

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Narrando Maximiliano Dimitriou.

—Por favor, Max —rogaba, enterrando sus dedos empuñados en mi cabello.

Solo seguía complaciéndola. Mi promesa no la iba a romper, mucho menos si se trataba de la mujer que me traía vuelto loco. Aunque en ese momento, entre sus gemidos, sus manos trabajando con mi miembro y sus besos, podría decir que me tenía peor que vuelto loco.

Había un punto donde quería perder la cordura y embestirla con mis dedos más fuerte, así como también besarla con rudeza. Sin embargo, me contenía de hacerlo porque era lo suficiente caballero como para cuidarla en su primera vez.

Todo a su tiempo.

La sumerjo al mundo del placer lentamente y, cuando lo conozca con todas sus virtudes, dejo la dulzura de lado para cogerla hasta dejarla adolorida de placer.

Podía ser dulce con ella todo el tiempo, pero en la cama, siempre sería lo opuesto.

—¿Te gusta, mi hermosa? —relamí uno de sus pezones rosados, hipnotizado por lo grande que eran sus tetas. Quería comerlos y dejar marcas; no que no lo haya hecho ya, solo que quería hacerlo el resto de la noche.

—Max —fue su única respuesta.

Ahora, cada vez que abreviara mi nombre, en lo único que podría pensar, sería en ella casi desnuda y gimiendo para mí.

Me volveré adicto a ella.

—¿Señor Dimitriou? —Alexandra, mi secretaria, truena los dedos al verme perdido en mis pensamientos.

—¿Hm? —dejo de sobar mi barbilla, volteando a verla. Como siempre, trae su portapapeles en mano, lista para pasar el itinerario del día.

—Espero no le moleste la pregunta, pero ¿por qué está tan distraído últimamente?

<<Por una mujer que está en LV y se ha convertido en mi rutina diría pensar en el recuerdo de nosotros dos en el Rolls-Royce liberando el deseo acumulado>> esa sería la respuesta correcta. En cambio, digo:

—Estoy estresado por el hotel de Londres —en parte es cierto. Es un proyecto que tiene mucho potencial, por ende, lleva muchas horas de ardua planeación para ofrecer la mejor calidad posible.

—Entonces creo que no le va a gustar saber que hubo un inconveniente con el diseñador de interiores.

—¿Qué clase de inconveniente? —recargo los codos en el escritorio de vidrio.

—Quiere renunciar al proyecto, señor.

Eso logra cambiar mi buen humor. A este punto, no tengo tiempo para contratar a personas que no puedan cumplir con el trabajo que les solicito. Eso solo ocasiona retrasar el proyecto hasta poder conseguir a alguien que ofrezca lo que estoy buscando que cumplan como requisitos.

Mientras Me Busques (1º) ©Where stories live. Discover now