Dos personas.
Dos mundos opuestos.
Una relación falsa.
Una noche de fiesta ha bastado para dar un giro impredecible en la vida de Nicole Carson y Maximiliano Dimitriou, una estudiante universitaria y un magnate hotelero.
Uno nunca se ha enamorado y...
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¿Cómo le puedo preguntar si Grigory se dedica a los negocios turbios si parece que no quiere hablar del tema? No es como que sea una necesidad preguntar, nada más quiero saber si merece que etiquete a su amigo como mafioso o no.
Puede que esté inventado todas estas ideas y escenas en la cabeza con lo que acaba de pasar y, en realidad, no sea nada drástico. Quizá Grigory tiene un permiso especial para portar arma, al igual que sus guardaespaldas. O tal vez es alguna clase de policía, detective o espía y por eso tiene compañeros que lo apoyan.
No. ¿A quién quiero engañar? Grigory en realidad es igual de criminal que Jacob, solo quiero pretender que no lo es porque él al menos me cae bien, no como Jacob que ahora no soportaré ni escuchar su nombre.
—¿No te da miedo? —pregunto, subiendo las escaleras hacia mi departamento.
En el camino decidí no mencionar nada, porque ni siquiera sé si Roberto tiene la menor idea de que su jefe se relaciona con personas peligrosas. Dios, ni siquiera sé si Maximiliano quiere que su chofer y jefe de seguridad se entere.
—Al principio sí, ahora no. Con el tiempo me fui acostumbrando —me sigue por detrás—. No lo quiero justificar, pero Grigory no es tan malo a cómo de seguro lo crees en tu cabeza. Lo sé, suena ridículo, pero de los casi quince años que lo conozco, nunca ha dañado personas que no lo merezcan.
Me detengo a casi los últimos escalones para voltearlo a mirar.
—¿Estás seguro de eso?
Se detiene con un pie en un escalón abajo y otro arriba. Fija su mano derecha en el barandal y me mira con minuciosidad.
—Eh... —se pasa la mano por la barbilla—. Mira, Grigory podrá ser un delincuente, criminal, maleante, como sea que lo quieran calificar, pero yo sé que nunca será su intención dañar a personas inocentes.
Le creo, no porque lo diga él, sino porque de las pocas veces que he interactuado con Grigory, puedo notar que sabe respetar y cuidar aquellos que son indefensos, mientras que trata con desdén y castiga aquellos que son malvados.
Sin embargo, eso no quita que me revuelva las tripas saber la clase de hombre que es.
—Ahora entiendo por qué Jayson lo enfadó cuando dijo que también era empresario —recuerdo la primera vez que los conocí en la fiesta de los Dimitriou.
Sigo el camino a la puerta de mi departamento.
—Técnicamente lo es. Tiene sus edificios para encubrir sus negocios turbios.
Algo así, debido a que tengo fresco en la memoria, como es que Maximiliano le reprochó que en Rusia lo están buscando. Ahora, no sé si el evento del antro haya sido lo suficiente escandaloso como para que Estados Unidos quiera formar parte de la captura del mafioso. Claro, no podemos dejar fuera que Maximiliano estuvo ahí, lo que existe la posibilidad de que también le ocasione problemas legales.
