Dos personas.
Dos mundos opuestos.
Una relación falsa.
Una noche de fiesta ha bastado para dar un giro impredecible en la vida de Nicole Carson y Maximiliano Dimitriou, una estudiante universitaria y un magnate hotelero.
Uno nunca se ha enamorado y...
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—Te estaremos esperando el próximo lunes, Nicole —anuncia una de las encargadas del departamento de recursos humanos.
—Nos vemos hasta entonces.
—Hasta pronto —la sesión llega a su fin, transformando mi pantalla en negro.
Oh. Por. Dios.
¡Tengo el empleo!
Acabo de aceptar, posiblemente, la mejor propuesta de trabajo que han podido ofrecer. No importa la cantidad de pruebas que tenga que aprobar —ni importa si tengo que volver a tomar el examen bar—, voy a conservar el puesto y demostrar que tengo las habilidades para practicar leyes en Florida.
Suena estresante, lo cual no niego que lo va a ser, pero no es imposible.
Nada es imposible si tanto lo quiere uno.
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—Me siento extraña, así como si quisiera llorar, comer y llorar otra vez, Becca —dejo escapar de mis labios, sobándome el estómago—. A lo mejor estoy embarazada.
—¡OH POR TODAS LAS SANDÍAS DEL MUNDO! —exclama, despeinando su cabello con desesperación—. ¿Cómo te sientes? ¿Estás segura, o sea, cien por ciento segura? ¿Existen mil métodos anticonceptivos y quedaste embarazada? ¿Qué le vas a decir a Maximiliano?
—Respira, Dios mío —mis ojos se achinan producto de las fuertes risas. No lo decía en serio.
—¿Serán gemelos?
—¡Becca!
—Ay, no, cuidar dos bebés a la vez sería terrorífico.
—Imagínate que seas tú la que en un futuro tenga gemelos.
Becca inhala y exhala, calmando su acelerado corazón. Más relajada, deja caer su espalda en el colchón, mientras su cabello suelto se esparce a lo largo.
—No gracias. Y no cambies de tema cuando eres tú la que está embarazada, no yo.
—¡Rebecca!
—Es broma, solo quería practicar para cuando de verdad estés embarazada.
Claro que era una broma, aún recuerdo cuando ella me hizo la broma de que mis padres habían decidido romper los papeles de adopción y que se iría a vivir a una nueva casa. Han pasado nueve años desde ese día y, hasta fecha, se me acumulan lágrimas solo de pensar que fuera real.
Que mis padres hayan adoptado a Becca, fue lo mejor que nos pudo haber pasado en la casa de los Carson.
—Tú y tus bromas —me tumbo a su lado.
—Por favor, alguien tiene que ser la chistosa de los tres.
De los últimos días, hoy parece estar menos estresada por la mudanza. Parte de su estrés se debe a que Jacob le ha cambiado las fechas de mudanza, al punto que estamos a una semana a que termine abril y Becca sigue en Las Vegas. Todo debido a que su novio aún no tiene el departamento listo para recibirla.
