Dos personas.
Dos mundos opuestos.
Una relación falsa.
Una noche de fiesta ha bastado para dar un giro impredecible en la vida de Nicole Carson y Maximiliano Dimitriou, una estudiante universitaria y un magnate hotelero.
Uno nunca se ha enamorado y...
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—Videollamada una vez a la semana es OBLIGATORIO —reitera Dominic por enésima vez.
—Sí, sí —Becca rueda los ojos cansada de escuchar lo mismo.
—Lo digo en serio, ¿eh? —nos amenaza a las dos con su largo dedo masculino, cubierto por pintura de uñas color rosa palo.
Ahora que lo pienso, me hace falta rellenar mis uñas. Tendré que buscar un salón en Miami o pedirle recomendaciones a quien vea que traiga uñas arregladas y bonitas cuando empiece a trabajar. Debe de haber alguien.
—Lo que sigo sin poder creer es que Maximiliano tiene un avión privado —Becca no despega los ojos de la aeronave elegante.
Si tan solo viera el interior...
—¡¿Verdad?! —mi hermano Alexander —que resulta estar por negocios en la ciudad— exclama atrayendo la atención de toda la familia que ven el mendigo avión.
—No les debería sorprender cuando estábamos hablando del mismísimo Maximiliano Dimitriou —Dominic expresa su cara de "dah" cuando algo es demasiado obvio desde su perspectiva.
Maximiliano sigue parado a un lado de la escalera, con las manos en el bolsillo y los labios planos para oprimir la risa que quiere escapar. Algo me dice que están alimentando su billonario ego.
—Si no tuvieran que desviarse tanto, les rogaría un aventón —anhela Becca.
Mientras mi vuelo rumbo a Miami sale en el mediodía, el suyo sale por la noche. Las pocas pertenencias que puede meter en la maleta del avión comercial, las lleva consigo, el resto se queda en la casa de nuestros padres hasta que venga a recoger el auto para llevarlo a Nueva York.
—Quizá deberías dejar el inepto de tu novio que ni siquiera puede venir por ti y conseguirte uno con avión privado —aconseja Dominic, sonriendo con falsedad—. Seguro Maximiliano tiene un amigo por ahí.
—Cállate, Dominic —Becca bisbisea.
—Solo digo —levanta los brazos al aire en modo defensiva—. No hay que conformarse con cualquier cosa, cuando existen 8 billones de personas en este mundo.
—¿Cuándo vas a dejar de meterte con mi novio?
—El día que abras los malditos ojos y te des cuenta de que eres mucho... ¡Muchísimos! para él.
—No puedo contigo —Becca se aleja de Dominic cruzada de brazos.
Suelto un bufido, enfadada de que estén peleando justo a unos minutos de que suba un avión y me vaya a una nueva ciudad.
Dominic tiene razón. Rebecca merece la clase de romance que se desvivan por ella. Muevan cielo, mar o tierra para estar presente en situaciones tan simples como lo es la mudanza. No merece una relación tóxica, no reciproca, insegura que está experimentado.
