-Yes, I can be different-

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🍂🐈

Mi día de mierda comenzó como siempre. Siempre con la misma rutina. Primero levantarme, ducharme, desayunar e irme, en resumidas cuentas. Luego, ir a la escuela, preparándome mentalmente para poder enfrentar a los imbéciles de los simios de mi escuela y de mi clase. 

Entré con el rostro pegado al suelo, sin levantar mi mirada en ningún momento. Mi inseguridad subía gradualmente, cuando escuchaba risas escandalosas. Acercarse a mi mientras caminaba hacia mi salón de clases, pasando por casi todo el patio, pues estaba un poco alejada de todos los caminos más rápidos. 

Esas risas bastante desconocidas para mi, me rodearon. Me tomaron de una parte de la mochila. Oficialmente mi día había comenzado. 

—Vamos ojitos.—Me tiraron de la mochila, sacándola de mi espalda. Tirándola lejos, pateándola incluso, mientras me miraban amenazantes.—Muéstrame tu ojo, quiero verlo. Lo he extrañado bastante ahora.—Rió, para luego tomarme de mi cabello. Yo sólo me quejaba, o gritaba un poco, pero no decía nada. Es siempre el mismo chico. Lo odio, pero no puedo hacer nada al respecto.—¡Vamos! ¿¡No te vas a defender!?—Me quejaba, mientras me agitaba efusivamente de mi cabello.

—P-Por favor, para...—Murmuré, mientras me tiraba al suelo. Yo intenté varias veces en vano poder aferrarme, y moverme, pero estaba solo frente a otros tres. Me arrastraron mientras pataleaba y me movía incesantemente, produciendo más de un golpe en el camino. 

Me llevaron a una especie de rincón, que la verdad ya conocía muy bien. Me dejaron acostado, mientras que yo me retorcía de dolor por el golpe que me dieron directamente en el estómago. Dolía demasiado. 

—Oh, querido Wonwoo. Será mejor que te quitemos esto.—Dijo el "líder" de los otros dos que estaban a sus dos lados. Movieron mi cabello que cubría mi ojo. Claramente me moví para evitarlo, pero ellos me pegaron otro golpe en la espalda para dejarme tranquilo, o más bien adolorido. Rieron bajito mientras me quejaba.—Pero mira que tenemos acá.—Iba a tocar mi pómulo, casi adorando mi ojo de diferente color. Yo me moví bruscamente. Él se alejó un poco, y los demás se alejaron un poco también. Me levanté tambaleante, mientras me miraban sorprendidos. 

—¡Déjenme en paz!—Grité, mientras me sobaba mi costado. Me dolía como nunca.

Salí corriendo como pude. Ellos me siguieron, pero luego me perdieron de vista. Tomé mi mochila como pude. Y corrí, como nunca lo había hecho. 

Entré a clases, claramente tarde. Cojeando por el dolor en mi espalda y pierna, sobre todo en mi estómago. Me senté en mi pupitre, un poco incómodo. 

Todos me miraron. Y claramente me cubrí el ojo. Por el cansancio, me quedé dormido en clases. 

Sí. Este es mi día a día. La gran vida de Jeon Wonwoo. 

Muy genial.


⭐️


Desperté, con un dolor en mi cuello, y mi costado completamente dolorido. Me dolía cada movimiento absurdo que hacía, incluso respirar. Pero al despertar, pude ver una especie de pequeña crema sobre mi pupitre. La vi, viendo que era para picaduras, moretones y heridas. Sonreí, mirando a todos lados, tratando de distinguir a la persona que sabía de lo que pasaba. 

Me levanté, con mucho dolor. Caminé, cojeando por todos los pasillos, hasta que vi a un chico, mirándome, completamente desconcertado, mientras que yo, para evitar esa mirada, bajaba mis ojos a el suelo. Suspirando por el pesado día que me había tocado. Estoy harto.

Además, hoy tengo que ir al psicólogo luego de clases. La verdad, no me gusta nada el hecho de ir. Pero mi madre me obliga a ir. 

El día a pesar de el mal pie que di en la mañana, se pudo restaurar con la tarde tranquila sin novedad. Mi día terminó bastante aburrido pero dentro de lo que cabe bien. Me encaminé al psicólogo, porque la verdad, no me gusta cuando mi madre llega a buscarme. 

Llegué bastante rápido, quería salir lo antes posible de aquel lugar. 

Me senté en la sala de espera, mientras que un chico, que me resultaba familiar me miraba con una cara curiosa pero sonriente. Su mano se puso en su pierna, mi psicóloga salió, pero no me llamó a mi, si no que al chico bastante alto que sonrió cuando la vio. Mi psicóloga sonrió, apuntó levemente a el chico y este entró. 

Para unos minutos después, el chico se sentó de nuevo en la sala de espera sin nada que hacer. La joven psicóloga, me vio, me sonrió y apuntó la consulta. 

Durante toda la consulta, bastante eterna, me preguntaba como me sentía, como quería seguir en la vida. Pero yo no me preocupo por esas cosas, me siento relajado, pero no me siento "feliz". O eso me decía ella. Quizás tiene razón. 

Esa consulta se me hizo eterna, sólo quería salir de ahí e irme a dibujar un rato a mi habitación en casa. 

Cuando la consulta terminó, pude salir, tranquilo y sin nada en lo que pensar. Pero cuando sentí un aire frío en mi ojo, instantáneamente mi respiración colapsó. No sentía como si pudiera respirar tranquilo. Sentía un presión en mi pecho y miradas sobre mi. 

Sobre todo el mismo chico de antes, parado, mirándome sonriente, casi maravillado con mi rostro y con mi aparente rostro casi al descubierto. Bajé la mirada, y traté de relajarme, para poder irme lo antes posible. 

Salí del centro, con mi mochila al hombro. Mi madre me recibió cuando llegué, estaba agotado. Por supuesto cuando me vio entrar, sabía que no era un buen día, por lo que me dejó el resto de la tarde tranquilo. 

Mi block de dibujo era mi salvación, mi lápices, y mis ganas de dibujar, eran lo que me salvaban de perderme en la tristeza, melancolía, depresión, o desgracia. 

¿A quién le gusta que lo golpeen más de una vez a la semana por tener algo diferente?

A nadie. 

Comencé a dibujar, pero un dolor surgió en mi costado. Tomé mi mochila, recordando la crema que sorpresivamente me dieron. La tomé, untando mi dedo en la crema pasándolo por mis heridas. 

¿Quién se dio la molestia de ayudarme aunque sea un poco?

A mi.

Quien todo el mundo mira raro.

-Eyes-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora