-Especial✨-

663 65 24
                                    

Quizás años pasaron desde que nos conocimos. Ni siquiera tenemos noción del tiempo. Yo estudiaba veterinaria, mientras que Mingyu estudiaba pedagogía en historia, para ser profesor de historia. Cumplió su sueño, mientras lo apoyaba y se iba en contra de lo que su familia pensaba. 

Ambos nos volvimos fuertes, nos construimos mutuamente. 

Ambos nos fuimos de la escuela para entrar a la universidad, a una en la que por suerte ambos estuvimos. 

El tiempo era demasiado relativo entre nosotros. 

Nos concentrábamos en nuestros estudios. Llevábamos dos años en la universidad, el tiempo pasaba más rápido de lo que creíamos. Y seguíamos igual o más juntos que antes. Un amor que se pensaba inmaduro y poco importante, se convirtió en el más lindo de nuestras vidas. Ninguno quiere separarse. Ni siquiera podíamos. No era algo que se pudiese. Habíamos pasado por tantas cosas, que ya éramos indestructibles. 

¿Teníamos peleas? Claro.

¿Teníamos nuestros momentos tensos? Obvio, como cualquier pareja. 

Pero luego entendíamos que no valía la pena, que resistirse al otro era algo imposible, algo que no se podía ni conceder con voluntad. Se sentía esa cosa en el pecho, cuando sabes que no tienes nada más, que necesitas volver con esa persona, con el rabo entre las piernas a pedir perdón. Así, porque sabíamos las debilidades, los fuertes, las personalidades de cada uno. No podíamos dejarnos atrás. 

Vivíamos juntos, hace un tiempo, desde que empezamos la universidad. Todo era demasiado bonito, todo era demasiado maravilloso, utópico. Mi vida de pasar a ser un asco a ser una absoluta maravilla con el final de cuentos de hadas. Sólo era la forma de seguir, y era con Mingyu, tomados de las manos, mirándonos con el futuro a nuestros pies, para que pisemos juntos con seguridad. Fue así como el futuro que creíamos incierto, estuvo bajo nuestro mando.

—Despierta lindo.—Susurré, mientras me movía, era sábado, teníamos que ir a visitar a su madre, puesto que estaba últimamente enferma. Era temprano.—Vamos...

—No quiero ir...—Susurró, mientras se apegaba un poco a mi.—Sabes lo horrible que es ir, me apena mi padre.—Me abrazó, escondiendo su cabeza en mi cuello, oliendo y suspirando más de una vez en este.—Quedémonos...

—Entiende que está enferma. Pensé que eras un buen hijo.—Dije mientras me acomodaba, riendo levemente, con mi mano sobre su cabeza despeinada. 

—Pues no creo que sea una buena madre si rechazó en un momento al amor de mi vida.—Rió por un segundo, suspirando y dando un beso en mi cuello.—Y otras cosas. Estuviste mucho tiempo incómodo con mi familia por su culpa y por mi abuela. No quiero que sigas pasándolo mal.—Me rodeó, mientras su cuerpo se sentía cálido.

—Debemos ir. Antes de que empiecen los exámenes y los trabajos. Sabes que no debemos ser así de egoístas.—Suspiró, mientras yo lo miraba.

—¿En serio lo crees?

—Que cosa.

—Que soy egoísta.—Negué, mientras él suspiraba un poco triste.—¿Entonces?

—Si lo haces si lo serías. Es tu madre, ha hecho toda su vida todo por ti, no creo correcto que hagas esto ahora.—Me levanté, tomando ropa y mirándolo con cierta tristeza.—Sabes que lo que digo es verdad, no me pongas carita de perrito abandonado.

—No me gusta ir. Me da pena ver a mi papá, y mi madre se pone más amargada... Sabes que no lo paso bien... Prefiero estudiar a que ir.—Dijo mientras se sentaba en la cama. 

—Lo sé cachorrillo, pero sabes que lo mejor es hacerlo. Pasará rápido, lo prometo. Podremos irnos luego a comer a algún lado, o salir mañana juntos. Tú dime donde.—Apoyé mi cabeza en su hombro, mientras tomaba su mano.—¿Si?

-Eyes-Where stories live. Discover now