-Stop it, I can't-

992 130 9
                                    

—La última vez que confié como dices, terminé con demasiadas cicatrices.—Murmuré, para luego seguir lamiendo mi helado.

—¿Crees que voy a lastimarte como esos malditos bastardos? ¿Quién crees que soy? ¿Un puto bravucón de mierda?—Dijo ya enojado, sólo bajé mi mirada. Terminé mi helado, pues me quedaba sólo el cono. Tenía ganas de llorar, con ese nudo en la garganta que todos los días, por lo menos una vez aparece sorpresivamente.—Yo te entrego toda mi confianza, y ayuda. Si no quieres poner de tu parte, nuestra pequeña amistad no tiene sentido.—Casi gritando, se paró de la banca, mientras tomaba su chaqueta, su mochila, y terminaba su pequeño cacho de cono. Mirándome completamente enojado. 

—M-Mingyu por favor no. Ven.—Dije parándome, olvidando mis cosas y todo lo que en esos momentos era irrelevante.—No puedo confiar en nadie. ¿Cómo quieres que confíe en ti si no puedo confiar en mi?—Pregunté, mientras él, aflojaba su rostro enojado. Soltando sus cosas en el cemento frío y sucio.

—Pero...—Suspiró, tomando de vuelta sus estribos.—Haré todo por ti, para que no desconfíes de mi. Haré de todo, porque ne- —Hice que callara con un dedo sobre mis labios, indicando y haciendo que su boca callase. 

—No eres tú el problema aquí. Soy yo, dame tiempo. Tú, sólo sigue como siempre has sido, ya lo haré a mi debido tiempo. Aguanta un poco más. ¿Lo harías por mi?—Asintió, mientras yo no levantaba mi vista a sus ojos, porque sabía que así mis ojos estarían al aire, expuestos. 

—No sabes cuanto ansío ese momento.—Sonreí de lado, mientras levantaba sus cosas del suelo, volviendo a la banca que estaba a unos pasos detrás de nosotros.—T-Tómate el tiempo necesario, esperaré lo que sea. Yo nunca he tenido ese tipo de inseguridades, pero no me imagino a ti. Sobre todo con ese hijo de puta. ¿Cómo él sabe tu secreto y yo no?—Suspiré, pensando y como si mi cabeza reanimara en un segundo los momentos que había tenido con él. 

—N-No quiero recordar eso, pero te contaré.—Tomé aire, un poco entrecortadamente, completamente indeciso, mis ojos se sentían aguados, con casi una pequeña capa delicada de lágrimas que en cualquier momento saldrían de mis ojos que estaban escondidos.—El mayor de todos los que me golpean, es mi ex-novio. Y creo que fue la peor decisión de mi vida el haber mostrado mi ojo. Me siento pésimo, y casi lloro todos los días por haberlo hecho, por mostrar una parte de mi que no merecía ser visto por él. Desde que rompí con él, me ha molestado, sin recordar nada de lo que yo le confié. N-No es que no confíe en ti, si no que en mi.—Rompí en llanto, esto era tan desgarrador para mi. Contar porque mi inseguridad estaba construida desde que eso pasó, casi sin poder derribarla con nada, una muralla sorda e indestructible de inseguridad formada en mi. Me quedé ahí, hasta que él sólo me abrazó, un poco indeciso. Me aferré en él, para llorar confiado en que podía sólo deshacerme en lágrimas sobre él.

—Wonwoo...—Me estrechó más apegado a él.—Perdón, lo siento muchísimo. Quiero partirles la cara en estos momentos. ¿Cómo pueden golpear a tal cosita?—Sonreí en medio del llanto.—Perdón por presionarte, pensé que era algo menos... Horrible.—Acarició un poco mi cabeza, con seguridad. 

—Por eso te lo cuento. Nadie sabe esto. Te doy mi confianza para que quedes callado, no puedo pasar por cosas más terribles. ¿Si?—Asintió, mientras me alejaba de sus brazos que me habían estrechado con tanto afecto.

—No diré ni una palabra. Si confías tanto en mi es por algo.—Se encogió de hombros.

—Sí, porque eres el único que ha hecho tanto por mi.—Sonreí, tratando de mirarlo con cuidado.

—Claro que sí, y lo seguiré haciendo. Aunque no me quieras contar tu secreto ahora.—Sonrió, casi riendo.—Ya quiero verte todo el rostro.—Rió un poco más fuerte.—Joder, suena raro. Pero no quiero seguir viendo tus mechones de pelo. No son feos, pero prefiero ver tu rostro despejado.—Puso un brazo por mis hombros, moviéndome.

—Sólo espera un poquito más. Sólo, necesito pensar.—Comprendió, con un leve meneo de cabeza, mientras se paraba y tomaba sus cosas.—¿Donde vas?—Dije confundido, mientras él se levantaba, tomando sus cosas.

—Voy a dejarte a casa, pequeño gatito.—Extendiendo una mano hacia mi, mientras yo tomaba mis cosas. Sonrió cuando salté un poco.

—P-Pero no es necesario que me vayas a dejar. Llegarás tarde a casa.—Sonreí de medio lado.

—Te dije que te voy a cuidar, eso hacen los amigos.—Chocó su cadera con la mía, mientras miraba mi mochila.—Espera, tienes la mochila abierta.—Me di vuelta, mientras la cerraba.—Listo, gatito.—Palpó mi hombro, y luego de eso, se puso a mi lado para comenzar a caminar. 

Caminamos, obvio con mis indicaciones, porque no sabe donde vivo. A veces tomaba mi brazo, pues dudaba de a donde ir, así que me tiraba o señalaba las calles que claramente no conocía. 

Hasta que llegamos con tranquilidad a mi casa. Señaló mi casa, viendo con ojos brillosos esta misma. Tiró de mi brazo para poder molestarme. Su sonrisa era tan blanca, con sus colmillos sobresaliendo de sus labios, mostrando la sonrisa perfecta y blanca que reluce con poca luz incluso.

—Bien, acá estamos. ¡Duerme bien! Te mandaré un mensaje.—Dijo cuando yo abrí la puerta, para poder entrar. 

—Avísame cuando llegues. Vete con cuidado y duerme bien. ¡Recuerda repasar los ejercicios que te dije!—Grité lo último mientras se alejaba, sonriente. De verdad que me estaba haciendo más feliz su presencia, y lo notaba cuando me adentré en casa, notando como un vacío en mi pecho surgía, con un poco de dolor. 

Despejé mi rostro, dejando mis ojos al aire, pues en casa no pasaba nada. 

Mi mochila en mi habitación, viendo como algunas hojas sobresalían de mis cuadernos, recordando por unos segundos al castaño alto que me vino a dejar.

Bajé las escaleras, viendo a mi madre sentada leyendo el diario. Me acerqué a ella, y ella bajó su diario, mientras me miraba.

—¿Cómo te fue hoy pequeño?—Sonreí, mientras que ella copiaba mi acción.

—Muy bien. Mucho mejor como para ser un día de clases.—Hablé, despejando un poco más mi ojo, sintiendo como el aire golpeaba fuertemente mi ahora ojo despejado.—¿Y papá?—Se encogió de hombros.

—Quizás hoy llegue más tarde. ¿Quién era el chico que te vino a dejar?—Sonreí, mientras que ella ladeaba un poco su rostro para mirarme atenta.

—Un amigo, fuimos a comer un helado antes de irnos a casa.—Me encogí de hombros.

—Me alegro.—Volvió a su diario, dándome la clara señal de dejarla tranquila. 

Me fui a mi habitación en silencio, pensando todo el tiempo en Mingyu. En realidad, le tengo mucha confianza, y él me tiene también casi la misma confianza, si es que no más. 

Ya lo extraño maldita sea.

No te apegues.

Recuérdalo Wonwoo.

-Eyes-Where stories live. Discover now