-I want to look at your eyes.-

1K 143 6
                                    

🍂🐈

Mingyu, luego de una semana, se ha vuelto más insistente, en querer comer conmigo. Y en tener que estar todo el día conmigo. Me gusta su compañía, río, converso, y hablamos de muchos temas que la verdad son totalmente de mi interés. Incluso las golpizas han reducido. Claro que si hay tanto tiempo sin nada que me afectara, era malo. No quiero sonar paranoico, pero siento que están preparando algo. 

No lo digo porque estoy siendo perseguido por ellos, si no porque ya me ha pasado que han preparado algo por una semana. Fue horrible. Hasta ahora tengo una cicatriz, en mi abdomen. Me avergüenza, me da asco, completa repulsión. 

Hoy, nos entregaron un examen, en el cual, me saqué una buena calificación, pero Mingyu no. Y casi rogándome me pidió que le explicara. Así que gracias a él, tengo que quedarme en la escuela hasta más tarde, para poder trabajar en la biblioteca. 

Pero, no me molesta, de verdad que disfruto tiempo con él y con sus amigos. Me siento menos solo, e incluso más seguro, con alguien que siempre tiene mi espalda cubierta, aunque no lo necesite. Algo que de verdad aprecio de parte de él. 

El día pasó rápido, en un dos por tres, ya nos encontrábamos en la biblioteca, con algunos libros abiertos, y con lápices o papeles repartidos por una de las mesas que estaban por toda la biblioteca, dispuestas para el trabajo de los estudiantes que buscaban silencio. Sentados, yo veía discretamente, como hacía los ejercicios de química, tarea que se le estaba complicando enormemente. Se le podía ver en la cara, jugando con el lápiz que tenía en mano en vez de estar escribiendo, y su ceño fruncido por intentar entender la materia.

—Mira. ¿Quieres que lo explique una vez más?—Negó, mientras yo suspiraba por ser tan terco, al querer aprender. Más de una vez me miraba extraño o se cerraba al tratar de entender una materia. Pero de todas formas lo intentaba y me escuchaba.—¿Seguro?—Dije hojeando los libros que teníamos encima, tratando de poder encontrar una forma más fácil de explicarle. 

—Déjame, lo voy a intentar una vez más.—Sonrió, para luego seguir con su lápiz en la mano.

Quizás unos quince minutos en los cuales él estaba bloqueado, con el lápiz en la boca, jugando con este mismo, o suspirando por la frustración. 

Me daba risa, pero a la vez me apenaba verlo así de estresado. 

—Ok, es suficiente. Mira, esto es lo que está mal acá.—Señalé el cuaderno. Y como estaba a su lado derecho, mi ojo izquierdo estaba completamente descubierto, robando su atención a mi ojos descubierto.—¿Estás prestando atención? Porque si no entiendes pues no pienso perder mi tiempo.—Movió un poco la cabeza, y luego siguió mi dedo en la hoja, moviendo y explicando lo que tenía que hacer apropiadamente. 

—¡Ya entiendo!—Gritó, y para variar, le tuve que golpear por interrumpir el armonioso silencio en la biblioteca.—L-Lo siento.—Dijo después del golpe. 

—Ahora. Haz ese ejercicio, si los haces bien. Podemos ir a tomar un helado, yo invito.—Abrió los ojos y lamiendo sus labios como un perrito, asintió. Haciendo así que se concentrara en el papel y el ejercicio que le había encomendado.

—¿Puedo preguntarte algo luego?—Asentí, despreocupado, prendiendo mi móvil, mientras él hacia pequeños trazos sobre el papel para poder resolver claramente el ejercicio escrito en la firme pero delgada fibra, que tenía frente a su rostro.—Tienes que responder con total sinceridad. Si no...—Murmuró, levantando su rostro hacia mi, logrando atraer mi atención. 

—¿O qué?—Dije desafiante.

—O me enojaré contigo.—

—Prefiero que te enojes. De seguro me preguntarás por lo que siempre has tenido dudas. Y sé lo que es.—Me crucé de brazos, mientras él hacia un puchero.

—No te puedes enojar conmigo. Yo te cuido y te quiero, no lo puedes hacer.—Sonreí, con un leve sonrojo que desvié de su vista, para poder mirar los libros que estaban por ahí, sonriendo por su tonto comentario.—¿A caso no me crees que te quiero? Si no fuera verdad, no estaría contigo, ni saldría a comer un helado contigo.—Rió un poco bajito, para luego seguir trazando lineas sobre el papel.

—Tienes razón...—Murmuré, sin captar su atención por el bajo nivel de volumen de aquellas palabras. 

En cuestión de dos minutos, tenía el ejercicio perfectamente hecho. Me miró completamente feliz, mientras que yo sonreía, satisfecho con mi trabajo nos llevamos todas nuestras cosas. 

Como había prometido, fuimos a comer un helado. 

Le compré uno de chocolate, mientras que el mío era de menta.

Estaba feliz, campante con su helado que tenía en su mano. Nos sentamos en una banca, tranquilos, lamiendo y mirando el helado que era sostenido por nuestras manos. 

—¿Ahora te puedo preguntar?—Suspiré, pensé que lo había olvidado.

—¿Qué quieres preguntar?—Dije un poco aburrido por su actitud insistente. Que aunque no lo quiera admitir, para mi era encantadora y tierna.—Que no sea nada que te- —No me dejó terminar.

—¿Qué tienes en los ojos que no los puedo ver?—Me congelé, pensé que iba a hacer otra cosa. No me di cuenta de cuanto tiempo pasó, pero cuando me di cuenta, el helado que yo tenía en mi mano, estaba escurriendo sobre mi mano. Manchando y dejando completamente pegajosa esta misma.—No me dejes con la intriga, lo sabré de todas formas.—Me dio una mirada completamente cómplice, mientras yo me quedaba completamente callado. 

—N-No te puedo decir. Y no te lo diré.—Una pequeña risa, sonó. Lamí mi helado, tratando de limpiar mi mano y de que mi naturalidad sobre el tema dominara. Comencé a comer el helado por el nerviosismo. 

—No es nada malo. Digo, puedes ver por ambos. Los hijos de puta de esos que te molestan de seguro lo hacen por algo muy tonto. No pueden molestar a un chico tan tierno como un gatito, no tiene sentido. ¿No lo crees?—Lamió su helado.—Quizás, puedes tener rayos x o algo así. O vista láser. ¡¿Tienes ojos láser?!—Reí un poco por la estupidez que acababa de decir, mientras que él me miraba sorprendido.—Vamos, dime, no creo que sea nada malo. Estoy completamente seguro que es algo tan bonito como tú. Nada de ti puede ser feo. Confía un poco en mi, como yo confío en ti. No te juzgaré, en lo absoluto, no diré nada, sólo te querré igual.—Dijo un poco más bajito, más intranquilo, e incluso más tímido.

—La última vez que confié como dices, terminé con demasiadas cicatrices.—

-Eyes-Where stories live. Discover now