Capítulo 1 - Un final inesperado

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El ocaso es simplemente hermoso, dando el toque especial para un día especial

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El ocaso es simplemente hermoso, dando el toque especial para un día especial. La luz entra por el majestuoso vitral de la Abadía, las hermosas flores silvestres blancas y lilas adornan el pasillo y cada rincón dentro y fuera del lugar. Conchas y caracoles marinos complementan los adornos florales. Parece el bosque de las hadas combinado con la magia del mar.

— Respira mi niña, no dejes de hacerlo —. Hago exactamente lo que mi padre me ha recomendado, honestamente no sabía que estaba conteniendo la respiración hasta ese preciso momento —. Respira o te pondrás azul, y tu madre, bendita mujer, me matará porque no combinará con tu vestido. —Sus palabras me roban la primera sonrisa que no me hace querer gritar por lo nerviosa que me encuentro el día de hoy.

— Respirar, sí, respirar es fácil.

— Algo básico, ya sabes.

Vuelvo a sonreír mientras lucho con las tremendas ansias que siguen creciendo de a poco en mi interior. Se supone que hoy es un día para celebrar, y estoy segura de que eso es exactamente lo que voy a hacer, pero no puedo evitar sentirme nerviosa, un poquito asustada, pero por sobre todas las cosas, entusiasmada.

El clima ha dado tregua y nos regala un día precioso. Mi cabello por una vez en mi existencia se está comportando decentemente, generalmente es una mata de rizos castaños incontrolables, el día de hoy cae en ondas suaves hasta mi cintura. La delicada brisa marina acaricia mi piel, la cual también ha decidido por primera vez en mi vida darme el regalo divino de la ausencia del acné. Mis ojos marrones ausentes de la irritación típica que me causa el maquillaje, que rara vez utilizo.

Peinado perfecto, ¡listo!

Piel perfecta, ¡listo!

Labios hidratados, ¡listo!

Vientre sin inflamación, ¡listo!

Ausencia de hambre, sueño o sed, ¡listo!

El vestido de seda blanca de corte imperio sin tirantes que llevo puesto se encuentra impecable, los zapatos que estoy utilizando son comodísimos, y eso es mucho decir ya que yo detesto usar tacones, aunque estos además de monísimos, son como caminar sobre algodón.

Todo, absolutamente todo es sencillamente perfecto.

La suave música proveniente de una arpista comienza a sonar dentro de la Abadía, las mariposas en mi estómago se han vuelto completamente locas, convirtiéndose en una estampida de elefantes, y es entonces cuando mi padre se convierte en la fuerza que necesito para comenzar a caminar hacia el altar y no entrar corriendo como desquiciada.

— No olvides respirar.

— Respirar, respirar.

— Detesto el esmoquin —sonrío de nuevo, sé del esfuerzo que está haciendo para llevar "semejante" prenda ostentosa.

— Te ves muy bien, papá.

Mi padre, un hombre alto y fornido, moreno, como yo, con una mata de cabellos rizados castaños, y varias canas salpicando por todos lados. Su cabello igual de indomable que el mío. Mis tías siempre han dicho que soy su viva imagen. Mi madre lo ha obligado a dejar su barba de lado, únicamente por esta ocasión, algo que ella celebró con un pequeño baile del triunfo está misma mañana.

Sam #PGP2021Where stories live. Discover now