Capítulo 4 - La familia siempre unida

2.4K 421 103
                                    

— ¡Antonio! Hijo mío ¡No lo golpees! —mi santísima madre, quien tampoco era una persona violenta, corrió a detener a su retoño de partirle la cara a ese tonto

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

— ¡Antonio! Hijo mío ¡No lo golpees! —mi santísima madre, quien tampoco era una persona violenta, corrió a detener a su retoño de partirle la cara a ese tonto.

— Dulce Jesús, esto es un circo —me quejé cuando sentí que me taladraban la cabeza

— ¡Pégale! —gritaba Terin —¡Pégale bien fuerte! —ella intentó patearlo pero la detuve.

— Para, Anton —dije sin mucho entusiasmo —, no vale la pena —la cabeza me Iba a reventar, mi padre intervino apenas pudo, realmente fue él quien le quito de encima a mi hermano.

— Ya basta, Antonio, esto no se soluciona a golpes.

— ¡Hijo de perra! —una cosa que deben saber sobre los latinos, tenemos excelentes frases para amenazar a las personas, y la gran mayoría suenan amenazantes, algunas... no tanto —. ¡Te voy a partir tu madre! —y cada frase es a la mar de satisfactoria para gritarla en voz alta.

— Anton, detente —Terin nuevamente intento patearlo, yo nuevamente la Detuve —. Basta ya.

Anton finalmente se detuvo, el hombre nórdico hizo su aparición y ayudó al lelo a ponerse de pie, le entregó un pañuelo de un material fino. ¡Qué detalle! Él se limpio la sangre de la nariz, reacomodó su traje y me buscó con la mirada.

— Me lo merecía —esa afirmación nuevamente hizo que la mecha corta que caracterizaba a mi hermano se encendiera.

— Suéltame, papá, que lo mató.

— Me alegro al verte de pie —eso se ganó otro de los característicos gruñidos de Anton, mi padre lo mantuvo entre sus brazos —, y de verdad lamento enormemente lo que pasó. Te ruego me disculpes por lo ocurrido.

— Vas a pagar por los daños que ocasionaste a mi bebé...

— Tú bebé... —asintió —. ¡¿Tú bebé?! ¡¿Estás embarazada?!

Abrió los ojos, horrorizado, su mirada bajo a mi vientre y lo vi perder color. Pasó de bronceado a pálido y luego a verde en cuestión de segundos. Ahí lo tenía, podía hacerme la víctima y chillar como una tonta durante algunos minutos, hacerlo sentirse terriblemente culpable, ó podía terminar con esto, alejarme de él y jamás volver a verlo en mi vida.

Pobrecillo, se ve cada vez más transparente.

— Mi bebé es... era... —era, eso sí que ha dolido —... mi Harley Davidson 1125 cr buell negra, a la cual le paso ese camión de carga por encima. La que quedo destrozada después de hacer ¡boom! ¿Recuerdas eso?

Y cometí un error garrafal cuando abrí la boca. Mi madre jadeó horrorizada por la mención de cada sucio detalle del suceso, Terin cubrió su boca para ahogar un grito, mi hermano maldijo y mi padre se quedo estoico.

¡Bravo Samanta! Pero que bruta estás hecha.

— Sí lo recuerdo y de verdad lo lamento, y también... Gracias por salvarme la vida.

Sam #PGP2021Where stories live. Discover now