Capítulo 49 - Ellos

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Llueve

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Llueve.

Este mes ha sido particularmente triste, o tal vez yo lo percibo así.

Una semana ha pasado desde la última vez que charle con mi mejor amiga, desde aquella noche ella se ha mantenido ocupada con su trabajo, y yo con el mío, lo que me ha permitido mantenerme aislada de todos ellos, pero mis demonios internos no me han dado tregua.

— Me pregunto si al estar tú ahí, con nosotros, las cosas hubieran sido diferentes.

Coloco el ramo de flores blancas sobre la lápida, la acaricio con extrema cautela, como si Abu Gab pudiera percibir aquello y doy un paso atrás, a su lado se encuentra Ángel; sonrío cuando noto lo sencillo que sus epitafios pueden ser para el resto del mundo, y sin embargo, para aquellos que conocimos un poco de su historia, lo profundo de aquellas palabras.

Ángel Enli Pissaro, 1939 – 2014. Ángel en la Tierra como en el cielo.

Gabriel Pissaro, 1938 – 2019. Siempre a tu lado.

— No sé por qué, pero tengo el presentimiento de que tú sabías algo más sobre Gabriel de lo que me dejaste ver aquel día en el hospital —sonrío sintiendo el peso del mundo sobre mis hombros —. Creo que sabías que algo así podía suceder entre él y yo —encojo los hombros —. Se ha ido, y no tengo idea de dónde está. Ayer tuve el coraje de marcar su número —arrugo la frente —, sonaba desconectado. Supongo que ha cancelado la línea, o no quiere que yo lo encuentre, también lo fui a buscar a casa, nadie abrió la puerta, y luego fui a la corporación Kendrick, la recepcionista me reconoció, pero dijo que él no había aparecido en bastante tiempo.

El viento sopla, el frío, calándome en los huesos, las manos hace tiempo que las tengo entumecidas. El cementerio se encuentra vacío, algunas lápidas tienen flores secas sobre ellas, otras parecieran haber sido olvidadas desde hace ya bastante tiempo.

— Mis padres han estado llamándome, las reuniones familiares de este mes ya han comenzado y no he estado en ninguna de ellas. Terin está muy triste, Anton no se diga, y Nathan ha llamado una o dos veces a Roja para saber cómo nos encontramos, pero Terin no le ha hablado sobre mí. Emma y mamá ya no se mensajean, ni siquiera se han llamado. Papá, tío Vadim y Joseph ya no se reúnen por las tardes para aparentar que el whisky y las galletas con queso son la mejor opción de bocadillos vespertinos.

A lo lejos, una camioneta estaciona, una mujer baja con un enorme ramo de flores de colores, a su lado, un hombre toma otro arreglo floral, este mucho más grande y ambos caminan hacía una lápida.

— Las cosas de alguna manera han vuelto a ser como antes, es decir, como si ustedes no hubieran entrado a nuestras vidas, pero existe una ausencia cuasi palpable. Los extrañamos mucho, a todos —a lo lejos, el hombre abraza con fuerza a la mujer mientras observan la lápida —. Lo extraño mucho, pero... —niego agachando la mirada —. Es que no sé que fue lo que hice para que él se fuera aquel día —arrugo la frente —. Creí que todo estaba bien entre nosotros, horas antes de la boda, tuvimos una larga charla telefónica y él sonaba tan seguro, tan feliz. Me pregunto si no vi las señales, porque he debido perderme de algo para que él se fuera aquel día...

Sam #PGP2021Where stories live. Discover now