— ¡Una boda! ¡Mi pequeña se va a casar! Amor mío. ¿Sabes lo que significa eso? —el entusiasmo de mi madre le estaba causando urticaria a mi hermano —, ¡nietos! — y probablemente le iba a causar una apoplejía a mi santísimo padre —. ¡Muchos nietos!
Mi madre me estaba volviendo loca, y la madre de Gabriel igual.
Luego de cuatro meses de compromiso, más y los preparativos que iban a la velocidad de la luz, tenía los nervios de punta, y un poco de miedo sí que me había entrado.
Cuando Gabe pidió mi mano a mis padres, mi madre prácticamente me había lanzado a sus brazos, luego grito algo sobre Las Vegas y que fuera rápido, después comenzó a hablar de nietos y más nietos.
— ¡Muchos! Quiero cinco, bueno quizás diez, así que, a ello, los dos.
Negué sintiendo que se me salía el corazón por la garganta.
Apenas tenía veintiséis años, y él treinta, pensar en hijos para mí era demasiado pronto, además, Gabe y yo no habíamos hablado todavía sobre tener hijos, apenas si nos habíamos comprometido.
— Mamá —se quejó Anton, a quien apenas habían dejado moverse de la mesa, pues lo tenían planificando un viaje familiar que incluía al mismo Terror.
— No me digas que no te gustarían un montón de sobrinos.
Indagó Emma, Anton sonrió tirante dedicándome una mirada de súplica mientras consolaba a Terin, quien se había vuelto un mar de llanto en cada ocasión que alguien mencionaba la boda.
— Es que todo esto me hace tan feliz. Tan pero tan feliz.
Decía ella en cada oportunidad que tenía, luego se autoproclamó dama de honor, y defendía ese puesto día sí, y día también de mis primas, quienes ya le habían puesto el ojo a dicho honor. También había notado lo nervioso que se ponía Gabe cada vez que alguien mencionaba la palabra boda. La sonrisa ya no llegaba a los ojos, pero eso solo pasaba cuando alguien ajeno a mí tocaba el tema, porque cuando lo hablábamos, Gabriel resplandecía, y volvía a ser él mismo.
Cuando pidieron mi mano en matrimonio, Emma lloró a mares, y nos felicitó, y luego volvió a llorar. Su padre nos dio una charla sobre el matrimonio y la confianza, Nathan se notaba realmente animado con todo el asunto, y se había autonombrado el padrino principal del novio.
— Joseph, has oído, se casa, mi hijo se casa, mi pequeño se casa, y nos dará tantos nietos que no nos daremos abasto con ellos —Emma achuchó el rostro de Gabe hasta casi sacarle los ojos.
— Mamá, me estás haciendo daño —se quejó.
— Te casas. Se casa. ¡Gracias Dios mío! ¡Gracias!
Emma también achuchó mi rostro, entonces me di cuenta de que realmente dolía y que Gabriel no exageraba en absoluto.
— Mamá, afloja un poco, que le vas a sacar los ojos a mi cuñada.
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Sam #PGP2021
ChickLitUn viaje a mi vida y a los amores en ella. Los llevaré a un pequeño recorrido en mi vida, a mi pasado, más concretamente al momento exacto en que el amor, literalmente, me arrolló. Gabriel llegó como una brisa fresca a mi vida, y así como llegó, ta...