Capítulo 34 - Dejarlo partir

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Los días pasaron, y la distancia se hizo cada vez más grande

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Los días pasaron, y la distancia se hizo cada vez más grande.

Gabriel no daba señales de vida, pero gracias a abu Gab sabía que él estaba bien, y con demasiado trabajo encima. No intenté llamarle, no quería irrumpir en su apretada agenda, sin embargo, le envié mensajes para apoyarlo y decirle que en cuanto pudiera, se tomará un respiro.

Él jamás respondió.

No podía quejarme sobre el exceso de trabajo, porque mis días estaban igual y como la semana de la moda estaba a nada de comenzar, no tenía mucho tiempo de vivir. Apenas si había visto a mis padres, y Anton se encontraba igual de ataviado, así que no tuvimos tiempo de muchas cosas, pero eso no restó importancia a la actitud de Gabe conmigo.

Me dolía en demasía.

Sin embargo, el viaje a París estaba cerca, y yo no podía continuar distraída.

— Tierra llamando a Sam. ¿En dónde está esa cabecita tuya?

— Lo lamento, me distraje un momento.

— ¿Estás bien? —Terin se acercó a mí para evitar que alguien escuchará aquella pregunta.

— Estoy bien, mi mente se fue a otro planeta.

— Al planeta Gabriel.

— No, al planeta tengo hambre.

Ella no dijo nada, se limitó a analizar sus perfectas cutículas y a plantarme un beso en la mejilla. Luego se alejó para terminar de retocar a las modelos. Horas después y con el cuello matándome, nos dirigimos directo a casa.

— Estaba a punto de darle con la secadora en la cabeza. Dios mío, qué le pasa a esa chica. Se cree que por ser famosa puede tratar a todos como se le da la gana.

— Recuérdame no volver a trabajar con ella —me quejé, porque la modelo de hoy había sido insoportable.

— Ducha, cena y a la cama.

— Por favor.

Luego de una ducha larga y muy necesaria, Terin y yo preparamos la cena. Dejamos que nuestros teléfonos sonaran, estábamos demasiado cansadas. Cuando se quedaron en silencio inmediatamente comenzó a sonar el teléfono fijo del departamento, algo que nos extrañó, porque ese vejestorio rara vez sonaba. Dejamos que llegará a la contestadora.

Si están ahí, por favor, contesten.

Las dos corrimos para tomar la bocina, mi hermano sonaba sumamente preocupado. Decidimos poner el altavoz.

— Anton, ¿qué pasa?

Gnomo, finalmente. ¿Estás sola? —Su voz me alarmó.

Terin está aquí. ¿Qué sucede?, estás asustándome.

Un auto va para allá, pasará por ustedes y las llevará al hospital —las dos nos alarmamos.

Sam #PGP2021Where stories live. Discover now