Capítulo 8 - De amores y bahías

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Durante los siguientes días visitamos la Bahía del Órgano y Bahía Maguey, en ambas la arena era blanca y de grano fino, el agua era deliciosamente templada y de tonalidades verdes y azules; nos hablaron sombre la vegetación, algo llamado guanacaxt...

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Durante los siguientes días visitamos la Bahía del Órgano y Bahía Maguey, en ambas la arena era blanca y de grano fino, el agua era deliciosamente templada y de tonalidades verdes y azules; nos hablaron sombre la vegetación, algo llamado guanacaxtle, macuil y guayacán. La fauna era igual de hermosa, vimos aves acuáticas como tijerillas y algunos patos buzo, había hermosos peces de colores: pezmarlín, pez vela, pez dorado y pez gallo.

En la selva baja podíamos encontrar algunas aves silvestres: zopilotes, chachalacas, andapiés, codornices, palomas, tórtolas; hasta pudimos ver un tejón, un armadillo y un zorrillo —criatura divina que había decidido perfumar nuestro camino—, Terin se echó a correr a todo motor, yo me desternillé de la risa hasta que un hermoso mapache apareció frente a mí; sus bonitos dientes me pusieron los pelos de punta, retrocedí un paso y fue cuando el pequeño trepador comenzó a corretearme por gran parte del camino, cuando finalmente me sentí a salvo un pequeño puerco espín se molestó con mi presencia, sobra decir que ese día es el que más adrenalina he tenido en mi sistema.

La Bahía de Cacaluta, donde la arena era gruesa y de color blanco, nos dios la bienvenida. Nuestro guía nos indicó que era una de las más profundas, y que el oleaje era bastante fuerte; el agua desde esa bahía se tornaba de un hermoso color verde azulado.

Nos llevaron a Playa Arroyo, la cual era pequeña pero hermosa, su arena era blanca y había mucha grava y restos de coral blanco, nos hicieron cubrir nuestros pies para no lastimarnos. Tomamos algunas fotos y regresamos a la embarcación; buceamos un poco y regresamos al hotel, aunque estábamos agotadas a Roja y a mí no nos gustaba desperdiciar ni un solo día.

Al día siguiente visitamos la Bahía Chachacual, hicimos esnorkel y vimos más peces, luego de pasar un rato ahí viajamos a Playa India, en donde la arena era fina y el ambiente era bastante tranquilo; más tarde nos dirigimos a Bahía Riscalillo.

— Deberíamos broncearnos desnudas.

— ¿Crees que haya una playa nudista cerca? —Terin revisó a su alrededor como si pudiera localizar la playa nudista desde su sitio.

— Deberíamos preguntar por ella.

De regreso al hotel nos mostraron la Bahía de San Agustín, otra magnifica playa, también de arena fina y suave; el agua era perfecta y cristalina, con tonalidades verdes y azules. Mar adentro se encontraba un arrecife de coral blanco, buceamos un poco explorando los tesoros que Huatulco nos presentaba.

Días atrás conocimos a un grupo de turistas que recién llegaban, entre ellos había cuatro jóvenes italianos, dos años más grandes que nosotras; Adriano y Constantino, quién me recordaba a Lissandro. Hicimos buenas migas, ellos nos contaban sobre sus viajes y nosotras escuchábamos atentas. Cuando regresamos al hotel nos arreglamos para ir a cenar con ellos.

— ¿Una galería de arte?

Essato, bellissima —Terin se había pintado de todos colores al escuchar a Adriano dedicarle un sinfín de palabras coquetas en italiano, la verdad es que mi amiga estaba encantada con el hombre.

Sam #PGP2021Where stories live. Discover now