Capítulo 2 - Adiós a la Abadía

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Dos palabras tan simples, tan dolorosas y tan honestas

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Dos palabras tan simples, tan dolorosas y tan honestas.

Mi corazón termina de romperse, más de un crac resuena en mis oídos. Los... ¿Qué dijo? ¿Cómo?, algunos jadeos provenientes de diversos sitios a lo largo de la Abadía no son nada comparado con el sonido de mi corazón desquebrajándose dentro de mi pecho.

— No puedo... yo... no puedo hacer esto.

Mi padre siempre me ha dicho que está bien dejarse caer cuando no puedes más, porque con cada caída que tengas te levantarás siendo más fuerte. En este momento, mi caída es monumental.

Mis manos aflojan el agarre de las suyas, en cuestión de segundos paso de estar en el paraíso al infierno. Escucho algunos ruidos provenientes a mi derecha —Anton— seguramente sus amigos están evitando que se abalance sobre mi ahora ex prometido.

No puedo respirar, mi pecho se encuentra en llamas, siento como si un puño gigantesco estuviera comprimiendo mi torso, evitando que mis pulmones se llenen de aire. Mis brazos no tienen fuerzas para sostenerse, estoy siendo halada en tantas direcciones que todo, absolutamente todo, hasta el rose del vestido sobre mi piel se ha vuelto insoportable.

¿Cómo es que sigo de pie? Eso sin duda es un milagro.

Gabriel me ha asestado un golpe tan condenadamente fuerte que cada hueso de mi cuerpo, cada músculo, cada pequeña célula duele. Respirar duele.

— Lo lamento, Sam, te amo, pero... No puedo casarme contigo.

La vida se resume a momentos, momentos en los que simplemente piensas ‹‹Esto no está pasando››, otros momentos en los que piensas ‹‹Esto no está pasándome››. Son diferentes. En algunos tú eres espectador, en los otros tú eres el protagonista, en este preciso momento no quiero ser ni espectador, ni protagonista.

— Por favor, perdóname... de verdad lo lamento tanto. Yo no puedo...

Un sollozo en la lejanía hace que el insoportable dolor en mi interior se vuelva mucho peor —Mamá—. Me ha dolido tanto escuchar ese sollozo, aún más que las palabras de Gabe.

Justo cuando creía que mi corazón había terminado de romperse.

Estaba completamente equivocada.

Que te rompan en corazón duele, pero cuando lo hacen frente a las personas que más amas en la vida, cuando tus padres son testigos de cómo te rompen el corazón... Sus corazones también se rompen y eso solo lo hace mucho peor

— Lo siento...

Las manos de Gabe dejan de tomar las mías y estás caen a mi costados. Poco a poco puedo sentir la distancia que se forma entre nosotros, por el resto de nuestra existencia, y duele, duele muchísimo.

El amor de mi vida, el hombre que se convirtió en parte de mi mundo, en parte de mis días, de mis noches. Las risas, los enojos, hasta los berrinches, los resfriados, las cenas divertidas. Todos los momentos, los buenos y los malos, todo se está desquebrajando. Duele, duele porque sé que no tendremos nuevos momentos juntos, no más recuerdos por compartir, no más mañanas despertando uno al lado del otro, no más desayunos juntos, no más comidas juntos, no más cenas juntos...No más nada.

Sam #PGP2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora