Un viaje a mi vida y a los amores en ella.
Los llevaré a un pequeño recorrido en mi vida, a mi pasado, más concretamente al momento exacto en que el amor, literalmente, me arrolló.
Gabriel llegó como una brisa fresca a mi vida, y así como llegó, ta...
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Comer mole y aguantarte la risa es una mala combinación, pero ver a los tres hombretones intentar disimular lo picoso del asunto es divertido, muy divertido.
Habíamos sido invitados a la feria del mole en Oaxaca, en lo personal había sido maravilloso, Terin estaba feliz mientras era alimentada por las señoras que no dejaban de pasarle muestras gratis, yo estaba encantada siendo alimentada con muestras gratis, no pude decir lo mismo de Travis, Nathan y Gabriel; a los pobres se les había puesto la cara tan roja, y los ojos llorosos, inclusive con los moles que no picaban tanto.
Supongo que no están acostumbrados a lo picante.
— No, eso no —Gabriel dejó suspendida la bebida de tamarindo a centímetros de su boca, la retiré de su mano colocando una de horchata —. Está te va a ayudar más con lo picante —al pobre hombre le llameaban hasta las orejas.
— ¿Cómo es que tú no estás muriéndote? —Casi se terminó el agua de un sorbo —. Jesús, se me está quemando la boca.
Le regalé una sonrisa inocente. No le iba a decir que las señoras habían dedicado gran parte de la primera hora a enchilarlo para medir sus reacciones, especialmente porque yo les había dicho que él añoraba probar el mole más picante que tuvieran en la feria, porque él era un macho alfa, lomo plateado, y que se aguantaba de todas, todas.
— Pues vamos a demostrarle que ni el más macho puede con este mole.
Había dicho una de ellas, la sonrisilla de triunfo no se me borraba por nada.
Soy una persona cruel y desalmada, y me iré al infierno, pero habrá valido la pena.
Era mi pequeña venganza por lo de la carretera, a él no le dolía más que el orgullo, a mí me dolían las costillas y tenía moradas hasta las pompis.
— Ten, prueba esto —vio el pequeño platito y vasito de barro con desconfianza, pero terminó tomándolos entre sus manos.
— ¿Qué son estos?
Los puso a la altura de sus ojos, como si los inocentes dulces pudieran arrancarle los dientes, inmediatamente tomé mi cámara haciendo unos fotografías de él, de Terin, y de Travis y Nathan, los cuales por cierto estaban sentados, sudando la gota gorda mientras un par de señoras les ofrecían algo para bajar el ardor en sus bocas.
Están algo pálidos, seguramente se han mareado con el picante.
— Nicuatole y nieve de sorbete, te van a ayudar con lo picante—no se lo pensó dos veces, terminó devorándolos de un bocado.
— Esto está muy rico —le dediqué otra sonrisa —. ¿Cómo sabes tanto de comida mexicana? —tomé otra prueba de mole.
— Nacida en México, criada en Londres. Mis padres y mis tías me han enseñado todo lo que sé, y —señalé el letrerito que tenía cada mesa de pruebas —, ahí está el nombre de lo que estamos comiendo —le di un guiño —. Me voy a llevar dos de estos, por favor —el señor encargado asintió preparando mi pedido —. ¿Nunca habías venido a México? —él negó tomando otra muestra de mole.
