Un viaje a mi vida y a los amores en ella.
Los llevaré a un pequeño recorrido en mi vida, a mi pasado, más concretamente al momento exacto en que el amor, literalmente, me arrolló.
Gabriel llegó como una brisa fresca a mi vida, y así como llegó, ta...
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Si había un lugar en donde se pudiera respirar paz, ese era Hierve el agua, un auténtico paraíso.
El paisaje que se extendía frente a nosotras era idílico.
Albercas naturales de diferentes formas con aguas termales, el carbonato de calcio les daba una apariencia casi blanca, una majestuosa cascada que parecía detenida en el tiempo se encontraba justo frente a nosotras; el agua descendía por más de 50 metros de altura, rodeando de vegetación nuestro pequeño paraíso, a lo lejos podías observar una gran extensión de cerros que mantenían alejada a la ciudad.
Cactáceas, pájaros de todos los colores y algunos árboles decoraban de manera perfecta el ambiente; parecía como si la naturaleza se hubiera empecinado en mantenerla oculta.
— Podríamos quedarnos aquí para siempre, Samy Sam.
— Podríamos, si podríamos.
— Qué bueno, porque no planeo moverme de aquí jamás.
— Me gusta tu plan.
Hablé sintiéndome un poco borracha.
Si el mundo comenzara a caerse a pedazos, no estoy segura de que pudiera mover ni un músculo, me sentía tan relajada que cada hueso de mi cuerpo pareciera haberse derretido.
— Nathan me dio su número ayer por la noche —abrí un ojo para poder observarla, ella mantenía la cabeza echada hacía atrás y los ojos cerrados.
— Vaya, que lindo de su parte y, podría tu mejor amiga, la luz de tu vida, el sostén de tu existencia, saber qué sucias intenciones tiene el guapo Nathan Kendrick para contigo —ella abrió los ojos.
— Te das muchos méritos —le sonreí.
— Sabes que tengo razón —suspiró.
— Sus palabras exactas fueron: ustedes son geniales y nunca está de más hacer amigas reales que no quieren un trozo de tu culo en una bandeja de plata.
Arqueé las cejas por la sorpresa.
Jamás se me cruzó por la cabeza que Nathan tuviera una visión tan extraña de las personas, eso me hizo preguntarme con qué clase de personas se habían topado en el pasado los hermanos Kendrick.
— ¿Por qué te diría algo así? —encogió los hombros.
— Supongo que no han tenido mucha suerte a la hora de hacer amistades. El mundo está plagado de gente falsa.
— Gracias a la vida por permitirme conocerte —su sonrisa se volvió resplandeciente.
— Lo mismo digo. No imaginó mi vida sin ti.
— ¡Ay que linda! —Las dos pestañeamos al mismo tiempo —. Debo confesar que los tres caballeros han sido como una brisa fresca. Son lindos.
