El sonido del timbre a punto de quemarse no nos despertó aquella mañana, definitivamente lo hicieron los golpes que provenían de la puerta, una que estaba peligrosamente cerca de venirse abajo, como mi ánimo, y mi corazón.
— Creo que se está incendiando el edificio —murmuró Terin todavía abrazándome —, o algo así. Quizá hay una invasión alienígena. Tal vez un golpe de estado —me aferré a su pijama como si fuera mi cuerda de salvación —. Tranquila, nos quedaremos aquí he ignoraremos al mundo entero.
Pero los golpes no mermaron, y el sonido del timbre nos taladraba las orejas. Ella dejó la cama a regañadientes, yo me hice un ovillo debajo de las sábanas.
— Si no hay alguna nave espacial destruyendo la ciudad, mataré a quien esté aporreando la puerta a estas horas de la madrugada. Maldita sea, es sábado y son las carajas seis de la mañana. Juro por la vida de mi pez imaginario que voy a meter mi pie en su trasero. Maldita sea, voy a matar a quien sea que se encuentre del otro lado.
La escuché maldecir un poco más antes de que los golpes cesarán y el timbre finalmente se quedará en silencio.
— ¿Dónde está? —Me encogí cuando escuché su voz.
— Tienes que irte, ella no está lista...
— Por favor, voy a aclarar las cosas.
— ¿Eso quiere decir que no tuviste sexo con la siliconada esa? Y mira que no tengo nada contra los que deciden hacerse un cambio de imagen y ponerse implantes mamarios, muy respetable su decisión. Así que retiró lo de la siliconada, pero agrego lo de la maldita, porque eso de enviarle imágenes y videos tan horribles es muy bajo...
— Terin, por favor, enfócate. ¿Dónde está?
— Donde tiene que estar.
— Por favor, no es lo que imaginan. No es lo que ella imagina. No sé qué imágenes le enviaron, pero no es lo que ustedes creen.
— Bueno, es que no sé si ella quiera hablar contigo.
— Terin, te lo suplico. ¿Dónde está?
No salí de debajo de las sábanas mientras lo escuchaba pasearse de un lado a otro, pero sabía que algún momento dado tendría que afrontar la realidad. Me armé de valor, uno que definitivamente no sentía y caminé hasta la sala, inmediatamente localicé a Gabriel, llevaba el traje arrugado, el pelo hecho un desastre, los ojos inyectados de sangre, la barba incipiente de un día y el rostro empañado por la preocupación y la desesperación.
— Terin, podrías dejarnos un momento a solas —los dos se volvieron de inmediato.
— Claro —respondió ella dubitativa, caminó en mi dirección y me sonrió —. Estaré allá, si necesitas algo.
— Gracias —le devolví la sonrisa. Cuando ella desapareció por el pasillo lancé la primera pregunta, una de muchas —. ¿La besaste? —Gabriel se notó inmediatamente contrito.
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Sam #PGP2021
ChickLitUn viaje a mi vida y a los amores en ella. Los llevaré a un pequeño recorrido en mi vida, a mi pasado, más concretamente al momento exacto en que el amor, literalmente, me arrolló. Gabriel llegó como una brisa fresca a mi vida, y así como llegó, ta...