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Eider POV

Después de que Devon se fuera con el cadáver en la cajuela de su coche, caminé de vuelta hacia el local de Saxon. Fiore ya estaba ahí. Le conté todo lo sucedido y me pidió disculpas por haberme dejado sola. No comimos, simplemente me acompañó a mi departamento.

Y ahora estamos aquí. Ambos acostados en mi cama, besándonos desesperadamente, mientras una película se reproduce en la tv.

Fiore se sube encima de mí, pero rápidamente, lo acuesto de nuevo en mi cama y ahora soy yo la que se sube encima de él, pasando mis piernas por sus costados.

―Sabes que me gusta llevan las riendas. -murmuro en sus labios.

Fiore jadea suavemente.

―Me encanta. -dice. Sus manos se afirman a mi cintura, pegándome más a su cuerpo. Rompo el beso para poder desabrochar los botones de su camisa. Fiore me ayuda a sacarla por sus hombros.

Mis labios se apoderan de su cuerpo, dejando besos y pequeñas mordidas. Siento su erección crecer en mi vientre, así que me compadezco un poco de él, y empiezo a menear mis caderas. Fiore gime en voz alta.

Voy bajando los besos, llegando así a su abdomen. Mientras beso alrededor de su ombligo, mis manos van desabrochando el botón de su jean. Subo mi vista hacia Fiore. Tiene los ojos cerrados y la mandíbula apretada. Sonrío victoriosamente.

Mis manos se adentran y acaricio su erección por encima de la tela de su calzoncillo. Noto como su respiración se acelera. Me encanta verlo así.

Con su ayuda, saco su pantalón y también su ropa interior, dejándolo completamente desnudo ante mí.

Sus ojos se abren y me mira de arriba a abajo. Se apoya en sus codos.

―Estás demasiado vestida. Desnúdate para mí, cariño. -dice, con voz baja y ronca.

Me arrodillo entre sus piernas abiertas. Lentamente, voy jalando de mi camiseta hasta sacarla por mi cabeza.

―¿Por qué no me desnudas tú? -pregunto. Sensualmente, me inclino sobre él. Ahora tengo su rostro mucho más cerca del mío. Veo sus ojos café claro, tiene las pupilas dilatadas por la excitación. Me acerco a su oreja, y con la punta de mi lengua, lamo su lóbulo.

―Vas a hacer que acabe sin siquiera haber empezado. -susurra.

Se recuesta de la cabecera de la cama y con sus manos, desabrocha mi sujetador. Agarra mis muslos y los acomoda encima de su regazo. Acerca su boca a uno de mis pechos mientras su mano acaricia el otro.

Siento su pene debajo de mí. Muevo mis caderas de nuevo. Ambos gemimos.

―Ya hazlo, Fiore. Fóllame. -digo con súplica.

Separa su boca de mis pechos y se estira para sacar un condón de su jean. Mientras lo hace, yo aprovecho de sacar mi short junto a las bragas.

Se coloca el condón rápidamente, y agarra mis caderas para colocarme encima de él. Me penetra fuertemente, como siempre lo hace.

Fiore y yo hemos tenido sexo desde que él cumplió los diecisiete y yo los dieciséis. No sentimos nada más aparte de amistad. Solo lo hacemos, más que todo, por ganas. Incluso, después de saber que es gay, lo seguimos haciendo.

Fiore entra y sale de mí con una brutalidad increíble. Agarra mis caderas y las mueve al ritmo de sus movimientos. Estira su cuello hacia mí, y besa el mio mientras se sigue moviendo.

Se levanta de la cama y, con un ágil movimiento, me gira, haciendo que quede con la cara pegada a las sábanas.

Siento el colchón hundirse. Agarra mis caderas y las alza. Ahora mis rodillas y codos me sostienen.

Mis manos se aferran a la cabecera de la cama. Vuelve a entrar en mí. Se mueve rápido y brusco. Dentro, fuera. Una y otra vez. Una de sus grandes manos me da una nalgada. Gemidos salen de nuestras bocas. Una leve capa de sudor se va formando en mi frente.

Se inclina sobre mi espalda y agarra mi cabello en un puñado. Jala, haciendo que mi cuello se estire hacia atrás. Sigue entrando y saliendo de mí. Con movimientos rápidos y fuertes.

Siento sus labios sobre mi hombro. Muerde levemente.

Sus movimientos se vuelven torpes, y sé que está cerca de llegar a su clímax. Tras unas cuantas estocadas más, mi cuerpo se convierte en una bola de espasmos y placer. Nos corremos al mismo tiempo.

Me dejo caer al colchón boca abajo, y seguido, Fiore se recuesta a mi lado, viendo al techo. Cuando recupera un poco la respiración, se coloca de pie y bota el condón en la papelera del baño. Recoge su ropa y se la pone.

―¿Pedimos pizza? -pregunto aún acostada.

―Lo siento, cariño. Me toca limpiar el bar a mí esta semana. Pero si quieres, quedamos luego. -dice y me guiña un ojo. Se acerca y me da un casto beso en los labios. Poco después, escucho la puerta ser cerrada. Me levanto y me dirijo al baño. Aún no me saco de la mente al chico que me salvó hoy. Devon. 

El Misterio de los Dagger ©  [TERMINADA]Where stories live. Discover now