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Eider POV

Mi cabeza duele. Es imposible abrir los ojos, sin embargo me esfuerzo lo más que puedo para poder hacerlo. Todo mi cuerpo duele y no puedo ni siquiera pronunciar alguna palabra.

Abro mis ojos, parpadeo unas cuantas veces para acostumbrarme. Lo primero que veo es un techo. Giro mi cabeza y veo que me encuentro en una cama. Frunzo mi ceño. ¿Cómo llegué a aquí?

Escucho una puerta abrirse y me sobresalto. Me incorporo lo más rápido que puedo y me abrazo las piernas, buscando una manera de protegerme ante lo desconocido.

―Hey, tranquila, soy yo, Vyce. -escucho su voz. Mi cuerpo se relaja.

―¿Qué sucedió? ¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde está Erika? -preguntó rápidamente. Él se sienta a mi lado sobre el colchón. Me regala una hermosa sonrisa que logra tranquilizarme. Su mano toma la mía y da un leve apretón.

―Todo con calma. No sabemos exactamente qué sucedió. Solo escuchamos unos disparos y nos acordamos de ustedes, así que fuimos a ver si todo estaba bien. Y... bueno... pudimos salvarte a ti, pero a tu prima... lamentablemente no. Los encapuchados se la llevaron. -dice bajito. Siento mi corazón en la boca. Los ojos se me llenan de lágrimas.

―¿Quiénes eran esas personas? ¿Pudieron ver su rostro o algo que los identificara? -pregunto. Vyce observa mis ojos fijamente. Empieza a acercarse más a mí, retrocede, y decide seguir acercándose. Sus brazos me rodean y me pegan a su pecho. Puedo sentir el calor de su cuerpo. Le devuelvo el abrazo. Su mano acaricia mi cabello.

―Tranquila. Encontraremos a ti prima y averiguaremos quiénes son esos encapuchados. Te lo prometo.

Dejo por unos minutos que su cuerpo me abrace, pero rápidamente una idea viene a mi cabeza. Me separo de su cuerpo. Veo una chispa de desilusión en sus ojos.

―Fiore. Le prometí que iría a verlo en la tarde. -digo.

―No te preocupes. Ya le avisé que estás aquí con nosotros. -mis ojos se abren al límite. Quito la sábana que estaba cubriendo mi cuerpo y me levanto tan rápido que por un momento me mareo.- ¿Qué sucede? -pregunta confundido.

―¡¿Qué sucede?! ¡Sucede que Fiore está hospitalizado! ¡Justo ahora debe de estar buscándome aunque ni siquiera se pueda mover! -grito agitada. Me arrepiento inmediatamente.- Lo siento, sé que solo buscan ayudarme. Pero de verdad tengo que ver que Fiore no se esté volviendo loco en estos momentos.

Se coloca de pie.

―Bien, vamos. No saldrás sola cuando hay dos encapuchados buscándote afuera. -dice.

Al salir de la habitación, veo que estamos en el departamento de Devon y él está sentado en el sofá viendo la tv.

―Vamos a salir un momento. -dice antes de abrirme la puerta para que pueda salir.

Agarramos un taxi y nos bajamos en el hospital. Nos registramos como visitas y al entrar a la habitación de Fiore, mi corazón se quiebra.

Fiore está siendo sostenido por varios enfermeros tratando de calmarlo. Él grita y se mueve de un lado a otro.

―¡Suéltenme! ¡Tengo que ver que esté bien! ¡Ya suéltenme! -grita desesperado. Corro inmediatamente hacia él. Al verme se queda quieto, sin embargo, su respiración está agitada.

Agarro su rostro con mis manos y pego su frente a la mía.

―Aquí estoy. Tranquilo. Aquí estoy. -susurro. Suelta un suspiro y me aprieta contra su pecho. Las lágrimas llegan rápidamente. Trato de retenerlas, pero no puedo. Un sollozo se me escapa y Fiore me aprieta más.

―Lo siento, cariño. Ya me contaron lo de Erika. -murmura en mi cabello. El llanto empieza a salir. Lo silencio en su hombro.

―No tengo idea de quiénes son o qué quieren. Nos estaban buscando a nosotros, Fiore. ¿Por qué nos buscaban? -digo aún entre el llanto.

―Tranquila, lo averiguaremos. Pero por el momento, tenemos que concentrarnos en buscar a Erika.

Un carraspeo nos interrumpe. Ambos volteamos la cabeza hacia Vyce, quien está de pie en el umbral de la puerta visiblemente incómodo. Me alejo de Fio, seco mis lágrimas y me siento en la camilla.

―¿Qué demonios te pasó a ti? -le pregunta Vyce a Fiore. Él le cuenta su historia mientras yo observo lo bien que se llevan.

Seguimos hablando hasta que la hora de visita se acaba. Nos despedimos de Fiore y le prometo que mañana vendré a visitarlo nuevamente.

Al salir, ya es de noche y el aire frío choca con mis brazos desnudos. Los froto con ambas manos.

―Si tuviera una chaqueta te la daría, pero tristemente no tengo. -dice bajito Vyce a mi lado.- ¿Quieres volver a tu departamento o prefieres quedarte con nosotros?

Lo pienso por unos momentos. Sinceramente, me gustaría estar acostada en la suavidad de mi colchón. Pero sé que si vuelvo a casa, las preguntas llegarán a mi mente junto con las lágrimas, y podría darme un ataque de pánico al no tener respuesta para esas preguntas.

―¿No les molestaría si paso la noche con ustedes, no? Lo último que quiero hacer es estorbar.

Escucho una suave risa.

―No estorbas, y claro que no nos va a molestar. Prepararé un rica cena. -dice viéndome sonriente. Es tan contagiosa que se la devuelvo.

Sus ojos no abandonan los míos. Ambos dejamos de caminar y giramos nuestros cuerpos para estar cara a cara. Ya no hay rastro de sonrisa en su rostro ni en el mío. Se acerca más a mí y sus dedos rozan mi mejilla.

―Eres muy hermosa ¿lo sabías? -susurra. Su aliento me golpea el rostro. Es cálido y fresco. Siento su nariz acariciar la mía. Mis ojos se cierran automáticamente.

Sus labios besan mi comisura y siento electricidad recorrer mi cuerpo entero. Las mariposas no se hacen esperar.

Siento sus labios presionar los míos y mi mundo da vueltas. Deja presionado por unos segundos y se aleja nuevamente. No quiero que se aleje.

Agarro su nuca y lo acerco nuevamente a mis labios. Nuestros labios se mueven al compás. Son suaves e increíblemente deliciosos. Me besa lentamente, saboreando saca instante de nuestro beso.

De repente, se aleja bruscamente.

―¡Mierda! -exclama y lleva sus manos a su cabello.

―¿Qué sucede? -pregunto agitada por el beso y ahora confundida por su reacción.

―No debí haber hecho eso, lo siento.

―¿Alejarte? Si, no debiste hacerlo. -digo. Claramente sé que no se refiere a eso.

―No. No entiendes. No debí haberte besado. No en estos momentos.

Frunzo mi ceño.

―No entiendo. -confieso.

Sus ojos café me observan.

―Le gustas a Devon. Él es mi hermano, no debí hacerlo.

―Y a mí me gustan los dos, ¿por qué no puedo besarlos? -estoy tan molesta, que no mido mis palabras.

Vyce se relaja visiblemente.

―¿Yo te gusto? -pregunta.

―Si, Vyce.

―¿También te gusta Devon?

―Si.

―¿Te gustamos los dos? -sus preguntas ya me están cansando. Ruedo los ojos.

―Si.

Una sonrisa enorme sonrisa aparece en su rostro. Se acerca a mí y me besa nuevamente.

Ahora sí que no entiendo nada. 

El Misterio de los Dagger ©  [TERMINADA]Where stories live. Discover now