CAPÍTULO 19 (CORREGIDO)

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Adrien Volkov

Al terminar de comer, nadie dijo nada sobre Hanna, un mayordomo aviso que los invitados comenzaban a llegar y subí con las gemelas a las habitaciones. Alex y Diego nunca bajaron junto al señor Morgan.

Me quedo mirando la puerta blanca con una manilla dorada, quería entrar en el cuarto de Hanna, pero no sabía si todavía necesitaba tiempo. Unos segundos más, espero frente a la puerta, miró el pasillo a mi lado y decido recorrer la mansión antes de entrar. Avanzó hasta el final y me quedo parado frente a una puerta de corredera.

Chad abre una y entra al pasillo con los ojos algo rojos. Me mira como si lo hubiese pillado haciendo algo malo y me extiende una caja de cigarrillos y un encendedor.

— Yo nunca estuve aquí.

Lo miro confundido y me sonríe ampliamente antes de pasar por mi lado y seguir caminando por el pasillo. Avanzó hacía el balcón y me quedo pasmado viendo el cielo.

Desde que había llegado de Rusia no había visto un cielo estrellado, la contaminación de la ciudad me lo impedía, pero aquí, estamos en una zona alejada, una zona donde puedes ver perfectamente cada astro brillante.

Acarició la cajetilla en mis manos y sacó un cigarrillo encendiéndolo sin dejar mirar el cielo nocturno.

No soy alguien que fume bastante seguido como Sean o Hanna, en realidad son muy pocas las veces que lo hago, suele ser cuando estoy muy ansioso.

Un golpe.

Mi mejilla ardiendo.

Y ahora estoy ansioso, Hanna debe estar pasándolo mal en el cuarto, quiero consolarla, asegurarme de que sabe que no importa su pasado, y al mismo tiempo quiero saberlo todo, qué me cuente cada detalle de su vida, pero sé que eso la abrumaría y la haría revivir malos momentos otra vez.

Le doy una calada al cigarrillo y miró la ciudad nocturna frente a mí, sus luces neón alumbra el cielo sobre ella.

Sonrió apoyándome de la baranda, las luces de Las Vegas eran realmente llamativas, rojas, azules y verdes, eran las que más se repetían, nunca había visto tantas luces que me hipnotizarán.

Le daba lentas caladas a mi cigarrillo mientras trataba de ver más que solo las luces, a la vez que lo hacía vi humo a mi lado, lo cual era raro ya que las cenizas caían por el balcón.

Me giró asustado por haber incendiado algo.

Pero no era fuego, era otro cigarrillo, ella me miró con una sonrisa divertida ante mi susto.

La diversión no llegó a sus ojos.

Me quedé un momento mirándola, no tenía su brillo, ni su glamour. Sus ojos estaban rojos y pude notar sus mejillas húmedas por la luz de la luna, estaba mal, nunca pensé verla así.

Ese día en su apartamento cuando el crío iba a verla, trató de verse destruida, pero no era genuino, el brillo seguía en ella y sentías su seguridad.

Ahora solo estaba la niña que se esconde en su interior.

Me siento junto a ella. No esperaba que me contara cómo se sentía, tendríamos tiempo para eso después. Rodeo sus hombros atrayéndola a mi cuerpo y siento la tela de su brazo helada.

¿Ha estado aquí desde que salió del comedor? Era lo más probable ya que estaba demasiado helada.

— ¿Qué hacía Chad?

— Fumaba hierba. — Bota su cigarrillo y lo pisa con su tacón antes de abrazarse a mi torso con fuerza.

— ¿Tu igual?

Escapando del infierno (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora