Capítulo 31

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Hanna

Trece de junio, el cumpleaños de Sean, ¿Lo recordaba? Nop, para nada. Ni siquiera sé cuándo es el cumpleaños de Ryder, pero no se lo digan.

Lo que sí recordaba es donde vivía, así que después de la llamada de Tania llame a su vecino para que me avisara cuando Sean saliera de su casa.

Ahora imaginen nuestra sorpresa al entrar los siete con globos inflados, un pastel enorme y regalos, y encontrarnos en la sala con una niña de dos años viendo Dora la Exploradora.

— Ahm... Bebé... ¿Sean te tiene secuestrada?

Thomas le entrega un globo violeta a la pequeña que nos mira sin expresión alguna.

»— ¿Por qué Sean tiene una niña de tres años en su sala? — Se gira hacia mí y yo me alzo de hombros.

— ¿Y si es un fantasma? — Ryder hace una mueca y se acerca a la niña desde el otro lado. Le pincha la cara y se levanta de golpe mirándonos asustado. — ¡Es una niña de verdad!

— ¿Y si es su hija? — Pregunta Boris, el cual ahora miraba divertido a mis amigos.

— Imposible, Sean nunca ha tenido novias y si tuviera una hija, nos hubiera dicho... O eso creo. — Ryan frunce el ceño.

— Si es una niña fantasma puedo quedármela, ¡Es hermosa! — Tania aparta a Thomas y a Ryder mirándolos mal por seguir pinchando el rostro de la pequeña. La levanta con cuidado y la niña se deja mirándola curiosa.

»— ¿Adrien no te gustaría que fuera nuestra hija? — Ríe un poco y de reojo veo al chico sonreír.

— Claro, ¿Cómo la llamaríamos?

Las punzadas en mi pecho vuelven.

— ¿Qué dices de María? — La morena sonríe con ilusión y besa sonoramente la mejilla de la bebé. — ¿Te gustaría que fuera tu mami, María?

Sáquenme de aquí.

— Ryan, el pastel. — Señaló el pasillo y el policía rápidamente quita la caja de mis manos para luego seguirme. — ¿Crees que sea la hija de Sean?

Me siento sobre uno de los taburetes viejos y veo al rubio abrir la caja con cuidado y poner las velas. Es un hombre tan hogareño, no me sorprendería que a los treinta y cinco tenga una gran casa a las afueras de la ciudad, con una hermosa mujer y unos cuantos niños.

— No lo sé, quizás sea su sobrina o algo. Lo que me hace ruido es que la dejó sola, ¿Y si le hubiese pasado algo? Pudo haberse caído, o haber metido los dedos en un enchufe o...

— Okay, mamita preocupada, entiendo tu punto. — Rio y él me mira divertido poniendo más velas. — ¿Cuántos años cumple?

— No lo sé, así que voy a poner más de treinta para que no las cuente y descubra que aparte de no saber cuándo es su cumpleaños, no sabemos qué edad tiene.

Rio divertida y miró hacia el pasillo al ver movimiento. Dejo de reír y miro fijamente la bola de pelos.

— Ryan.

— ¿Si preciosa?

— Tiene un gato.

El chico deja las velas de inmediato y mira en la misma dirección que yo. Vemos al peludo animal blanco con la cola en alto paseándose con confianza por la cocina. La veo acercarse a mis pies y los apoyo en la baranda del taburete haciendo una mueca.

Ryan ríe y se agacha tomándolo.

— No puedo creer que no te gusten los gatos. — Acurruca al animal en sus brazos y este comienza a vibrar mientras él hombre acaricia su barriga.

Escapando del infierno (+21)Where stories live. Discover now