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- ¿Una biblioteca, en serio? Esto es una jodida broma - se veía muy molesto.

- No me mires así, te estoy hablando en serio - rodé los ojos - Uno, es el único lugar donde podremos encontrar un camino para lo que quieres- respondí igual de molesta mientras enumeraba las cosas- dos hay respuestas a preguntas que no me has hecho pero quieres saber su respuesta y tres es una biblioteca del mundo de los espíritus, no es un simple lugar, tiene toda clase de conocimientos.

- Está bien, ya me quedo claro - contestó levantando sus manos en señal de rendición- vístete y partiremos - dijo para luego dejarme sola el la cabaña. Esta vez no había chicas que me vistieran o arreglan, así fue mucho más tranquilo, tome lo que parecían ser unos pantalones bombachos y una especie de camiseta que dejaba ver parte de mi abdomen, nada de ropas elegantes está vez.

Desde que desperté esa mañana él volvió a ser el mismo imbécil de siempre, supongo que es mejor así. Cuando estuve lista él ya tenía todo preparado para partir, una pequeña división de hombres y unos grandes lagartos.

- Iras conmigo - Sonreía triunfante mientras me hablaba, lo que me faltaba ir todo el viaje pegada como sanguijuela a su espalda, me subí de mala gana.

No quise replicar hoy, no me sentía de ánimos como para pelear con él, es inútil terminará tocándome con esa cosa infernal y yo cederé, mejor nos ahorramos esa escena. Subí en silencio al lagarto para luego pasar mis manos por su cintura y afirmarme de él, durante el viaje solo hablaba para guiar el camino, hasta que lleguemos al borde del desierto, lugar donde nos detuvimos.

- ¿Por qué paramos? - pregunté confundida - la biblioteca está en en medio del desierto, aún faltaban unas horas para llegar ahí.

- No entraremos en esa trampa mortal de día -  dijo bajando de un salto de aquél animal, su expresión otra vez era dura y trataba de ser lo más distante conmigo.

- Ya entiendo - murmuré bajando del lagarto, su manera de actuar errática ya comenzaba a artarme, tengo suficiente que comporte como un caballo y luego como un sádico psicópata, no quisiera tener que soportar también a un ser distante, demasiadas emociones complicadas pera mi.

Decidí llamarlo a un lugar alejado  para hablar con él- ¿Qué demonios te sucede? Has estado actuando muy extraño desde que volvimos del palacio - me crucé de brazos frente a él.

- Te dije que eso... NO TE INTERESA - no pudo contener su enojo en esas palabras.

- ¿Qué fue lo que él te quitó? - pregunté sentándome tranquilamente sobre una piedra, ignorando su comportando. Me dirigió una mirada llena de emociones y se abalanzó sobre mí.

- No quiero hablar de eso - su rostro estaba casi sobre el mío y tenía una mirada atormentada - no de ella - dijo en un hilo de voz apoyando su cabeza entre mi hombro y mi cuello.

- Sé lo que en verdad deseas - apoyé mi mano sobre su pelo y le di una leve caricia, sentí como él se relajó inmediatamente - lamento tener que decirte que este no es el camino para lo que estás buscando - no respondió, se quedó escondiendo su cabeza en mi cuerpo, como si intentara convencerse de que le estaba mintiendo. Los humanos son tercos, traidores, mentirosos e ingenuos, no entiendo por qué me causan lastima.

- El sol ha comenzado a bajar, será mejor que continuemos - habló después de un largo tiempo escondido ahí, noté por primera vez su rostro cansado.

Le seguí hasta donde se encontraba la división para reanudar el viaje, volví a subirme al lagarto y afirmarme de su cintura, pero esta vez rodeé su cuerpo con mis brazos, él instintivamente puso una de sus manos sobre las mismas. Mientras atravesabamos el desierto solo se escucha mi voz para guiar.

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