29

60 11 0
                                    

Las horas pasaron y el cielo se oscureció por completo, dejando ver las estrellas y una clara media luna brillando con esplendor en medio de la noche, el cometa estaba próximo a la tierra, podía sentirlo. Ese momento me pareció oportuno para bajar del árbol y entrar en la tumba de Sozin. Ese lugar era bastante conocido para mi, puesto que cuando era niña siempre me tocaba hacer la limpieza en ese lugar, lo cual era algo que me resultaba aterrador siendo tan pequeña y aún ahora me parecía una experiencia desagradable, pero no tenía más opción que entrar ahí.

Caminé en silencio por los pasillos estrechos de aquella solitaria y olvidada catacumba, no había nadie en ese, parecía estas abandonada, lugar así que no temí utilizar mi fuego para ver  mejor el camino. Recorriendo ese oscuro y húmedo lugar algunos recuerdos, no muy agradables vivieron a mi, cosas que no sabía que dolían y personas que no sabía que extrañaba, incluso sentí estar siguiendo a alguien allí abajo, estaba perdiendo la razón, era como si me estuviera desconectando de la realidad poco a poco, pero ya no tenía tiempo para dudar ni recordar esas cosas, estaba forzada a ignorar mi naturaleza humana.

Entré en la cámara donde descansaban los restos de Sozin, sin darme cuenta que ya había alguien allí dentro, cuando lo noté todo mi cuerpo se tensó e inmediatamente apagué mi luz. Sigilosa caminé hasta el lugar que estaba levemente iluminado por la llama de alguien más , tenía que saber quien se encontraba allí abajo y si este era un peligro para mis planes, rodee la tumba para encontrarme frente a frente con el otro intruso de aquel lugar. Cuando me paré frente a el ambos dimos un pequeño salto de sorpresa y nos mantuvimos en silencio, solo observándonos, examinado el uno al otro con detenimiento. Me encontraba confundida, sentía como clavaba una mirada acusadora a demás de fría en mis ojos, frunció aun más el ceño y cerró los ojos negando con la cabeza, luego de eso volvió a poner su atención en el papel que sostenía entre sus manos, fingiendo que no me había visto.

Ignorando su presencia y su actitud me dispuse a encontrar lo que estaba buscando, me agaché y puse ambas manos en el piso dejando pasar mi energía en el, esperando que la reliquia reaccionara a mi. Podía sentir su mirada sobre mi, estaba expectante y curioso a lo que estaba haciendo, quién lo entiende, pensé resoplando . Al paso de unos breves instantes el sarcófago de Sozin comenzó a brillar desde a dentro, esto definitivamente era una mala broma, el maldito saco de huesos de Sozin se hizo enterrar con la reliquia, no quiero tener que meter mis manos ahí dentro, ni siquiera tenía deseos de abrir esa tumba.

- ¿Qué haces aquí ?- habló por fin, interrumpiendo el silencio de aquél incómodo lugar, lo hizo manteniendo un tono tranquilo, quizá demasiado para mi gusto, era inquietante.

- Solo vine a buscar algo - respondí restándole importancia mientras intentaba abrir aquella tumba - algo que tu abuelo se robó del templo del Avatar y que es mío - añadí con despreocupación y sin interés por esos acontecimientos del pasado. Estaba mucho más interesada en darme ánimos para tomar esa daga sin vomitar de entre aquellas osamentas, los muertos o mejor dicho los cadáveres, eran algo que en verdad me ponía mal, quizá es por que nunca los había sentido tan cercanos a mi, a demás de que son un recordatorio constante de lo que nos sucederá en el futuro, lo inevitable y la única certeza de la vida es que se acaba.

Él se paró junto a mi y contempló los restos, mejor dicho los huesos de su difunto bisabuelo, metió la mano en el sarcófago  sin pudor alguno y tomó la dichosa reliquia entre sus cálidas manos, sin expresión alguna en su rostro ¿Desde cuándo era tan enigmático? Antes podía leerlo como un libro abierto, me resultaba muy fácil, pero ahora no era capaz de descifrar lo que estaba pensado, quizá es porque él estaba creciendo o porque yo estaba perdiendo parte de mi esencia.

- Te la entregaré - dijo con una voz neutra y unos ojos inexpresivos- pero antes quiero que me respondas dos cosas.- Asentí aceptando su petición, hablar con el no me daba miedo y aclarar lo que fuera que le esté causando enojo era algo muy necesario para mi, a pesar de todo quería tener una buena relación con él - ¿Qué clase de plan enfermizo implica casarte con mi padre? - me interrogó tratando de aculatar lo cabreado que estaba cruzándose de brazos, con solo escuchar esa pregunta y ver su rostro de indignación estallé en risa, era el mejor chiste que había oído últimamente , como demonios se le ocurre que yo quería casarme con su padre por voluntad propia - ¿Qué es tan gracioso? - preguntó esta vez elevando su tono, ahora si se podía notar abiertamente lo molesto que estaba con toda la situación.

Simplemente FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora