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Arrugue la nariz y me removi inquieta en... ¿Una cama? Pensé con confusión, mientras que alguien ponía paños húmedos sobre mi frente, se sentía un gran alivio.

- Tranquila, estás  a salvo - dijo una voz maternal llena de cariño, abrí los ojos lentamente - ¿Como te sientes? - interrogó con una mirada curiosa.

- Agotada - respondí con una voz débil y rasposa, aquella mujer me arropó para luego salir de la habitación durante unos minutos y volver a entrar.

- Bebe este Té muchacha, te ayudará con la fiebre - me senté en la cama con pesadez y recibí el té - me alegra verte despierta - sonrió con sinceridad.

- Le agradezco sus cuidados - hablé con una voz algo tímida - de no ser por usted seguramente no hubiera sobrevivido...

- No me agradezcas solo a mi pequeña - me interrumpió - de no ser por un muchacho extraño, no nos hubiéramos dado cuenta de que estabas ahí - alcé mis cejas sin entender mucho lo que me estaba diciendo.

- ¿A qué se refiere? - pregunté confundida, ella sonrió cálida y me explico amablemente.

- Mi esposo y un forastero estaban reparando el techo, cuando el muchacho vio a una chica desmayarse, osea te vieron a ti. Él nos avisó y fuimos ayudarte, tenías mucha fiebre y parecía que no habías probado alimento en días - habló preocupada - Dime mi niña ¿Te persigan soldados del Reino tierra o de la nación del fuego? - de hecho me perseguían los espíritus malignos, pensé con algo de gracia.

- Ambos en realidad - respondí neutra, le mentí, pero lo hice porque no podía decirle que era perseguida por esos seres oscuros, si lo supiera la pondría a ella y a su familia en riesgo - Pero se preocupe, los perdí hace unos días, aunque de todos modos me iré mañana al amanecer - no quería ser una carga para esta familia, ni tampoco un motivo preocupación para estas amables personas.

- No digas eso - me miró triste y preocupada - quédate el tiempo que desees, al menos hasta que estés sana - hizo una pausa mientras que yo bebía el té que me había entregado hace unos instantes - ¿ Qué edad tienes mi niña?

-Emm yo - por un segundo estuve apunto de decirle que era un espíritu milenario - Cumplo 18 dentro de unas semanas - le contesté mirándola a los ojos, un leve brillo se vió en ellos.

- Tienes casi la misma edad que mi hijo mayor - habló con algo de nostálgia - él se encuentra en la guerra - añadió secándose una lagrima.

- Lo lamento mucho señora - extendí mi mano hasta su antebrazo para darle calidez y apoyo, estaba experimentando la otra cara de la guerra, probablemente la que más duele.

- No te preocupes, él volverá, yo lo sé en mi corazón - realmente de veía convencida de sus palabras - Creo que ya es momento de que vaya a preparar la cena - cambio drásticamente de tema y se dirigió a la puerta - descansa ya te traeré de comer más tarde.

La amable mujer salió de la habitación para que pudiera seguir descansado. Estaba en un lugar muy humilde, nada que ver con la cabaña de Zhao o el puesto de la armada de fuego, pero aún así está casa tenía algo especial, emanaba tranquilidad y cariño. Era un lugar muy agradable para descansar, estaba en una cama cómoda y abrigada, la habitación era algo oscura, pero aún así no había ni un rasgo de maldad, era un lugar donde me gustaba estar, tanto que incluso me volví a dormir.

Llevaba unos minutos durmiendo cuando un señor entró a la habitación, el marido de la señora que me había atendido. Me preguntó si me sentía bien como para cenar a la mesa con ellos, a lo que respondí que si, me levanté con algo de torpeza, no me había dado cuando que los músculos de mi cuerpo se sentían adoloridos por todo el esfuerzo de los días pasados, esto de ser humano me parecía un gran fastidio. Luego de unos momentos logré ponerme en pie y caminar hasta donde cenariamos.

Simplemente FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora