15

64 13 0
                                    

Mientras me encontraba en ese podrido sótano pensé un poco sobre mi forma de actuar ante aquel idiota, le había asustado a propósito y aunque no quería admitirlo había sentido satisfacción al hacerlo, lo hice con toda la intención de asustarle, se lo merecía.

No tenía muy claro si llevaba horas o minutos en ese lugar húmedo, parecía que el tiempo había olvidado pasar por este sitio , no tenía ganas de luchar contra las cadenas ni mucho menos contra las paredes, sabía que era inútil intentar salir de ese lugar, aunque pudiera soltar las cadenas no había forma de abrir esa puerta desde dentro.

Algo me hizo pensar en Zhao, en el trato que hice con él para que me sacase de esa maldita institución mental. Lastima que ya no de encuentra aquí para hacer tratos conmigo, después de todo nuestro trato no resultó tan mal.

- ¿Dijiste trato? - una voz ronca susurró en mi oído en medio de toda esa oscuridad- porque yo encantado hago uno contigo ahora mismo,  te saco de aquí y tú dejas de ser un jodido grano en el culo - Esa era la inconfundible voz de Kurai Yoru - a mi me parece un estupendo trato - habló alardeando como siempre, sabía que estaba relamiedo sus labios, podía escucharlo.

- No estoy de humor para tus jueguitos ahora - respondí de mala gana rodando mis ojos y dando un pesado suspiro- déjame en paz, quieres - mis cadenas se cortaron de la nada y yo puse una expresión de disgusto.

- De nada preciosa - se materializó junto a mi y se apoyó en la pared del sótano - Tómalo como una oferta de paz - dijo sin más.

- ¿Puedo saber que ha hecho que te apiadaras de mi humana existencia? - interrogue con desconfianza, mientras movía mis muñecas para reestablecer la circulación ellas.

- ¿Qué no puedo venir a charlar con mi vieja amiga? - devolvió mi pregunta con un tono relajado pero también burlón, mientras se recostaba y apoyaba su cabeza en mis piernas - Te ofrezco una tregua mientras estés encerrada - no podía ver más allá de mi propia nariz, pero sabía que él me están sonriendo.

- ¿ A qué se debe tanta amabilidad? - volví a preguntar, aún no estaba dudando de sus intenciones, ni podía olvidar que el era un espíritu corrupto por la oscuridad, su propia oscuridad pensé con ironía.

- Tanto que desconfias de mi - imitó una voz herida - antes no eras así conmigo- extendió una mano y tomó un mechón de mi cabello para luego jugar con el entre sus dedos, eso me hizo dar una un suspiro de alivio, pensé que quería atravesar mi cuello con sus garras.

- Las cosas ya no son como antes, estamos en veredas diferentes - respondí con una voz llena de melancolía y nostalgia, al mismo tiempo que ponía mi mano sobre su pecho para acariciarle.

- ¿Me aclaras una duda? - asentí con la cabeza, yo no podía verle pero él a mí sí - ¿ Qué es lo que aún te hace tener esperanza? Sinceramente no entiendo cómo es que tú aún la tienes - su voz sonaba apagada, su tono sarcástico y burlón se había esfumado completamente en esas palabras- Solo quiero acabar con esto lo antes posible, los humanos me parecen unos seres de lo más horripilantes, sin ofender - yo dejé escapar una pequeña risa - en fin, me parecen unas criaturas demasiado caóticas y débiles de corazón como para permitirles estar más tiempo en este mundo - su voz se relajó - a veces no sé si tú eres más inocente o más estúpida que yo- di un molesto suspiro de fuego que iluminó parte de la habitación y el rió ante mi comportamiento.

- En realidad no sé si tengo esperanza en este mundo - quité su cabeza de mis piernas y me levanté para dar vueltas en la habitación - Realmente creo que los humanos me dan asco - reí con mis propias palabras - pero ya que he vivido como un ser mortal y me he dado cuenta que, no solo saben traicionarse entre ellos - me recosté en el suelo con piernas y brazos extendidos, mientras que Kurai Yoru me veía atento - También pueden sentir algo llamado amor y ese me parece un sentimiento que vale la pena salvar, los hace valientes y leales, los hace fuertes, aunque no yo nunca lo he experimentado - añadí con tristeza.

Simplemente FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora