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La mañana comenzó algo agitada, Zhao tomó su primera desición como almirante, quítale su tripulación a Zuko. Esa misma mañana también habíamos descubierto que el Avatar de encontraba en el polo Norte, es así como el almirante decidió que sería una buena idea atacar al Avatar junto con los espíritus de la luna y el océano, ya que estarían todos en el mismo lugar. Estaba realmente molesta por esas dos desiciones y como la cereza sobre el pastel nuevamente íbamos sobre un buque que guerra.

Zhao le ofreció al señor Iroh formar parte de la invasión al norte como su consejero de batalla, este último agradeció su consideración pero rechazo el puesto, argumentado que se quedaría a acompañar a su sobrino, era un sujeto muy agradable, era como si su corazón fuera inmune a la duda y vulnerabilidad, me causaba una gran admiración, a pesar de ser un simple humano tenía una gran voluntad.

Mientras estaba en la cubierta tomando aire escuché que el barco del príncipe había sido hundido, de inmediato pensé en que él era el culpable, así que me dirigí llena de rabia hasta donde él se encontraba.

- Dime que no eres el culpable - entre levantando la voz y con un tono afligido y molesto, mientras irrumpía bruscamente en la habitación.

- No tengo ni la más mínima idea de lo que estás hablando - me miró con curiosidad y su total atención.

- No te hagas el idiota - le acuse achinando los ojos - Sabes que estoy hablando del barco de Zuko.

- Te refieres a esa tragedia - respondió desinteresado y me miró tranquilo - no he sido yo - no mentía, sabía perfectamente reconocer las falsedades humanas - aunque ahora es una cosa menos de la que debo preocuparme - una gran pena se apoderó de mí y también rabia.

-¿ CÓMO PUEDES SER TAN INDIFERENTE ANTE LO QUE PASO ? - di un grito desperado y ahogado - A SIDO UNA TRAGEDIA Y TU SOLO PIENSAS EN TU PROPIO BENEFICIO - me abracé a mi misma - no puedo con este mundo, no puedo con esta crueldad - susurré mientras las lágrimas caían de mis ojos.

- Ven aquí - me rodeo con sus brazos para contenerme - entiendo que una muerte es algo triste - se sentó en el piso sin dejar de abrazarme - pero creo que tú también tienes una historia triste que contar - apartó  unos cuantos mechones de cabello de mi rostro para luego secar mis lágrimas -¿ Me la dirás? - preguntó en un tono dulce.

- Cuando era niña - comencé a contar entre jadeos - yo solía ser la dama de compañía de su madre - intenté sonreír - Ursa y él fueron los únicos que me trataban con dignidad. Zuko y yo solíamos hacer todo juntos, con la excusa de que yo esa su sirvienta, pero él en realidad era mi mejor amigo - comencé a temblar tratando de contentar el llanto - Aún recuerdo la noche el la que Ozai iba a asesinarlo, Ursa y yo hicimos algo terrible para salvar su vida - hice una pequeña pausa para secar yo misma mis ojos - Ese día el señor del fuego murió y Ozai tomó su lugar, enviándome a aquella instrucciones mental, en ese lugar pedí todo mi poder, ellos trataron de quitarmelo - recordé con algo de enojo - Pero incluso estado en ese lugar él iba a visitarme, me hacía sentir un poco menos miserable, me hacía sentir una persona normal - él me abrazó un poco más fuerte - No puedo creer que de haya ido.

- Tranquila, de seguro lo verás cuando vuelvas a mundo de los espíritus - besó mi frente - debo seguir trabajando - se levantó y yo le imite - El ex-General Iroh vendrá con nosotros.

Salí de su oficina para dirigirme a la habitación, en el camino me choque con un soldado y ambos caímos, me ayudó a levantarme para luego irse rápidamente, fue extraño aquel soldado me resultaba bastante familiar. Una vez llegué a mi habitación no alcance a sentarme ni cinco minutos cuando recibí un llamado a las oficinas del consejo, no sabía que este barco tuviera uno, pensé algo extrañada. Con pesadez me dirigí a la dichosa oficina, aunque una vez ahí recibí una grata sorpresa.

Simplemente FuegoWhere stories live. Discover now