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- Muchas gracias por recuperar a nuestro hijo - El padre de Lee nos miraba feliz, mientras abrazaba a su pequeño. Esa escena me llenó el corazón, me dio algo de esperanza respecto a la corrupción de este mundo, al ver a los padres de ese niño tan contentos me dio una extraña sensación de calor en el pecho, era un sentimiento tan puro, totalmente ajeno a todo el odio que había presenciado anteriormente en mi estadía en este mundo.

- Son una pareja muy valiente - habló la mujer con una sonrisa plena en su rostro - deberían estar orgullosos de tenerse el uno al otro -Zuko y yo cruzamos miradas, ambos nos pusimos rojos, la señora notó nuestras expresiones y dio una pequeña risa - Vamos, no se avergüencen, se nota a kilómetros que entre los dos hay algo - añadió con relajo.

- Querida aún son jóvenes - le interrumpió su marido con una voz dulce - no los presiones - ambos dimos un suspiro de alivio, todos reímos después de eso ¿ Esto era lo que se sentía tener un hogar? Me pregunté mientras disfrutaba de este maravilloso instante - ¿Qué fue lo que de llevó a Lee? - preguntó sacándome de mis pensamientos. No sabía que decirle, los humanos comunes y corrientes no deberían de saber que los espíritus andan suelos por este mundo, ni mucho menos que el portal está por facturarse, eso sería una verdad que no podrían manejar.

- No lo sabemos con certeza - respondió Zuko en mi lugar, su capacidad de mentir me asombraba y me asustaba al mismo, lo hacía demasiado bien - pero durante el camino de vuelta nos encontramos con un oso, que atacó a Ummy - señaló mi brazo herido.

Luego de ese agradable reencuentro la señora amablemente se ofreció a curar mi herdida, pero Zuko intervino rápidamente diciendo que él lo haría, la mujer nos regaló una sonrisa tranquila y le entregó los vendajes, para luego dejarnos a solas en la cocina.

- Que te quedes quieta - habló entre dientes exasperado - si no te limpio bien primero, la herida se infectará y dolerá más - intento convencerme para que dejara de moverme, al mismo tiempo que trataba de pasar un paño con agua tibia por sobre los zarpazos de mi brazo, algo que yo trataba de evitar a toda costa - No duele, comportarte. - me regañó.

- No quiero - respondí como niña chiquita, él me miró rodando los ojos - es que me va a arder - hice un puchero con ojos de perrito.

- Quién te entiende - rió divertido negando con la cabeza ante mi manera de actuar - no le temes a los espíritus de la noche pero si a un simple paño húmedo - sonaba relajado, ambos nos encontrábamos en la pequeña cocina, no había nadie más en la casa en ese momento.

- No es lo mismo - respondí dejando moverme - no me gusta que toquen mis heridas - confesé con un tono un poco más apagado - me trae malos recuerdos - hablé en un susurro y baje mi mirada al piso.

El pasó el paño suavemente por mis heridas, las cuales parecían surcos profundos. Cuidadosamente limpió cada uno de ellos mientras yo cerraba los ojos con fuerza, tratando de contener el dolor.

- Ya terminé de limpiarte, abre los ojos - llamo mi atención con una voz ronca - Te dije que no dolería.

- Gracias por tenerme paciencia - dije algo avergonzada - y gracias por preocuparte por mí - añadí con un tono melancólico.

- No me agradezcas - estaba concentrado en vendar mis heridas, esa fue la primera vez que me permití observar sus facciones en mucho tiempo, tenía el ceño fruncido, su cabello había comenzado a crecer, tenía unas masculinas facciones más la cicatriz que adornaba su rostro, se veía mucho más adulto de la última vez que me detuve a mirarlo, pensé sonriendo - ¿ Por qué me miras tanto? - me vió preocupado y curioso, aún era un niño.

- No es nada - sacudí la cabeza para luego sonreír de una manera dulce y sincera - Zuko - Susurré solo para los dos - cierra los ojos - me miró por unos breves instantes con confusión - por favor - hable con una voz suave, al decir esas palabras él obedeció instantáneamente.

Simplemente FuegoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin