Capítulo 24

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Después de que se fuese el médico llegó la hora de que las maquilladoras estaban de camino, había comido bien poco, me lleve el sermón de Amelia pero al final lo dejó pasar al entender que podrían ser los nervios de esta noche.

¿Porque estaba nerviosa? Iba a demostrar a Lucifer que no puede jugar conmigo y quiero devolvérsela después de dejarme como me dejó en aquella habitación.

-Ainhoa las maquilladoras ya están aquí – me dice Amelia asomándose por la puerta.

-Dilas que pueden pasar – Amelia sale para después entrar ellas.

Me levanto para saludarlas, son jóvenes un poco más mayores que yo traen un maletín con mucho maquillaje más del que yo había visto en mi vida, me piden que me siente muy amables.

-Eres muy hermosa – me guiña una el ojo.

-Gracias – la digo para después mirar al frente en el espejo.

-Primero vamos con los ojos – la digo un simple vale y las dejó que hagan su trabajo.

Después de una eternidad que parecía que esto nunca iba a acabar terminan y por fin me dejan verme en el espejo, cuando me veo me sorprendo la gran diferencia me gusta maquillarme pero lo normal para momentos importantes.

-Muchas gracias a las dos de verdad – las agradezco levantándome.

-De nada es nuestro trabajo – me contesta una.

-Decidimos pintarte los labios de rojo pasión porque te quedará genial con el vestido – me contesta su otra compañera sabían cómo era el vestido porque yo se lo había contado.

-Gracias sois muy buenas – se despiden y salen por la puerta a los pocos minutos entra por la puerta Amelia con el vestido.

-Estas preciosa y más lo vas a estar con el vestido puesto – la sonrió tanto que si estuviera más tiempo sonriéndola me dolería la boca.

Me quito la ropa quedándome con la ropa interior de encaje, me pongo frente al espejo largo que hay en la habitación el vestido, Amelia se ofrece a ayudarme con la cremallera subiéndola.

-Dios mío – agita las manos Amelia emocionada.

-Estas preciosa mi niña – vuelve a hablar dándome un abrazó.

-No llores boba – la apartó cuando veo que pequeñas lágrimas de emoción salen de sus ojos.

-Es un momento precioso – asiento dándola la razón.

Unos golpes en la puerta nos hace apartarnos y mirar a esa dirección, Rodrigo carraspea cuando nuestros ojos se encuentran.

-Vengo a decir que dentro de media hora tienes que bajar – veo como me echa una mirada.

-Vale estaré puntual – me echa una última mirada y sale.

-Te dejó que vienen a hacerte el peinado – pensaba que no iba a venir nadie a hacerme algún peinado pero al parecer Lucifer eso no le detiene.

Después de ese pequeño tiempo yo ya tenía el peinado suelto había decidido tenerlo un poco suelto me gustaba el trabajo que había echo el peluquero que por cierto me cayó genial me quedé sorprendida cuando me dijo que le gustaban los chicos.

Me pongo los tacones que me había elegido Amelia comprados por ella misma, me estiró el vestido y salgo de la habitación soltando el aire que había tenido retenido unos minutos sin darme cuenta.

¡Vamos Ainhoa no creo que sea para tanto es solo una noche con gente llena de pasta hasta arriba!

Intento convencerme que la noche ira bien y pondré mi mejor sonrisa pero no paro de darle vueltas la manera de devolvérsela a Lucifer.

Bajo las escaleras despacio, un Lucifer con un traje muy ajustado a su cuerpo bien trabajado me mira sin quitar un segundo sus ojos de mi cuerpo.

-Estas hermosa – me dice cuando estoy ya abajo y yo como tonta seguro que me puse como un tomate al escuchar esas palabras salir de sus labios.

-Gracias – le contestó sonriéndole intentando ocultar mis nervios.

-Tranquila es solo una fiesta – al parecer el noto mis nervios, como no lo va a notar si me tiemblan hasta las manos.

-Estoy bien – intento mentirle pero me sale mal.

-No mientas te lo noto – le miro rodando los ojos.

Echo un vistazo a mi alrededor todo está decorado muy formal hay botellas de vino y demás carísimos por las marcas que llegó a ver el gran salón ya no lo es porque los sofás fueron cambiados a otra parte.

El timbre de la gran mansión comienza a sonar y parece que por unos segundos se me olvida como es respirar.

-Relájate – me susurra Lucifer cerca de mi oído, asiento porque no me sale las palabras.

Cuando la puerta es abierta con las chicas entra una pareja muy formal cogidos de la mano cariñosamente hago una mueca los tengo envidia ojalá poder tener algo así algún día.

-Hola Lucifer – el hombre se despega de su pareja y muy animadamente se acerca a Lucifer estrechando sus manos.

-Bienvenido Carlos – yo me quedo congelada como estatua.

-¿Así que tu eres Ainhoa? – mis ojos se abren de manera exagerada al escuchar que sabe mi nombre.

-¿Perdón? – le digo sin entender.

-Lucifer me habló mucho de ti – mi mirada se dirige a Lucifer, me mira por un momento curioso y cuando le mira Carlos sonríe.

-Te presentó a mi mujer Estefanía – la chica se me acerca y nos damos dos besos en las mejillas.

-Encantada – decimos las dos a la vez consiguiendo que nos riamos a la vez.

-Pasar – los invita Lucifer al salón.

Nos sirve un camarero unas copas empezaron los dos a hablar sobre cosas de las empresas nosotras escuchábamos al poco empezaron a llegar más gente, gente con mucho poder la música comenzó a sonar una orquesta tocaba esto se iba animando.

Sonreí mi venganza esta de camino y va a saber quién es la verdadera Ainoha.

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