Capítulo 33

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Suspiro llevo horas metida en esta oficina, Lucifer todavía no ha llegado me leí un libro empresarial y no sé nada de él no se si están bien o que.

Me levanto tocando mi cuello que por estar en una mala postura me duele, me siento en el pequeño sofá que hay que no sé cómo paso, pero termine quedándome dormida, con mil preguntas rondando por mi cabeza.

NARRA LUCIFER:

Me pongo el chaleco y preparo mis armas, montamos en los coches saliendo de la casa dirección hacia el club, no tardamos mucho en llegar por la velocidad, hay gente en la calle y entrando al club algunos de mis hombres se encargan de ir echándolos sin levantar sospechas.

Veo a las amigas de Tigresa bailar en las barras, al verme una de ellas se sorprende, pero disimula como si no me hubiera visto, cosa que hizo bien por ahora está saliendo todo bien, la música se para encontrándome a Ricardo.

- Pero mira quien volvió, ¿Dónde está mi chica?

- Ella no es tu chica y nunca lo será – aprieto mi mandíbula tengo unas ganas inmensas de matarle con mis propias manos.

- ¿A que as venido Lucifer?

- A matarte – le digo, sonríe de lado y anda dos pasos más.

- Veo en tu mirada que sabes más cosas que cuando venias antes – tenía razón había descubierto quien era la madre verdadera de Ainhoa y su padre.

- ¿Por qué permitiste que la abandonara? - le digo con rabia.

- Lucifer yo no la abandone fue su madre era una muerta de hambre y una puta igual que su hija

- ERES SU PADRE – le grito con rabia.

- Lo ves sabía que habías estado investigando eres más listo de lo que creí

- Cuando sepa esto Ainhoa querrá vengarse – será un gran golpe para su vida, pero lo tiene que saber.

- Ella no mata ni a una mosca Lucifer, si te la llevas follando todo este tiempo lo tendrías que saber

- La rabia puede mucho

- Su vida es una mentira y tú no puedes salvarla siempre Lucifer, te conozco desde pequeño acuérdate que yo fui muy buen amigo de tu padre

- No menciones a mi padre – le apunto con mi arma.

- ¿Cuánto paso casi diez años desde ese día?

- Ricardo no hables más – hago una seña a mi mejor amigo con la ceja rápido lo entiende cuando sale detrás de las barras cogiendo a las chicas mientras apuntaban a Ricardo.

- Donde esta Mario y Rodrigo – le digo.

- No volvieron

- Mientes como un perro que eres

- Lucifer que se siente cuando tus padres se quemaban mientras que tú lo veías sin poder hacer nada – no me lo pienso más le golpeo con mi arma en la cabeza, cae al suelo se ríe es un puto psicópata.

- Te juro que vas a tener la peor muerte te voy a torturar hasta que me supliques por tu vida – aprieto su cuello fuerte, escucho el grito de mi mejor amigo llamarme.

- Están fuera del club – me grita refiriéndose a los otros.

- Ir a por ellos que los otros se encarguen de llevar a las chicas a un sitio seguro – vuelvo a mirar a Ricardo.

- Vas a sufrir

- Lucifer escúchame – tose por la falta de aire.

- No puedes matarme soy el padre de Ainhoa – me rio.

- Todavía no te voy a matar solo me divertiré contigo – veo una pizca de miedo en su mirada, pero intenta mantenerse serio.

- Me la folle – me quedo parado en el sitio a escuchar esas palabras.

- No veas como gritaba la perra es igual que su madre – le golpeo uno detrás de otro hasta que pierde el conocimiento, siento tanta rabia ahora mismo que tengo sed de venganza.

Le cojo levantándole, pego un grito cuando siento un disparo e impacta contra mi brazo, suelto a Ricardo y veo a Mario en la zona de las barras.

- Hijo de puta – le digo tocando mi brazo que no para de sangrar.

- No te vas a ir de aquí - será ingenuo.

- ¿Quieres decir unas palabras antes de morir? - le digo cogiendo mi cuchillo con mi otra mano sin que se dé cuenta.

- El que va a morir eres tú Lucifer no eres intocable – tiro mi cuchillo con fuerza directo hacia su pecho.

Toca el cuchillo con su mano cuando lo tiene clavado sonrió, abre la boca cayendo al suelo, voy directo hacia el sacando el cuchillo.

- Seguiré vivo mientras que Ainhoa este a mi lado y si por eso tengo que matar así lo hare – clavo de nuevo el cuchillo en su pecho, intenta pararme, pero le detiene cuando empieza a escupir sangre.

- Te veo en el infierno hijo de puta, por no proteger a Tigresa y traicionarla – aprieto con mi mano más el cuchillo clavándoselo más, le sacaría el corazón, pero tengo que sacar a Ricardo de aquí, Mario tiene los ojos abiertos se los cierro, toco mi brazo que no para de sangrar me quito el sudor de mi frente siento como me voy debilitando.

Cojo a Ricardo como puedo al salir le tiro hacia mis hombres para que lo metiesen en el coche al verme herido se acercan.

- Estoy bien – miento si no me saco la bala tendré una infección.

Monto en el coche dirigiéndonos hacia la casa, les mando que metan en el sótano a Ricardo y le aten, entro lo más cuidadoso posible no quiero que Ainhoa me vea en este estado, paso por la habitación suya, me quejo de dolor apretando mis dientes, estoy manchando todo el suelo entro tocando la puerta del baño dejando la marca de mi mano llena de sangre, saco el botiquín de abajo, y unas pinzas, respiro para intentar calmarme esto me dolerá.

Me quito el chaleco como puedo y la camisa, dejando mi brazo libre de tela, miro el disparo la bala esta adentro, si no la saco me desangrare, cojo las pinzas y comienzo a meterla intentando buscar la bala, aguanto las ganas de gritar no quiero que se despierte.

Escucho ruido en el pasillo y paro por unos segundos, soltando el aire me miro al espejo empiezo a estar blanco por la pérdida de sangre, mierda joder, cuando no escucho nada comienzo de nuevo siento un mareo que hace que saque la pinza y me sujete.

Cuando creo que me he recuperado, vuelvo a intentar a sacar la bala pego un grito desgarrador cuando la siento y se desliza más sangre por el brazo.

NARRA AINOHA:

Me levanto de golpe al escuchar un grito, miro a mi alrededor dándome cuenta que me quede dormida en la oficina de Lucifer, me levanto despacio estirándome, miro el reloj que hay encima de la mesa las tres de la madrugada, y el aún no ha llegado me empiezo a preocupar decido que voy a salir hacia mi habitación, al salir veo un rastro de sangre por el suelo, frunzo el ceño siguiendo el camino de sangre que me lleva hasta una habitación que la puerta está abierta, entro el grifo del baño se escucha, al ver una marca de mano en la puerta del baño con sangre me llevo las manos a la boca para no gritar, con miedo ando despacio abriendo despacio en la puerta, al abrirla me encuentro con Lucifer metido en la bañera lleno de sangre y los ojos cerrados.

No puede ser.

- Lucifer eh – golpeo despacio su mejilla, pero no reacciona.

- ¡LUCIFER!

Prostituta Por ObligaciónWhere stories live. Discover now