Capítulo 35

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Andaba para arriba y para abajo sin tan solo pararme mordiendo mis uñas o lo que quedaba de ella, juro que lo había intentado mil veces que me dejasen entrar a la habitación donde le habían metido sobre todo cuando llego el doctor, pero no me dejaban entrar.

- Ainohaa por favor hija mía para ya me estas poniendo más nerviosa – me replica Amelia sin parar de llorar, la miro con lágrimas en mis ojos pidiéndola perdón con mi mirada, pero era imposible por no preocuparme por Lucifer, tenía la espinita en mi corazón queriendo saber si estaba muerto.

- Lo siento mama, pero estoy muy nerviosa me va a dar algo llevamos aquí horas y no sabemos nada – Amelia se levanta de la silla para abrazarme dándome su apoyo.

- Estoy segura que él está bien quítate de la cabeza que este muerto le sacaste la bala – las imágenes en la bañera me vienen a la cabeza.

- No se movía su corazón no latía había perdido mucha sangre – veo como la chica que me insulto viene hacia nosotras con cara de preocupación.

- Me entere de lo que paso, sabes algo – habla a Amelia mirándola como si yo no estuviera en estos momentos.

- Recibió un disparo en el brazo Ainhoa pudo sacársela, pero perdió mucha sangre – ella me mira por unos segundos, pero su mirada es puro odio, ¿Qué alguien me diga que la hice yo a esta muchacha para que me mirase así? Simplemente no lo entendía.

De repente se escucha la puerta de aquella habitación asomándose el mejor amigo de Lucifer corro en su dirección al igual que la chica.

- Por favor te lo pido dime algo – le suplico juntando mis manos.

- Si dime como esta Lucifer – ella habla, no es que me moleste su presencia, pero me frustra que este aquí en estos momentos.

- Ainhoa ven entra – abre más la puerta cuando voy a dar un paso la otra se adelanta, pero el, la aparta impidiéndola entrar, nos quedamos unos segundos mirándonos ella dice algo en bajo que no consigo entender y entro por fin.

- Dime no puedo más – el me da un pequeño abrazo, veo preocupación.

- Ainhoa si no le hubieras sacado la bala estaría muerto ahora mismo – un gran suspiro sale de mi dejándome algo más tranquila al escuchar esas palabras.

- ¿Dónde está? - le pregunto el me guía por la habitación hasta llegar a otra puerta.

- Está recuperándose perdió demasiada sangre gracias a que actuemos rápido – me abre la puerta dejándome ver a Lucifer tumbado en una camilla con un cable donde pasaba sangre.

- Lucifer – digo sentándome en una silla acercándola hacia donde está el.

- Hola Tigresa – abre los ojos diciéndome con una voz débil.

- No hables tienes que descansar – intenta darme una sonrisa.

Coge mi mano juntándola mis ojos se ponen llorosos de nuevo, me acerco más a él con su mano aparta mis lágrimas.

- Que te dije que no llorases

- Me es imposible no hacerlo al verte en este estado Lucifer

- Estoy bien Tigresa me salvaste la vida

- ¿Qué paso Lucifer?

- Tranquila tus amigas están a salvo todo pronto pasara – acaricia mi mejilla, me acerco poco a poco hacia el hasta que nuestros labios se rozan.

- Si te hubieras... - suspiro.

- No pienses en eso – le beso, intentando que él no haga esfuerzo por su estado.

- Tigresa a pesar de lo que paso quiero que sepas que no me arrepiento de, el día que te saque de ese sitio – se queja, acaricio su pelo.

- Está bien Lucifer descansa lo necesitas ya tendremos tiempo de hablar de las cosas – me acuerdo que me oculto que sabía de mis padres.

- Pronto podrás ver a tus amigas – le sonrió, su amigo entra me levanto saliendo de allí, ya estoy algo más tranquila me gustaría quedarme, pero necesita descansar.

Amelia se acercó a mí al ver que mi cara suspiro sabiendo que todo estaba bien y no se equivocaba.

Estaba agotada no lo siguiente sentía mi cuerpo pesado, estaba feliz al saber que mis amigas ya habían salido de ese infierno, pero me preocupaba que Mario y Rodrigo estuviesen por ahí sin saber si podían atacarnos de nuevo, el jefe no se iba a quedar con los brazos cruzados le conocía muy bien y sabía que si no se salía con la suya no paraba hasta conseguir lo que tanto quería.

Mi madre me preparo algo calentito, me lo comí y bostecé yendo hacia la habitación de Lucifer donde había pasado todo, entre al baño encontrándome con las limpiadoras limpiando toda la sangre esparcida por el suelo el lavamanos y la bañera, había sido unos momentos difíciles dentro de esa bañera, pero también tuvo que pasar eso para confesar de verdad a Lucifer lo que sentía por él.

La chica de antes aparece con un cubo con productos bufa al verme otra vez soltando el cubo de malas maneras.

- Tu otra vez ahora resulta que te veré por cada rincón de esta casa – la mire cabreada sin entender por qué de su actitud tan mala.

- ¿Se puede saber que problemas tienes conmigo? – ella ríe como si no creyese que la estaba haciendo esa pregunta.

- Tu eres el problema – al ver mi gesto de no entender ni una mierda vuelve a hablar.

- No te distes cuenta perra que estorbas entre Lucifer y yo – mi cara en este momento tiene que ser como un poema.

- ¿Tú y Lucifer? - la dije.

- Si, ¿No lo sabes verdad? - niego.

- ¿El que tengo que saber? - ella se ríe tapando su boca.

- Ayer me follo bien rico, no sabes cómo es en la cama se muere por mis huesos – hay en ese momento es como si me cayese un balde de agua fría sobre mí.

- ¿Qué? - digo sin creerlo.

- Supéralo me prefiere a mí, así que más te vale que te apartes de nuestro camino zorra -  me empuja contra la puerta saliendo de allí, lagrimas comienzan a salir de nuevo.

¿Follaron? Se fue con ella cuando le deje con ganas.

Las imágenes vienen a mi cabeza desde el día que nos vimos en el club, y todos los momentos que pasemos nuestra primera vez en aquella ducha, me deslizo por la puerta viendo como las limpiadoras hacen desaparecer esa sangre, el solo me uso para follar como pude ser tan estúpida de dejarme usar, el no siente nada, sin embargo, yo me enamore como estúpida de él.

Él no me quiere yo sin embargo si caí en sus redes dejándome embelesar por él, mi corazón duele en estos momentos como nunca me dolió.

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