Capítulo 41

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Mi mirada se dirigió dónde estaban las chicas sentadas en aquel sofá, sonreí al ver a Ainhoa tan feliz de volver a encontrarse con sus amigas de toda la vida, me acerqué hacia ellas consiguiendo la atención de todas.

-Hola chicas lo siento por romper este momento tan especial, pero todavía hay que zanjar unas cosas – Ainhoa se acercó a mí.

-Llévame donde le tengas – sabía perfectamente a quien se refería y más por la cara que demostraba el puro odio que sentía hacia él.

-¿Estas segura Ainhoa? - le pregunta una de sus amigas.

-Si, necesito verle y hacerle unas preguntas – la, cojo de la mano.

-Adiós chicas os veo pronto – se despide de ellas yo me despido de mi amigo, aunque insistió en acompañarnos le dije que no.

Al salir de la casa, el coche seguía abrí la puerta con mi mano buena para que pudiese entrar ella, me lo agradeció y monte después, dije la dirección al chofer antes de llegar quería tranquilizarla.

-Escucha se lo que sientes, pero intenta mantenerte tranquila, no le hagas mucho caso intentara sacar lo peor de ti – aparto un mechón de su pelo para después cogerla de la barbilla y que me mirase.

-Necesito hacerle unas preguntas para quedarme tranquila, solo te pido una cosa – hago un gesto para que continuase.

-Déjame matarle yo misma – su gesto se volvió frio, sus ojos demostraban la rabia que sentía.

-¿Está segura? Tu... - me corta antes de que siguiese.

-Si, quiero que vea mi rostro antes de que muera quiero que vea todo el dolor que me hizo pasar y quitarme lo más preciado de mi vida, mi madre – sus ojos se ponen llorosos avisando que está a punto de romperse, la acerco hacia mi dándola un pequeño abrazo demostrándola que estaré con ella hasta el último momento.

-Estaré contigo cuando tomes la decisión de acabar con su vida – la digo apoyando mi barbilla en su cabeza, noto como aprieta el agarre para luego susurrar un gracias.

El chofer avisa que hemos llegado al sitio donde tengo metido a ese hijo de puta, salimos del coche no suelto su mano quiero que sienta que estoy con ella en las buenas y en las malas, después de todo lo que ha pasado y hemos pasado esta será la peor.

Dos hombres que tengo vigilando en la puerta por si acaso preparados para lo que sea al verme se apartan dejándonos el paso, Ainhoa se pega más a mi cuando pasamos por unos pasillos fríos para nada cuidados, olía a pura humedad y apenas había luz si no fuera por las antorchas que teníamos colgadas en las paredes de piedras.

Varias celdas con barrotes aparecen completamente vacías, cuando estamos casi llegando al final aparece una en especial donde un hombre con la ropa sucia y la cabeza agachada está sentado en una silla atado con cadenas.

Al escuchar cómo nos abren las puertas de hierro, levanta la cabeza haciendo una mueca al ver mi presencia, el golpe que le cause por mi arma lo tiene en la cabeza con una brecha y sangre seca.

-Por fin llegáis se me estaba haciendo eterno estar aquí encerrado – miro a Ainhoa que tiene una expresión de asco mirando a su alrededor este sitio era horrible, cosa que él se merecía.

-Ya estamos aquí pero no creas que vallas a salir de aquí vivo perro – le espeto con rabia levantando su cabeza tirando de su pelo sucio.

-Hola hija – la mira cómo puede rápido Ainhoa se acerca soltándole un guantazo su cara es girada, pero rápido le vuelvo a colocar su cabeza para que la mirase.

-Hijo de puta – le grita con rabia.

-Sabes Ainhoa te pareces mucho a tu madre más de lo que un día creí – Ainhoa al escuchar como hablaba de su madre con cara perturbadora no se lo pensó mucho y le pego en el estómago con su rodilla ayudándose de sujetarse de los hombros de él.

Comienza a toser fuerte por la falta de oxígeno, suelto su cabeza de malas maneras, escupe al suelo sangre, pero eso es poco para lo que se le viene encima, miro a Ainhoa intentando buscar su dulce mirada, pero me encuentro con otra Ainhoa a la cual mataron a su madre y paso una vida de mierda metida en aquel club y fue violada por su propio padre que por eso pagara.

-No menciones a mi madre

-Así que ya te conto él vaya que poco tardo

-¡Cállate! - le grito yo.

-Ainhoa escúchame no puedes matarme soy tu padre

-Tú no eres mi padre solo eres una mierda para este mundo – coge mi arma tan rápido que no me dio tiempo a detenerla.

-Valla Lucifer la enseñaste bien

-Él no me enseño, nadie lo hizo – le apunta en la cabeza, me pongo detrás de ella para susurrarle en el oído.

-Nena no te precipites espera un poco si le matas será una muerte rápida y no sufrirá – asiente siento como su cuerpo, esta rígido y tiembla sus labios tiemblan por eso se los muerde quiere demostrarle lo dura que puede ser, pero conmigo no.

-Tranquila...

-Vas a pagar por todos a los que hiciste daño - le pega una patada no muy fuerte en la pierna para que la mirase.

-¡MARTINEZ! - grito al chico que hay fuera vigilando de la celda.

-Si, señor - entra para ponerse a mi lado.

-Tráeme las armas y demás

-Si, señor - rápido sale.

-Ainhoa eh mírame dile que no me haga nada, te tengo que contar ¡SOY TU PADRE! - lo último se lo grita moviéndose como si pudiera levantarse de la silla, pero las cadenas se lo impiden.

-¿Por qué lo hiciste? - le pregunto Ainhoa en un tono más calmado, estaba rota por dentro por culpa de este hijo de puta.

-¿Por qué la mataste? - volvió a decirle a no obtener respuesta suya.

-No podía ver, como era feliz con otro – le contesta cabizbajo.

-NO TENIAS EL DERECHO DE QUITARLA LA VIDA POR ESTAR ENAMORADA – le grito, cogiendo de la bandeja que trajo Martínez un cuchillo clavándoselo en la pierna fuerte.

Se escucho un grito de Ricardo conta que el cuchillo traspaso la piel de su muslo, apretó los dientes con fuerza mientras que intentaba coger aire para controlar el dolor, Ainhoa saco el cuchillo si ninguna dificultad, para clavárselo en el otro muslo, ella no era la niña que me miraba con esos ojos amorosos, sus ojos ahora parecían que saltaban chispas de la rabia.

Ricardo volvió a gritar, empezando a removerse, pero lo único que conseguía era que se hiciera heridas en las muñecas.

-Para Tigresa, para por favor – Ricardo suplicando quien lo diría, sonreí de lado disfrutaba verle sufrir, pero no me estaba gustando como Ainhoa se sentía.

-Si no quieres seguir lo entendería - la digo ella negó rápido apartándose las lágrimas cambiando a una expresión más dura, para contestarme después.

-Esto solo acaba de comenzar

Prostituta Por ObligaciónWhere stories live. Discover now