Capítulo 20

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Sujeto el termo con ambas manos, aunque el calor del té se perdió hace un rato en el aire helado

Tendría que levantarme, moverme y dejar que la sangre volviese a circularme por las extremidades, pero, en vez de hacerlo, me quedo sentada, tan inmóvilcomo la roca que tengo debajo, mientras el alba empieza a iluminar el bosque.

No puedo luchar contra el sol, sólo puedo observar con impotencia cómo me arrastra a un día que llevo meses temiendo

A mediodía estarán todos en mi nueva casa de la Aldea de los Vencedores los periodistas, los equipos de televisión, incluso Effie, mi antigua acompañante, recién llegados al Distrito 12 desde el Capitolio

Me pregunto si Effie seguirá llevando aquella ridícula peluca rosa o si habrá elegido otro color antinatural que lucir en la Gira de la Victoria

Habrá más gente esperando, varias personas listas para atender todas mis necesidades en el largo viaje en tren.

Un equipo de preparación que me pondrá guapa para mis apariciones públicas. Mi estilista y amigo, Cinna, que diseñó los maravillosos trajes que hicieron que la audiencia se fijase en mí por primera vez en los Juegos del Hambre

Si estuviese en mis manos, intentaría olvidar los Juegos del Hambre por completo, no hablaría nunca de ellos, fingiría que no han sido más que un mal sueño. Sin embargo, la Gira de la Victoria hace que mi deseo resulte imposible.

La organizan en un momento estratégico, entre unos juegos y los siguientes, como si el Capitolio pretendiese mantener el horror vivo y cercano. En los distritos no sólo nos vemos obligados a recordar la mano de acero del poder del Capitolio una vez al año, sino que, además, nos obligan a celebrarlo.

Este año yo soy una de las estrellas del espectáculo.

Tendré que viajar de distrito en distrito, ponerme delante de la multitud para que me vitoree, aunque, en realidad, me odie mirar a la cara a los familiares de los chicos a los que he matado...

El sol sigue empeñándose en salir, así que hago un esfuerzo por levantarme. Me duelen todas las articulaciones, y la pierna izquierda lleva tanto tiempo dormida que necesito pasarme unos minutos caminando para devolverla a la vida.

He estado tres horas en el bosque, pero, como no he intentado cazar, no llevaré nada de vuelta. A mi madre y a mis hermanas pequeñas, ya no les importa.

Pueden permitirse comprar carne en la carnicería del pueblo, aunque a ninguna nos gusta más que la carne de caza. Por otro lado, mi mejor amigo, Gale y su familia dependen de lo que saque hoy, y no puedo dejarlos tirados.

Empiezo la hora y media de paseo que necesitaré para comprobar todas nuestras trampas. Cuando estábamos en el colegio teníamos tiempo por la tarde para mirar las trampas, cazar, recolectar vegetales y llegar a tiempo para comerciar con todo ello en el pueblo.

Sin embargo, desde que Gale empezó a trabajar en las minas de carbón, como yo no tengo nada que hacer en todo el día, me encargo del trabajo.

Gale ya habrá llegado a la mina y terminado el vertiginoso paseo en ascensor que lleva a las profundidades de la tierra, por lo que estará dándole golpes a una veta de carbón.

Conforme avanzo y vuelvo a colocar cada trampa, sé que nunca podré imitar su ojo para el equilibrio, su instinto para saber por dónde cruzará la presa el sendero.

Cuando llego a la alambrada que rodea el Distrito 12, el sol está bien arriba. Como siempre, presto atención durante un momento, pero no me llega el zumbido delator de la corriente eléctrica por el metal.

Tributos Del Capitolio [Petta Mellark Y Tú ]Where stories live. Discover now