Capítulo 36

1K 75 5
                                    

Lo ayudamos sentarse y le dejamos que nos apriete la mano mientras se purga los ojos, la nariz y la boca.

Todavía tiene la garganta demasiado reseca para hablar

—Voy a intentar sacar agua de un árbol —digo, y manoseo el cinturón
hasta encontrar la espita que todavía cuelga de él

—Deja que haga el agujero primero —responde Peeta— Quédate aquí con él. Tú eres la sanadora

Finnick ya tiene bastantes problemas. Se ha llevado la peor parte de la niebla, aunque no sé bien por qué.

Quizá porque es el más grande de los tres o porque ha tenido que hacer un esfuerzo mayor.

Y, además, por supuesto, está lo de Mags. Todavía no entiendo qué pasó, por qué la abandonó para llevar a Peeta por qué ella no sólo no lo cuestionó, sino que se lanzó a una
muerte segura sin pensarlo dos veces.

En vez de hacerlo, intentó recomponerme.

Rescato el broche de sinsajo de mi traje destrozado y me lo prendo al tirante de la camiseta interior.

El cinturón de flotación debe ser resistente al ácido, porque parece como nuevo. Aunque puedo nadar, por lo que el cinturón no es realmente
necesario, Brutus bloqueó mi flecha con él, así que decido volver a
ponérmelo por si sirve de protección.

Me suelto el pelo y lo peino con los
dedos, lo que hace que se me caiga bastante, dañado por las gotitas de
niebla

Peeta ha encontrado un buen árbol a unos diez metros de la estrecha franja de playa.

Apenas lo vemos, pero el sonido del cuchillo en el tronco de madera es muy claro. Me pregunto qué le habrá pasado al punzón. Mags tiene que haberlo soltado, o quizá se lo llevase a la niebla con ella.

En cualquier caso, ya no lo tenemos.
Me he adentrado un poco más en el agua, flotando primero boca abajo y
luego boca arriba.

Si ha servido para curarnos a Peeta y a mí, a Finnick lo está transformando por completo empieza a moverse lentamente, probando sus extremidades, y, poco a poco, se pone a nadar.

Sin embargo, no es como mi forma de nadar, de brazadas rítmicas y ritmo
regular, sino que me parece estar observando a un extraño animal marino que ha vuelto a la vida. Se sumerge y sube a la superficie echando agua por la boca rueda una y otra vez en un extraño movimiento espiral que me marea con sólo mirarlo.

Después, cuando lleva bajo el agua tanto tiempo que temo que se haya ahogado, saca la cabeza justo delante de mí y me pega un susto

—No hagas eso —le pido

—¿El qué? ¿Salir o quedarme debajo?

—Las dos cosas ninguna lo que sea Limítate a empaparte de agua y
comportarte o si te sientes tan bien, vamos a ayudar a Peeta

En el poco tiempo que tardamos en llegar al borde de la jungla me doy
cuenta del cambio. No sé si será por los años de cazadora o porque mi oído reconstruido realmente funciona mejor de lo esperado, pero percibo la masa de cuerpos cálidos que se encuentra por encima de nosotros.

No hace falta que charlen, ni que griten me basta con el conjunto de sus
respiraciones

Toco el brazo de Finnick y él sigue mi mirada hacia arriba. ¿Cómo habrán llegado de manera tan silenciosa?

Quizá no lo hayan hecho.

Estábamos tan concentrados en recuperarnos que no nos hemos dado
cuenta de que se reunían. No son cinco, ni diez, sino decenas de monos
subidos a las ramas de los árboles de la jungla.

Tributos Del Capitolio [Petta Mellark Y Tú ]Where stories live. Discover now