Capítulo 24

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—Ninguno —responde Peeta

Estamos en lo alto de la escalera, dejándole una ventaja de quince escalones a Haymitch, como nos indicó Effie

—¿De verdad fue ésa la única vez que besaste a Gale?

—Sí —respondo, tan sorprendida que no se me ocurre otra cosa — Y no fue mi intención el lo hizo

—Ya son quince, vamos

Nos enfocan con una luz y yo esbozo mi sonrisa más deslumbrante.

Bajamos los escalones y nos engulle lo que se convierte en una marea indistinguible de cenas, ceremonias y viajes en tren.

Todos los días son iguales despertarnos, vestirnos, pasear entre los vítores de la multitud, escuchar un discurso en nuestro honor y dar un discurso de agradecimiento, aunque sólo el que nos pasa el Capitolio, sin añadidos personales.

A veces hay una breve excursión: en un distrito vemos de lejos el mar, en otro unos altos bosques fábricas feas, campos de trigo y refinerías apestosas

Después nos vestimos de gala, asistimos a la cena y volvemos al tren

Durante las ceremonias somos solemnes y respetuosos, pero siempre estamos unidos, ya sea de la mano o por el brazo. En las cenas rozamos el
delirio amoroso nos besamos, bailamos, nos pillan intentando
escabullimos para estar a solas.

En el tren paseamos es prácticamente laoa rutina aunque ambos podemos disfrutar el intentando evaluar el efecto que tenemos en los distritos

Incluso sin los discursos personales para despertar el descontento, algo se nota en el aire, el hervor de una olla a punto de rebosar.

No en todas partes, porque algunas multitudes tienen el mismo aspecto de rebaño cansado que el Distrito 12 suele proyectar en las ceremonias de los vencedores. Sin embargo, en otros distritos especialmente el 8, el 4 y el 3, los rostros de la gente expresan verdadera euforia al vernos y, debajo de la euforia, rabia

Cuando corean mi nombre lo hacen más como grito de venganza que para vitorear

Cuando los agentes de la paz se introducen en una multitud inquieta, la multitud devuelve los empujones, en vez de retroceder, y sé que no puedo hacer nada para evitarlo, que ninguna demostración de amor, por creíble que sea, detendrá esta tormenta.

Si sacar aquellas bayas fue un acto de locura temporal, esta gente también está dispuesta a abrazar la locura.

Cinna empieza a estrecharme la cintura de la ropa el equipo de
preparación se preocupa por mis ojeras

Effie me da pastillas para dormir que no funcionan, al menos no lo bastante bien. Cada vez que me duermo me despiertan unas pesadillas que han aumentado en número e intensidad.

En muchas ocasiónes Peeta, que se pasa gran parte de la noche dando vueltas por el tren, me oye gritar mientras intento salir de la bruma de los somníferos, que no hacen más que prolongar mis horribles sueños

Consigue despertarme y calmarme, para después tumbarse conmigo en la cama y abrazarme hasta que me quedo dormida de nuevo

A partir de entonces me niego a tomar más pastillas, aunque le dejo meterse en la cama conmigo todas las noches.

Nos enfrentamos a la oscuridad como lo hacíamos en la arena, abrazados, protegiéndonos de los peligros que
pueden caer sobre nosotros en cualquier momento.

No pasa nada más, pero nuestro acuerdo se convierte rápidamente en tema de cotilleo en el tren

Cuando Effie me lo menciona, pienso: «Bien, quizá llegue a oídos del presidente Snow».

Tributos Del Capitolio [Petta Mellark Y Tú ]Where stories live. Discover now