Capítulo 34

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—¡Peeta! —grito.

Lo sacudo con más fuerza, incluso le doy una bofetada, pero no funciona. Su corazón ha fallado. Él no está ahí

— ¡Peeta!

Finnick deja a Mags apoyada en un árbol y me aparta de un empujón

—Déjame a mí —Sus dedos tocan unos puntos en el cuello de Peeta, le
recorren los huesos de las costillas y la columna.

Después le tapa la nariz

—¡No! —chillo, y me lanzo sobre él, porque estoy segura de que pretende asegurarse de que muera, de eliminar cualquier esperanza de que vuelva a la vida.

Finnick levanta la mano y me golpea tan fuerte en el pecho que salgo volando y me doy contra un árbol.

Me quedo atontada un momento por el dolor, intentando recuperar la respiración, y veo que él le tapa de nuevo la nariz a Peeta.

Saco una flecha, coloco la ranura en su sitio y estoy a punto de dispararla cuando Finnick se pone a besar a Peeta

Es tan extraño, incluso para él, que me detengo. No, no lo está besando.
Le ha bloqueado la nariz, pero le ha abierto la boca y le está soplando aire en los pulmones.

Veo, veo de verdad que el pecho de Peeta sube y baja Entonces Finnick le abre la cremellera de la parte superior del traje y empieza a presionar su corazón con las manos.

Ya recuperada de la conmoción, por fin entiendo lo que intenta hacer

Muy de vez en cuando he visto a mi madre intentar algo similar, aunque
no a menudo. Si tu corazón falla en el Distrito 12, es poco probable que tu
familia logre llevarte hasta mi madre a tiempo, así que sus pacientes suelen estar quemados, heridos o enfermos. O muriéndose de hambre, claro

Sin embargo, el mundo de Finnick es distinto no sé exactamente qué hace, pero no es la primera vez, porque noto un ritmo y un método muy
definidos.

La punta de la flecha se hunde en el suelo cuando me inclino para observar, desesperada, si hay alguna señal de que funcione. Los minutos se arrastran dolorosamente y mis esperanzas disminuyen

Cuando ya creo que es demasiado tarde, que Peeta está muerto, que ha seguido su camino, que está fuera de mi alcance para siempre, tose un
poco y Finnick se aparta

Dejo el arma en la tierra y me lanzo sobre él

—¿Peeta? —pregunto en voz baja.

Le aparto los mechones de pelo rubio
empapado de la frente y le noto el pulso fuerte en el cuello.

Abre los ojos con dificultad y me mira

—Cuidado —dice, débil— Ahí arriba hay un campo de fuerza —Me río, aunque las lágrimas me caen por las mejillas— Debe de ser mucho más potente que el del tejado del Centro de Entrenamiento pero estoy bien, sólo un poco tembloroso

—¡Estabas muerto! ¡Se te ha parado el corazón! —estallo antes de pensar si es una buena idea.

Me tapo la boca con la mano, porque
empiezo a hacer esos horribles sonidos ahogados que me salen cuando sollozo

—Bueno, parece que ya funciona —responde— No pasa nada, _____ —Asiento, pero los sonidos no paran— ¿______? —Ahora es Peeta el que está preocupado por mí, lo que hace que la situación sea todavía más demencial

—No pasa nada, son sus hormonas —interviene Finnick— Por el bebé —Levanto la mirada y lo veo en cuclillas aunque todavía jadeando un poco por la subida, el calor y el esfuerzo de traer a Peeta de entre los muertos

Tributos Del Capitolio [Petta Mellark Y Tú ]Where stories live. Discover now