Capítulo 38

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En las minas se hacen cosas que podrían venir bien en los juegos, como manejar un pico y volar cosas en pedazos.

Eso nos daría una oportunidad, igual que me la dio a mí la caza. Sin embargo, lo aprendemos demasiado tarde

Mientras yo me entretenía con las armas, Peeta estaba agachado en el
suelo dibujando algo con la punta de su cuchillo en una hoja larga y lisa que se había traído de la jungla.

Miro por encima de su hombro y veo que está creando un mapa de la arena

En el centro está la Cornucopia en su
círculo de arena, con las doce franjas de tierra que salen de él. Es como un
pastel dividido en doce cuñas iguales. Hay otro círculo que representa el
borde del agua y uno algo mayor que indica el borde de la jungla

—Mira la posición de la Cornucopia —me dice

La examino y veo a lo que se refiere.

—La punta señala las doce

—Exacto, así que es la parte superior del reloj —responde, y garabatea rápidamente los números del uno al doce sobre la superficie del reloj— De doce a una está la zona de los rayos —Escribe rayos con letras diminutas en la correspondiente, para después seguir con sangre, niebla y monos en las secciones siguientes

—Y de diez a once está la ola —le digo.

La añade. Finnick y Johanna se unen a nosotros, armados hasta los dientes con tridentes, hachas y cuchillos

—¿Notaron algo raro en las demás? —les pregunto a Johanna y Beetee, ya que podrían haber visto algo más que nosotros, pero sólo vieron un montón de sangre—Supongo que podría haber cualquier cosa

—Voy a marcar las secciones en las que sabemos que las armas de los
Vigilantes nos siguen más allá de la jungla, para procurar mantenernos
alejados de ellas —comenta Peeta, mientras dibuja líneas diagonales en
las playas de la niebla y la ola Después se sienta— Bueno, al menos es mucho más de lo que sabíamos esta mañana gracias cariño — me mira y le regalo una sonrisa

Todos asentimos, y entonces nos damos cuenta silencio.

Nuestro canario ha dejado de cantar.

No lo pienso, cargo una flecha, me vuelvo y vislumbro brevemente a
Gloss, empapado, dejando caer al suelo el cuerpo de Wiress, a la que le ha abierto una brillante sonrisa roja en el cuello.

La punta de mi flecha desaparece dentro de su sien derecha y, en el instante que tardo en volver a cargar, Johanna ha clavado la hoja de una de las hachas en el pecho de Cashmere.

Finnick desvía la lanza que Brutus le tira a Peeta y se saca el cuchillo de Enobaria del muslo. De no haber una Cornucopia tras la que esconderse, los dos tributos del Distrito 2 estarían muertos.

Salto como un muelle para perseguirlos ¡Buuum, buuum, buuum!

El cañón confirma que no podemos ayudar a Wiress, y que no hace falta rematar a Gloss y Cashmere.

Mis aliados y yo estamos rodeando el cuerno, persiguiendo a Brutus y Enobaria, que corren por una franja de arenabhacia la jungla

De repente, el suelo tiembla bajo mis pies y caigo de lado en la arena

El círculo de tierra en el que se encuentra la Cornucopia empieza a girar deprisa, muy deprisa, y veo que la jungla pasa a nuestro alrededor
convertida en una mancha.

Noto la fuerza centrífuga que me empuja al agua, así que clavo manos y pies en la arena, intentando agarrarme a la inestable tierra.

Entre la arena que vuela y el mareo, tengo que cerrar los ojos con fuerza.

Tributos Del Capitolio [Petta Mellark Y Tú ]Where stories live. Discover now