Capítulo 34

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Subo con los nervios de punta las escaleras

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Subo con los nervios de punta las escaleras. En planta baja, justo al fondo se ve la cocina que se conecta con la sala de estar. A los lados de la pared mientras subo los escalones, hay fotos todavía colgadas en la pared. En unas cuantas aparezco yo de pequeña, me parece raro que Megan no se haya encargado de quitarlas.

Trago seco al pararme frente a la puerta de la habitación de mis padres que se encuentra entre abierta. Por la rendija, veo a mi madre recostada en la cama con los ojos cerrados y los brazos cruzados a la altura de su pecho que sube y baja pacíficamente.

Mi padre en cambio, está en silla de ruedas viendo por la ventana. Me tenso porque estoy segura que me vio salir de mi escondite y acercarme a la casa. Como si lo fuera llamado con el pensamiento voltea la cabeza y me ve, con una sonrisa un tanto torcida.

—Su padre acaba de sufrir un ataque isquémico transitorio o mejor conocido como mini derrame en el cerebro—me explica la mujer a mi lado.

Mis ojos pican, pero me ordeno no llorar aquí, menos con mi padre viéndome. Se mueve con la silla de ruedas en mi dirección.

—Los síntomas se quitarán pronto, pero le cuesta caminar es por eso que usa sillas de ruedas. Todos los días le hago terapias para que recupere la movilidad —asiento agradeciéndole su explicación—. Su madre comenzó a sufrir del corazón desde el año pasado, fue cuando me contrataron. No está muy crítica, solo debe mantenerse en reposo. El señor Rick es quien más comprometido está, puede sufrir de otro ACV más fuerte.

Mi papá aparece ante mi vista, se mueve con dificultad en la silla de ruedas, uno de sus brazos falla también.

—Supuse que la joven escondida entre los arbustos serias tú —dice frente a mí. La mujer a la que aún no se su nombre cierra la puerta para no molestara mi madre Laura—. No le dije nada a Oliver, quería saber a qué vienes —el tono que usa me parte el corazón.

Me habla como si no fuera su hija, como si todo esto fuera mi culpa y no veo ni un pequeño brillo de emoción por verme. Respiro ordenando las palabras que se amontonan en mi mente.

—Ella es Ryna —me señala a la enfermera—. Ella es mi hija Camille, —se dirige a ella— de la que tanto te habla Laura.

Una punzada se expande en mi pecho, mi madre es la que habla de mí, no él.

—Quería saber cómo se encontraban...

—No te interesamos durante todos estos años, no nos llamaste. Cuando te avisé de la salud de tu madre te mostraste fría, esperaba haberte visto meses atrás y me equivoqué. Lo que sucedió en el pasado, ya pasó. Tu eres igual de rencorosa que tu hermana, al final ninguna se preocupa por la salud de nosotros, quienes les dimos la vida y las mantuvimos hasta que se independizaron.

—No me compares con ella —le digo y la voz se me quiebra.

—Son iguales, Camille —sus ojos están rojos por retener las lágrimas—. Yo no las crié así.

Amor entre Bodas © (#1) ✔️Where stories live. Discover now