Camille Rotford es una importante organizadora de bodas, conocida en una pequeña ciudad de Australia. Sin importar el corto tiempo que a esta mujer le dan, crea las mas asombrosas bodas que podrán ver en sus vidas.
Lo mas irónico es, que Camille no...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Estaba nerviosa. Muy pero muy nerviosa.
Mi cuerpo temblaba de pies a cabeza. Richard, estaba alquilando la tabla de surf que usaré el día de hoy. Él ya tenía la suya propia, así que solo faltaba la mía para estar listos. Caminaba inquieta de un lado a otro, removiendo las manos sin cesar. La arena se colaba entre mis sandalias y el viento desordenaba la coleta alta en mi cabello.
—Aquí tienes —me tiende la tabla y le agradezco.
—Gracias por acompañarme —sonrío.
—No tienes que agradecer, yo siempre estoy dispuesto a surfear. ¿De lo contrario, eso me haría un digno australiano?
Sonrío divertida. Caminamos por un camino de piedras, rentamos un sitio con un toldo y unas sillas para colocar nuestras pertenencias ahí y resguardarlas del sol. Justo cuando guardaré mi teléfono en mi bolso, llega un mensaje.
Emma:no creas que me quedaré quieta. Así me acuses con Nicholas, seguiré molestando hasta que te canses y lo dejes libre.
No le voy a contestar, pienso en que lo mejor es bloquearla de mis contactos, pero no creo que se canse hasta recibir un buen insulto de mi parte. Otra vez intento guardarlo en mi bolso y la pantalla se ilumina anunciando uno nuevo. La diferencia de un mensaje con el otro, es que me roba una sonrisa y es de otra persona: Nicholas. Le respondo de vuelta, con emoción en el rostro.
—Deja que adivine —Richard me observa divertido mientras que del mismo modo guarda sus cosas—, Nicholas te escribió un mensaje bien cursi.
—Me deseó un buen día y que atrape unas cuentas olas —me volteo a observarlo y justo se quita la camisa.
Soy una completa descarada al ver el buen cuerpo que se gasta mi amigo.
—¿Qué? ¿te gusta lo que ves? —me guiña un ojo, juguetón.
—Admito que es un buen cuerpo, Rich —lo llamo así para molestarlo.
—No me llames así —rueda sus ojos irritado.
Ante su mirada, me quito la ropa quedando con un lindo bikini en mi cuerpo. Silba y lo ignoro mientras guardo mi ropa. Encuentro mi traje neopreno guardado entre mis cosas, es grueso debido al tiempo en que estamos, así me protege del frio.
—¡Camille! —niega— No dejaré de decir que, envidio a Nicholas —sonríe.
No comento nada al respecto y me levanto para tomar entre mis manos la tabla de surf. El día está caluroso. Me recojo de nuevo el cabello en una cola alta, la que había hecho antes de salir de casa, era un completo desastre. Observo con detenimiento los detalles que posee esta tabla en particular. Miro fijamente un dibujo que llama mucho mi atención: una gran estrella justo en el medio, acompañada de otras más pequeñas, esparcidas por el color azul que asemeja el cielo nocturno.
