Camille Rotford es una importante organizadora de bodas, conocida en una pequeña ciudad de Australia. Sin importar el corto tiempo que a esta mujer le dan, crea las mas asombrosas bodas que podrán ver en sus vidas.
Lo mas irónico es, que Camille no...
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13 de mayo del 2019
Mis dedos suenan contra el teclado mientras redacto en mi computadora un documento para comunicarme con un restaurante de la India que mi clienta me recomendó, dejo subrayado en amarillo algunos restaurantes que podría intentar comunicarme también, por si no llego a recibir las respuestas esperadas de este. Me encargo de que el documento le llegue a mi clienta, para que ella me dé el visto bueno y así pueda enviarlo definitivamente.
Estoy tan concentrada que no me doy cuenta cuando Richard se recuesta del marco de la puerta de mi oficina, con los brazos cruzados, mirándome tan fijamente que da miedo. Alzo la vista cuando siento la presión de su mirada y me sobresalto.
—¡Richard! No hagas eso —respiro profundo mientras llevo una mano a mi pecho.
—Estabas muy concentrada, no quería interrumpir —se ríe.
—Me asustaste, lo cual es peor —entrecierro mis ojos.
—Para mí fue muy divertido ver la cara que pusiste —me sonríe, mostrando la gran dentadura que tiene.
Lo detallo un poco, Richard es muy atractivo y estoy segura que, si tuviera su edad, me fijaría en él. Tiene el cuerpo muy bien trabajado, se ha encargado de ganárselo haciendo ejercicio. Su cabello es oscuro, lo lleva bajo a los lados y arriba tiene más cabello, le hace lucir muy atractivo, sumándole esa actitud de suficiencia que siempre ronda alrededor de él, lo hace irresistible, no entiendo cómo se enfrascó en mi durante tanto tiempo y no se buscó a alguien más, dudo que con ese físico que tiene, no consiga pareja.
Charles aparece justo a su lado, dispuesto a decirme algo, pero Richard se le adelanta.
—Camille ¿qué te parece si vamos a surfear? —me desarma completamente, sacándome de mis pensamientos y dejándome confusa.
—¿Eh? —emito. Charles se sienta en una silla para esperar su turno y Richard lo imita.
—Tengo ganas de surfear y como tú sabes creí que...
—No tengo tabla de surf —lo interrumpo.
—Yo te alquilo una o te presto la mía.
—Tengo mucho trabajo —me excuso de nuevo.
—Vamos un fin de semana —dice con obviedad.
—Yo... —comienzo intentando crear otra excusa en mi mente.
—Vale, entiendo. No quieres ir, dímelo de frente y ya —frunce el ceño levantándose de la silla.
Richard es muy inquieto cuando algo no le agrada o molesta. Charles se muestra incomodo en su silla así que saca su iPad para adelantar trabajo.
—No sé si estoy lista, Richard.
—¿Cuándo lo estarás? —se sienta de nuevo, frustrado.
—No lo sé... —miro en otra dirección— hace mucho que no entreno.
